Todas
las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y estas han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en
1960 excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:
LBLA
(La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso)
Versión
Reina-Valera 1909 Actualizada (Publicada por Editorial Mundo Hispano).
Versión
Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)
NOTAS ACERCA DEL EVANGELIO DE LUCAS
Capítulos 1 - 12
J.N.DARBY
Collected Writings (Escritos Compilados) Vol. 24, Expository No. 3.
CAPÍTULO 1
En el evangelio
de Lucas se nos presenta al Salvador en Su carácter de Hijo del Hombre, exhibiendo el poder de Jehová en la gracia en medio
de los hombres. Al principio, indudablemente, lo encontramos en relación con Israel, a quien Él había sido prometido; pero
después se sacan a relucir principios morales que se aplican al hombre, como tal, dondequiera que él esté. Y, de hecho, lo
que caracteriza el relato de Lucas acerca de nuestro Señor, y da interés especial a su Evangelio, es que nos presenta al propio
Cristo, y no Su gloria oficial como en Mateo, ni Su misión o carácter de Siervo como en Marcos, ni la peculiar revelación
de Su naturaleza divina como en Juan. Es Él mismo, tal como era, un hombre en la tierra, moviéndose día a día entre los hombres.
Versículos 1-4.
Muchos habían emprendido la tarea de contar lo que se recibió históricamente entre los Cristianos, como se les había relatado
por los testigos oculares. No obstante lo bien intencionado que esto pudo ser, sin embargo era una obra emprendida y ejecutada
por hombres. Lucas tenía un conocimiento exacto e íntimo de todo desde el principio, y él encontró adecuado escribirlo en
orden a Teófilo, para que él pusiese conocer la verdad precisa acerca de las cosas en las cuales él había sido oralmente instruido.
Así Dios ha provisto para la iglesia entera por medio de la enseñanza contenida en el retrato viviente de Jesús que le debemos
a este hombre de Dios. Porque Lucas, aunque él pudo ser movido personalmente por motivos cristianos, fue, por supuesto, no
menos inspirado por el Espíritu Santo para escribir.
Versículos 5-17.
La historia nos sitúa en medio de instituciones, sentimientos y expectativas judías.
Primero, tenemos
un sacerdote de Abías (una de las veinticuatro clases: 1a. Crónicas 24), con su esposa, que era de las hijas de Aarón. "Y
ambos eran justos delante de Dios, andando irreprensiblemente en todos los mandamientos y estatutos del Señor." (Lucas 1:
6 - Versión Moderna). Todo en ellos estaba de acuerdo con la ley de Dios en cuanto a la forma Judía; pero no disfrutaban de
la bendición tan seriamente deseada por todo judío; ellos no tenían hijos. No obstante, esto fue según los caminos de Dios
para cumplir Su obra de bendecir manifestando la debilidad del instrumento que Él estaba usando. Pero ahora esta continua
oración para obtener bendición ya no sería llevada a cabo nunca más; y cuando Zacarías se acerca a ofrecer el incienso, se
le aparece el ángel de Jehová. A la vista de tan glorioso ser, Zacarías se turba; pero el ángel le dice, "No temas, Zacarías;
porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan" (Lucas 1: 13 - Versión
Moderna), que quiere decir, 'el favor de Jehová.' Y no sólo los corazones de muchos se regocijarán en él, sino que él será
grande a la vista del Señor y será lleno del Espíritu Santo. "A muchos de los hijos de Israel hará volver al Señor su Dios.
E irá delante de su faz, en el espíritu y poder de Elías . . .; aparejando así un pueblo preparado para el Señor." (Lucas
1: 16, 17 - Versión Moderna). El 'espíritu de Elías' era un celo firme y ardiente por la gloria de Jehová y por el restablecimiento,
a través del arrepentimiento, de las relaciones de Israel con Él. El corazón de Juan se aferró a este vínculo del pueblo con
Dios, y es en la fuerza moral de su llamado al arrepentimiento, en lo que Juan es comparado aquí a Elías.
Versículos 18-23.
Pero la fe de Zacarías, ¡lamentablemente!, como es a menudo el caso, no era igual a la grandeza de su petición. Él no sabe
caminar en los pasos de Abraham, y pregunta de nuevo cómo puede ser tal cosa. La bondad de Dios convierte la incredulidad
de Su siervo en un castigo que fue de provecho para él, y eso sirvió, al mismo tiempo, como una prueba al pueblo de que él
había sido visitado desde lo alto. Zacarías permanece mudo hasta que la palabra de Jehová se cumpla.
Versículos 24, 25.
Elizabeth, con sentimientos tan adecuados a una mujer santa, recordando lo que había sido una vergüenza para ella en Israel
(cuyos rastros sólo fueron hechos más patentes por la bendición sobrenatural ahora concedida a ella), se esconde, aunque al
mismo tiempo reconoce la bondad del Señor para con ella. Pero lo que puede ocultarnos de los ojos de los hombres tiene gran
valor delante de Dios.
Versículos 26-38.
Y ahora la escena cambia, para introducir al Señor mismo en esta escena maravillosa que está desplegándose ante nuestros ojos.
En Nazaret, ese
lugar despreciado, se encontraba una joven virgen, desconocida para el mundo, cuyo nombre era María. Ella estaba desposada
con José, que era de la casa de David; pero todo estaba tan fuera de lugar en Israel, que este descendiente del rey era un
carpintero. ¿Pero qué es esto para Dios? María era un vaso escogido; ella había hallado favor ante los ojos de Dios.
Debemos comentar que el asunto aquí es el nacimiento del niño Jesús como habiendo nacido de María. No es tanto Su naturaleza
divina como la Palabra, que era Dios y que fue hecha carne (aunque, por supuesto, es el mismo precioso Salvador presentado
tanto aquí como en el Evangelio de Juan); sino que es Jesús como un hombre real y verdadero nacido de una virgen. Su nombre
debía ser Jesús, es decir, Jehová el Salvador. Él "será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David
su padre" - aun mirándolo como Hombre nacido en el mundo. Pero Él era Dios así como era Hombre. Santo por Su nacimiento, concebido
por el poder de Dios, este Único Bendito, de quién, incluso habiendo nacido de María, se habla de él como "el Santo Ser",
sería llamado "el Hijo de Dios."
Entonces el ángel le cuenta a María acerca de la bendición que Dios había conferido a Elizabeth. La intervención maravillosa
de Dios había producido humildad en María en lugar de ensalzamiento: en lo que había pasado, ella había visto a Dios y no
a ella misma. El 'yo' estaba oculto de ella porque Dios se había acercado tanto, y ella se inclina ante Su santa voluntad.
"Hágase conmigo conforme a tu palabra." (Lucas 1: 38).
Versículos 39-45.
Después, encontramos que María va a visitar a Elizabet, porque su corazón ama ver y reconocer la bondad del Señor. Elizabet,
hablando por medio del Espíritu, reconoce a María como la madre de su Señor,
y anuncia el cumplimiento de la promesa de Dios. "Bienaventurada la que creyó", etc. (Lucas 1: 45).
Versículo 46. El
corazón de María está lleno de gozo, y ella prorrumpe en una canción de alabanza. Ella reconoce a Dios su Salvador en la gracia
que la ha llenado de tal gozo, aunque, al mismo tiempo, ella reconoce su absoluta pequeñez. Porque cualquiera que pueda ser
la santidad del instrumento que Dios pueda emplear, y eso realmente se encontró en María, aun así ella sólo era grande en
tanto se escondiese; porque entonces Dios lo era todo. Si hubiese creído ser alguien, ella habría perdido su lugar; pero ella
no hizo esto. Dios la guardó para que Su gracia pudiera manifestarse plenamente.
El carácter de los
pensamientos que llenan el corazón de María es un carácter Judío. Nos recuerda el cántico de Ana en 1ª. Samuel 2, que habla
proféticamente de esta misma bendita intervención de Dios. Pero María vuelve a las promesas hechas a los padres, e incluye
a todo Israel.
Versículo 56. Después
de permanecer tres meses con Elizabet, ella vuelve humildemente a su casa para seguir su propio camino, para que los caminos
de Dios se puedan cumplir. Nada es más hermoso en su forma, que este relato de las conversaciones de estas santas mujeres,
desconocidas para el mundo, pero quienes eran los instrumentos de la gracia de Dios para cumplir Sus planes gloriosos. Ellas
se movían en una escena dónde no cabían nada más que la piedad y la gracia. Pero Dios mismo estaba allí, no mejor conocido
por el mundo de lo que eran estas pobres mujeres, pero preparando y cumpliendo lo que los ángeles desearían mirar.
Versículos 57-59.
Pero lo que sólo es conocido en secreto por la fe, será cumplido al fin delante de todos los hombres. El hijo de Zacarías
y Elizabet nace, y Zacarías, ya libre de su mudez, pronuncia la bendita profecía que tenemos en los versículos 69-80. La visitación
de Israel por Jehová de la cual él habla, abraza toda la felicidad del milenio, relacionado con la presencia de Jesús en la
tierra. Todas las promesas son Sí y Amén en Él. Todas las profecías Lo envuelven con la gloria que se comprenderá entonces.
Sabemos que, puesto que Él ha sido rechazado y mientras Él está ahora ausente, el cumplimiento de estas cosas es diferido
necesariamente hasta Su retorno.
CAPÍTULO 2
Cuando Dios se agrada
en ocuparse del mundo, y tomar parte en lo que pasa en él, es maravilloso ver cómo Él actúa y la instrucción que Él da. No
hay ningún acuerdo, sino una oposición total entre Sus caminos y aquellos del hombre. El emperador y su decreto no son sino
instrumentos insignificantes. Augusto César actúa teniendo en cuenta sus asuntos; sin embargo él es, sin saberlo, el medio
utilizado para que se cumpla la profecía de que Jesús debía nacer en Belén. El curso entero del mundo está fuera de la corriente
de los pensamientos de Dios. Aquí, el hecho primordial para Él y para Su reino es el nacimiento de la criatura en Belén; pero
el emperador no piensa en ello en absoluto. El decreto pone al mundo en movimiento, y Dios hace que se cumplan Sus pensamientos
aquí abajo. ¡Cuán maravilloso! Toda la gente del mundo (Nota del traductor: mundo habitable de esa época = Imperio Romano) está en movimiento para que este evento se lleve a cabo, necesario
para que la profecía se cumpla, para que el pobre carpintero, con María, desposada con él, estén en la ciudad de David, y
el heredero de David nazca inmediatamente. Y esto es lo más llamativo, porque el censo mismo fue efectuado después de algunos
años, cuando Cirenio fue gobernador de Siria: Dios está cumpliendo Su propósito de amor. Pero el Hombre era ciego a esto.
¿Quién tomó en cuenta al pobre Judío, aunque él podía ser de la casa y linaje de David? Las cosas que son absolutamente indiferentes
para el hombre, llenan el corazón y el ojo de Dios.
Estamos situados
todavía en un ambiente Judío. Las promesas se están cumpliendo; la criatura debe nacer en Belén. "La ciudad de David" como
tal, no significa nada para el Cristiano, salvo que muestra cumplida la profecía: para nosotros el Hijo viene del cielo. En
la tierra la criatura es el objeto de los consejos de Dios; los ángeles y todo el cielo están ocupados con Su nacimiento;
¡pero no hay lugar en el mundo para Él! Vayan donde el gran mundo registra a cada individuo, vayan al pequeño mundo de una
posada, dónde cada uno es medido por el ojo conocedor del siervo, y el lugar se otorga de acuerdo con esto desde el altillo
al primer piso; ¡pero no hay lugar para Jesús! Y el pesebre condujo, a su debido tiempo, al lugar más bajo -a la cruz.
¡Qué lección para
nosotros acerca de este mundo! ¡Qué diferencia, también, entre renunciar al mundo y que el mundo nos abandone! Podemos hacer
lo uno con relativa facilidad; pero cuando sentimos que el mundo nos desprecia como Cristo fue despreciado, descubriremos,
a menos que Él llene y satisfaga el corazón, que teníamos un valor por la estimación del mundo del que no éramos conscientes.
Cuando la obediencia es tan importante para nosotros, en nuestra medida, como el obedecer era para Cristo, avanzaremos sin
importar lo que se ponga ante nosotros, sin que el mundo nos importe: no es que seremos insensibles, sino que cuando Cristo
es el objeto, sólo estaremos ocupados con Él.
Toda la inteligencia
de las cosas de Dios viene de Su revelación, y no de los razonamientos de los hombres. Por lo tanto, el simple va más lejos
en la comprensión espiritual, que el sabio y prudente de la tierra. Dios actúa aquí de tal forma que pone toda la apariencia
de sabiduría humana a un lado. ¡Feliz quién ha captado la intención de Dios de tal forma que se identifique con ella, y no
desee ninguna otra cosa sino a Dios! Esto sucedió con los pastores. Ellos aparecen poco en el gran propósito de este relato;
pero fue a ellos, y no al prudente, que Dios se reveló. Nuestra verdadera sabiduría es a través de lo que Dios revela. Pero
nosotros nunca conseguimos las bendiciones más plenas de Dios, hasta que estamos en la posición en que la carne es abatida
y destruida -yo hablo en lo que respecta al caminar. No podemos entrar en el simple gozo y el poder de Dios, hasta que aceptamos
el lugar de humildad y humillación -hasta que el corazón se vacía de lo que es contrario a la humildad de Cristo. Estos pastores
estaban en el tranquilo cumplimiento de su humilde deber; y ése es el lugar de bendición. Quienquiera que se mantenga en buenos
términos con el mundo no está caminando con Dios; porque Dios no está caminando allí contigo. Del pesebre a la cruz, todo
en Cristo fue sencilla obediencia. ¡Cuán diferente de un Teudas (Hechos 5: 36), diciendo que era alguien! Cristo hizo todo
a la manera de Dios; y no sólo eso, sino que nosotros también debemos llegar a eso.
La gloria del Señor
brilla alrededor de los pastores, el ángel les habla, se da la señal; ¡y qué señal! "Hallaréis a un niñito envuelto en pañales
y acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, alabando a Dios"
(Lucas 2: 12, 13 - Versión Moderna) - y ¿para qué? "El misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne." (1a. Timoteo
3: 16). Se les revela la esperanza de Israel -buenas nuevas de gran gozo, la cual será para todo el pueblo. Porque Jesús es
el punto central de todos los consejos de Dios en la gracia. El propio Adán era sino una figura de Aquel que iba a venir.
Cristo estuvo siempre en la mente de Dios. Tales despliegues de gloria no son mostrados a ojos de seres mortales todos los
días; pero Dios las pone ante nosotros en Su palabra, y debemos seguir todos los días la señal dada -seguir a Jesús, el niñito
en el pesebre. Si Él ha llenado el ojo, el oído, el corazón, de qué forma deberíamos ver los efectos en la persona, el espíritu,
la conversación, el vestido, la casa, el dinero, etc.
Tal, entonces, es
la señal del cumplimiento de la promesa de parte de Dios y de Su presencia en el mundo -'un niño en un pesebre'- lo más insignificante
y lo más humilde. Pero Dios se encuentra allí, aunque estas cosas están más allá del hombre, que no puede caminar con Dios,
ni puede entender Su gloria moral. Pero la señal de Dios está dentro del alcance de la fe. Es la señal de debilidad perfecta;
¡un pequeño infante que sólo puede llorar! Alguien así, nacido en este mundo, es Cristo el Señor. Tal es el lugar que Dios
escogió -la baja condición. La intervención de Dios se reconoce por una señal como esta. El hombre no habría buscado eso.
Las huestes celestiales alaban a Dios y dicen, "¡Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz; entre los hombres buena
voluntad!" (Lucas 2: 14 - Versión Moderna). Nada superior ni más asombroso (excepto
la cruz) para aquellos que tienen la mente del cielo. El coro celestial ve a Dios en ello -Dios manifestado en carne, y alaban
a Dios en las alturas. Ellos se regocijan de que Sus delicias es el estar con los hijos de los hombres. (Proverbios 8: 31
- Versión Moderna). En los tiempos antiguos Dios se había mostrado a Moisés en una llama de fuego, sin consumir el arbusto,
y aquí, aún más maravillosamente, se muestra en lo más débil sobre la tierra; ¡pensamiento moralmente infinito, aunque despreciable
delante de los ojos del mundo! ¡Cuán difícil es aceptar que la obra de Dios y de Su Cristo siempre es en debilidad! Los gobernantes
del pueblo vieron en Pedro y Juan, hombres sin letras y del vulgo. (Hechos 4: 13). La debilidad de Pablo en Corinto era la
prueba de sus amigos, la burla de sus enemigos, y él más bien se gloriaba en ella. La fortaleza del Señor se perfecciona en
la debilidad. El aguijón en la carne hizo que Pablo fuese despreciado, y él pensó que habría sido bueno si eso se hubiese
ido. Pero él tenía necesidad de la lección, "Bástate mi gracia." (2a. Corintios
12: 9). Es la regla de Dios de acción, si podemos decirlo así, para escoger lo débil. Todo debe descansar en el poder de Dios,
de otra forma la obra de Dios no puede hacerse según Su mente. Uno apenas puede creer que debe ser débil para hacer la obra
de Dios: pero Cristo fue crucificado en debilidad, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres. Para la obra de Dios
debemos ser débiles, que la fortaleza pueda ser de Dios; y esa obra durará cuando toda la tierra sea removida.
Versículos 21-38.
Pero además del testimonio adicional dado por la ofrenda de Su madre a las circunstancias en este mundo en el cual nació el
Señor de la gloria, podemos ver que, mientras Dios a través de todo el Evangelio está estableciendo al hombre en su nueva
posición con Él, Él no se olvidó de Su antiguo pueblo. Él nos muestra aquí que Él satisfizo cada pensamiento en cada corazón
que fue tocado por la gracia en Israel. Su corazón estaba de parte, en forma especial, hacia aquellos que se afligían por
los pecados y desolación de Su pueblo; y quienes, con ellos, esperaban la redención, clamando desde las tinieblas, "¿Hasta
cuándo, Señor?" Dios realizará en poder aquello en que el Hombre ha fracasado en la responsabilidad. ¿Debemos, por consiguiente,
estar satisfechos si el pueblo de Dios no lo glorifica? No; la fe no es dura; se afligirá, pero esperará en Dios, y el tiempo
de Dios también; para el fiel es Él quien ha prometido, quién también lo hará. Él llevará adelante Sus propios propósitos.
Versículo 25. Así
estaba Simeón, "esperaba la consolación de Israel." Así Ana no se apartaba del templo, sino que servía de noche y de día con
ayunos y oraciones; así todos los que habían esperado la redención en Jerusalén. Estaban los que observaban y Ana lo sabía
y hablaba con ellos. El resto, indudablemente, estaba ocupado con la opresión Romana; pero estos pocos le esperaban a Él,
inclinándose ante Su mano en el juicio del mal, pero buscando Su liberación.
Yo creo que en el
alma de Simeón había algo más que la alegría de sostener en sus brazos al niño, el Mesías esperado; Simeón sintió que tenía
a Dios, y estaba satisfecho. Así que él dice, sin siquiera considerar la gloria, "Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya
en paz, conforme a tu palabra." (Lucas 2: 29 - LBLA). En Romanos 5: 11 el apóstol, después de hablar de regocijarse en la
esperanza de la gloria de Dios, dice, "y no sólo esto." ¿Qué podría ser mayor que esa esperanza? Sí, hay más: "también nos
gloriamos en Dios." Los ojos de Simeón han visto la salvación de Dios, y él ruega al Señor soberano que lo deje partir de
este mundo.
Vemos a menudo algo
así en los santos moribundos, quienes se gozan profundamente en el amor del Señor para con los Suyos, y en la proximidad de
Su venida por ellos. ¿Por qué?, uno podría decir, ¿qué es Su cercana venida para aquellos que están muriendo y partiendo a
Él? Simplemente este: mientras más cerca estemos de Dios, más preciosa es toda la verdad de Dios, y todo lo que está cerca
de Su corazón. Así en los versículos 30-32 Simeón se regocija cuando él contempla la magnitud de la liberación divina. Era
para revelación a los Gentiles, quienes hasta ahora habían estado escondidos en las tinieblas de la idolatría y la impiedad,
así como para la gloria de Israel. Pero su alma está satisfecha reconociendo a Cristo, y anticipando el efecto de Su presencia
en el mundo entero: él tiene todo en Él, y desea partir. Si un hombre camina con Dios y ha terminado el curso de su vida,
él sabe que su obra está hecha y está consciente que está llegando el tiempo del Señor. Él tiene un compañerismo y una comunión
con el Señor, con quien ha caminado. Si simplemente es llevado a un lecho de enfermedad, entonces él no está listo para partir;
no es que él tenga temor, sino que Dios está enseñándole algo más. Pero cuando el tiempo de Dios llega, todo es alegría y
buena disposición para partir. Él se siente como Simeón, "Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz." (Lucas 2: 29
- LBLA).
Pero, además, cuando
Simeón bendijo a José y María, el Espíritu le concede descubrir los resultados más inmediatos de la presencia del niño en
Israel. Él será la piedra de toque de muchos corazones, una ocasión para caída así como para levantamiento de muchos; Él será
una señal que será contradicha, un Mesías rechazado; y el corazón de María iba a ser traspasado, no obstante el gozo de aquel
momento o la gloria futura.
Israel estaba, de
hecho, en una baja condición, pero no lo sabía; Israel debe saberlo, y los Cristianos también; porque Cristo tuvo que descender
a la tumba y resucitar. Los pensamientos del corazón deben ser revelados, cualquiera que sea el atuendo exterior. Pero entonces,
Él es también quien saca a la luz los pensamientos de Dios. Si Él es el Cristo, la gloria del pueblo de Dios, Él es también
el que abatirá la carne, y enfrentará y humillará al hombre en su orgullo; Él es Aquel que te hará saber si Su rechazo es
más precioso que todo lo demás.
Versículo 39. Cuando
todo se hizo conforme a la ley, ellos volvieron a Galilea, a Nazaret. Jesús no sería el Cristo que necesitamos, si Él hubiera
aceptado alguna gloria de Jerusalén. Su lugar está entre los pobres del rebaño -su lugar a través de todo Israel.
Versículo 40. "Y
el niño crecía, y se iba fortaleciendo en espíritu, llenándose de sabiduría: y la gracia de Dios era sobre él." (Versión Moderna).
Lucas nos entrega más de la realidad de Su niñez que los otros Evangelios. Él no fue hecho un hombre plenamente formado como
Adán.
¡Si uno sólo lee el relato sin el comentario, cuán indeciblemente precioso lo siente el alma! Cuando vemos
quién era, vemos en Él a la naturaleza humana llenada con Dios, por así decirlo. No es una distinción oficial, pero el corazón
se siente cercano a Dios. La bienaventuranza del encanto intrínseco del niño llena el corazón. Es también profundamente instructivo
el incidente registrado en relación con la pascua, cuando Él tenía doce años. Su verdadero carácter se da a conocer, aunque
Él aún no iba a actuar conforme a este. Él vino para ser un Nazareno -para ocuparse de los negocios de Su Padre. Esto se declara
aquí claramente antes de que Él entre en Su ministerio público, para que se pudiese ver que está relacionado con Su persona,
y no para depender meramente en Su ministerio. Él era el Pastor del rebaño en espíritu y carácter. Le pertenecía a Él. Él
era el Hijo del Padre, aunque esperando el tiempo de Dios para mostrarlo.
Versículo 51. No obstante, "descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos." ¡Qué majestad
en toda Su vida! El hecho de ser Dios afianzaba Su perfección como un niño y hombre aquí abajo. Él siempre tuvo la bendita
conciencia de Su relación con Su Padre -un hijo obediente, pero consciente también de una gloria desvinculada en sí misma
con la sujeción a la familia humana. Él perteneció a María e incluso a José; pero en otro sentido, Él no era de ellos. Su
filiación divina también fue conocida por Él, así como Su obediencia a Sus padres fue oportuna y absolutamente correcta.
Versículo 52. "Y
Jesús avanzaba en sabiduría y en estatura, y en favor para con Dios y los hombres." (Versión Moderna). Al desarrollarse su
inteligencia humana, Él, aunque siempre perfecto, llegó a ser en una manera completa -el hombre perfecto. La hermosa planta
creció y se desplegó ante Dios y el hombre.
CAPÍTULO 3
Los dos capítulos
precedentes han entregado el carácter general; han mostrado la manifestación de los pensamientos de Dios al hombre. Conforme
a esto, encontramos que este Evangelio, en su conjunto, está particularmente ocupado con lo que no es Judío. No obstante,
la parte judía se da al principio con considerable detalle, ya que Israel, debido a su incredulidad e inutilidad moral, será
puesto a un lado para dejar paso a las nuevas relaciones, fundadas en lo que Dios revela ser para el hombre en Jesús, el verdadero
y único mediador. Pero si el capítulo 1 revela la fidelidad de Dios a las promesas hechas a Abraham, a Su pacto y a Su juramento,
el capítulo 2 nos pone en presencia del gobierno real del mundo, del pueblo y de la tierra del Señor bajo la cuarta bestia,
el imperio Romano. ¿Qué confusión hay que el pecado no pueda crear? Los Judíos están sujetos a los Gentiles; José y María,
de la casa real de David, suben para ser censados. No obstante, los propósitos de Dios brillan mucho más luminosos que las
tinieblas que los rodeaban: Él "estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo." (2a. Corintios 5: 19 - Versión Moderna).
Israel, sin embargo, sería sometido a una nueva prueba moral por medio de Su presentación de Él. ¡Ay! pronto se dejó ver que,
si ellos no habían guardado la ley, ellos odiaron la gracia. "He aquí que este niño es puesto para caída y levantamiento de
muchos en Israel," (Lucas 2: 34 - Versión Moderna), "y para señal que será contradicha." (Lucas 2: 34 - VRV60).
En el capítulo 3
tenemos el ministerio de Dios llegando por medio de un profeta así como en los tiempos antiguos llegó por medio de Samuel.
"Vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto" (Lucas 3: 2). No es sin objeto que el Espíritu menciona el
año decimoquinto de Tiberio César, etc. Toda la tierra estaba aparentemente en paz bajo su pagano gobernante; la palabra de
Dios encontró su esfera adecuada en el desierto. La ley y los profetas fueron hasta Juan: ¿y dónde iba a estar él en un estado
tal de cosas sino en el desierto? ¿Podía él admitirlo moralmente? Dios no tendría a Su mensajero en Jerusalén.
La profecía es el
medio soberano con que Dios puede comunicarse con Su pueblo cuando ellos están arruinados y lejos de Él. Juan comprende esto,
y predica el bautismo de arrepentimiento para remisión de pecados. Y tal fue el lugar asignado, muchos siglos antes, por medio
de Isaías el profeta. Era vano para Israel alegar sus privilegios y derechos.
Todo estaba mal,
y el Juez estaba en la puerta. La obra de Juan no era conducir de vuelta al pueblo a la ley: él estaba preparando el camino
del Señor. En esto él se diferencia de los profetas así como de la ley, o más bien él fue más lejos; porque había llegado
el tiempo de Dios para dar un paso adelante. Los profetas conducían de vuelta a Horeb: Juan no dice una palabra de esto, aunque
su padre era un sacerdote, y él mismo, por supuesto, era un descendiente de Aarón.
Él no intenta establecer
de nuevo lo que estaba terminado; él anuncia el reino. Él no puede introducir la iglesia, ni siquiera las buenas nuevas de
la gracia de Dios (ambas esperaban el cumplimiento de la obra de redención), sino que él deja la ley, y muestra que el propósito
de Dios es el reino.
La cita de Isaías
deja a un lado a Israel -no meramente a los Gentiles sino a Israel- como a hierba, hierba seca, sin que le quede ni una brizna
verde. Con todo, la palabra del Señor permanece para siempre, y esto cuando toda esperanza para el hombre había desaparecido.
Puede que Israel haya fracasado, pero la palabra del Señor estará firme. Es más, puesto que era el Señor el que estaba viniendo,
cada valle debía rellenarse, etc. No sólo los Judíos, sino toda carne, deben ver la liberación de Dios. Si el pecado sumerge
todo en ruina indiscriminada y un juicio común, Dios puede encontrarse con el hombre así arruinado, pero Su gloria no se encerrará
en los estrechos límites de Israel.
Versículos 7-14.
Pero, para ser bendecido, el Hombre debe arrepentirse. Dios acepta realidades, y no meras personas que aparentan; Él debía
tener frutos que respondiesen a corazones que sentían y juzgaban su condición moral, y qué por consiguiente se volvían de
ellos mismos a Dios. Las ordenanzas, las reivindicaciones formales, etc., que deberían haber sido medios de bendición, no
serían ningún refugio contra ira venidera; ni Dios les permitiría impedir Su creación de verdaderos hijos de la promesa, si
esta generación nuevamente resultase en nada mas que Ismael. El juicio debe empezar por
la casa de Dios.
De hecho, como sabemos,
Juan fue decapitado, y el Señor fue crucificado, y el reino, presentado en Él, y por Él, fue rechazado por Israel. Con el
tiempo será establecido visiblemente y en poder.{*} Mientras tanto, la iglesia es establecida, porque el reino no es
establecido en esta forma manifiesta. Y aquellos que ahora toman su lugar con el Señor, participan de Su rechazo. Ellos son
miembros de Su cuerpo, la iglesia. Ellos participarán de Su gloria, pero será una gloria celestial, y no terrenal. En otro
sentido, nosotros estamos ahora en el reino. Para la fe, el cielo gobierna ahora, y nosotros lo reconocemos, y lo conocemos;
pero Satanás es en realidad el príncipe y dios de este mundo; de ahí que aquellos que son hechos reyes para Dios (porque esa
es nuestra verdadera posición - Apocalipsis 1: 6) son llamados a sufrir. Por consiguiente, Pablo fue a todas partes predicando
el reino de Dios, así como a Cristo y la iglesia. Tenemos aquello por medio de lo cual reinaremos con Cristo; pero ni siquiera
ésa es nuestra mejor porción. Ser uno con Cristo -su cuerpo y esposa- es de una mayor bendición. Si tu mente sólo descansa
en la persona de Cristo, no hay dificultad en ver que cuando Él es quitado, todo debe cesar por lo que respecta a la tierra.
Él es el centro de todo; y cuando fue rechazado, algo de lo cual la profecía hablaba, lo que parecía estar a punto de cumplirse,
es interrumpido. Acto seguido, Cristo asciende, y toma una gloria sobre los cielos, y ahora los santos encuentran allí su
lugar con Él. Comparen con Salmos 2 y 8.
{* Observen que sólo Mateo usa la expresión, el "reino de los cielos".
Es a menudo, en un sentido general, susceptible de ser intercambiada con el "reino de Dios", como vemos comparándolo con Lucas. No obstante, las dos frases no siempre pueden reemplazar la una a la otra,
y Mateo usa "reino de Dios" en unos pocos pasajes dónde el "reino de los cielos" no podría usarse (Mateo. 6: 33; 12: 28; 21:
43). Así, "el reino de Dios" estaba allí cuando Cristo, el Rey, estaba allí; "el reino de los cielos" empezó con Cristo yendo
al cielo. Con el tiempo, cuando Satanás deje de gobernar, será el "reino de los cielos" (y, por supuesto, "de Dios" también),
no en misterio, sino en manifestación. "El reino de Dios" tiene también una fuerza moral que la expresión el "reino de los
cielos" no tiene; y de esta manera es usado frecuentemente por Pablo, y era peculiarmente adecuado al propósito del Espíritu
en Lucas.}
Entonces, el propio
Juan el Bautista se dirige a los Judíos, demandando arrepentimiento, y rectitud como su fruto; les muestra que, si ellos estaban
exteriormente más cercanos a Dios como Judíos, ellos debían esperar juicio muy pronto. Si el Señor estaba viniendo, Él debía
tener lo que era digno del Señor. Incluso entonces, el hacha estaba puesta a la raíz de los árboles; si no había ningún buen
fruto en los árboles, cada uno debía ser cortado y quemado. ¿Cuál es la alternativa: arrepentimiento o ira? El Señor no permitiría
ningún pretexto de descendencia de Abraham, si sus caminos contradecían los de Abraham; Él desea tener justicia. Es el Señor
que simplemente está cerca, y Él debe tener un pueblo adecuado para Él, o Él levantaría de las mismas piedras a un pueblo
preparado para Él.
Evidentemente la
palabra de Juan no es una voz de misericordia hacia para el pobre pecador. Dios es presentado en forma de juicio, no de misericordia
soberana. Él no dice, "Venid a mí." Juan no podía decirlo, porque él no era Cristo, y nadie sino Él podía decir, "Venid a
mí." Juan vino en justicia.
En los versículos
10-14 se da un testimonio moral, y se da en detalle. Juan trata con la iniquidad práctica de cada clase de personas. Así,
incluso, cuando se plantea la pregunta acerca del Cristo (versículo 15-18), "viene uno más poderoso que yo", dice él. Él piensa
especialmente acerca de Su poder -Su poder, tanto moral como exteriormente. "Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego."
(Lucas 3: 16 - Versión Moderna). Es el poder del Espíritu Santo y Su juicio consumidor. Él no podía hablar de la gracia del
evangelio que nosotros conocemos ahora.
Él proclama a Uno
que estaba viniendo tras él, no una salvación presente a los que le oían. Cualquier cosa que no soportara el fuego iba a ser
quemada. Porque Su aventador "está en su mano, para limpiar perfectamente su era, y recoger el trigo en su granero; mas quemará
la paja en fuego inextinguible." (Lucas 3: 17 - Versión Moderna) (Comparen con Isaías 21: 10, etc.). La era de Dios {Nota del traductor: ERA = Espacio
de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, donde se trillan las mieses- Diccionario de la Real Academia Española}, era Israel; allí Él estaba obteniendo Su trigo, si es que se iba a encontrar algo de trigo. Pero Su aventador
está en Su mano; Él va actuar con prontitud (Romanos 9: 28). Tito {Nota del Traductor: El hijo del emperador Vespasiano y General del ejército que marchó a sofocar la revuelta
en la provincia de Judea}, puso finalmente a un lado la era de Dios en la tierra; El pecado de Israel lo había perdido
moralmente cuando ellos rechazaron a Cristo, pero en la destrucción de Jerusalén se terminó completamente el trato con Israel
por ahora.
Versículos 19, etc.
- De paso, debe ponerse atención al método de instrucción de Lucas. Él muestra que Juan había predicado y exhortado la verdad
moral, y entonces concluye con él, poniéndolo, como estaba, fuera de la escena, para introducir a Cristo. No fue que históricamente
Juan fue encarcelado en ese momento por Herodes el tetrarca; esto tuvo lugar mucho después. Pero es una muestra del modo de
Lucas, quien vuelve al Señor tomando Su lugar entre el remanente de Israel. Porque el Señor no se identifica con la nación;
pero, en cuanto hay un pobre remanente, Él se identifica con este remanente.
Esta historia abre
con el versículo 21, y ¡cuán maravillosa y llena de gracia! "Y aconteció que
cuando fué bautizado todo el pueblo, y siendo Jesús también bautizado, y estando orando, abrióse el cielo, y descendió sobre
él el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma; y hubo una voz, procedente del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado;
en ti hallo mi complacencia." (Lucas 3: 21, 22 - Versión Moderna). Uno puede haber mirado y escuchado de forma lúgubre, cuando
uno lee acerca de Juan el Bautista y su testimonio. Podríamos habernos preguntado, mientras la lista de hombres agonizantes
pasaba ante nosotros, ¿Qué es el hombre? Pero ahora mi ojo descansa en Jesús: Yo encuentro que el Señor del cielo es un hombre.
Todo va a empezar de nuevo. ¿Pregunto yo de nuevo: Qué es el hombre? Enseguida Cristo sale. ¿Me miro a mí mismo? ¿a todo lo
que me rodea? ¿Qué es lo que yo veo? Suficiente para romper mi corazón, si es que hay un corazón a ser roto. Lo único que
evita que las personas sean absolutamente quebrantadas es que ellas no tienen un corazón para sentir las cosas como son.
¡Pero aquí hay un
descanso! ¡Yo tengo ahora a un hombre que satisfizo a Dios -este hombre bendito en la tierra en la presencia de Dios, contemplando
a Dios, y un objeto para Dios! No a un Mesías limpiando Su era, sino Aquel en quien todos los pensamientos y propósitos de
Dios están contenidos- no el hombre quebrantado por la polilla, sino a Jesús el Hijo del Hombre, no meramente descendiendo
de Abraham y David, sino que remontándose hasta ser "hijo de Adán, hijo de Dios"- el segundo Hombre, el postrer Adán, el Espíritu
vivificante. Qué alivio; porque, ¿qué es el hombre? ¡Qué es uno mismo, cuando el pecado del corazón es conocido -renunciando
a Dios por una manzana desde el principio hasta ahora! Pero ahora un hombre, un hombre bendito, aparece, "y orando." (Lucas
3:21). No se nos dice esto en otra parte, y ¿por qué aquí? Porque Lucas presenta al hombre en su perfección -el hombre dependiente;
porque la dependencia es la esencia de un hombre perfecto. Verdaderamente vemos a Dios resplandeciendo en todas partes, pero
incluso en Jesús el hombre dependiente, en el lugar y condición de perfección como hombre. La raíz del pecado en nosotros
es la voluntad propia, la independencia. ¡Aquí mi corazón tiene descanso! Un hombre dependiente en medio del dolor, pero perfectamente
con Dios en todo. Vean también el relato de Lucas acerca de la transfiguración: en la humillación o en la gloria, no hay ninguna
diferencia en cuanto a esto; el perfecto es siempre aquel que depende.
Y cuando ese corazón
bendito expresó así su dependencia, ¿obtuvo Él alguna respuesta? "El cielo se abrió." ¿Se abre así el cielo sobre mí? De hecho
está abierto para mí, sin duda alguna, pero yo oro porque está abierto; el cielo se abrió porque Él oró. Yo vengo y miro arriba
porque los cielos se abrieron sobre Él.
Es, de hecho, un
precioso cuadro de la gracia, y podemos atrevernos a decir que el Padre amó mirar -mirar hacia abajo, en medio de todo el
pecado, a Su Hijo amado. Nada sino lo que era divino podía despertar así el corazón de Dios; y sin embargo, era el hombre
humildemente perfecto. Él no toma el lugar de Su gloria eterna, como el Creador, el Hijo de Dios. Él se inclina y es bautizado
(Salmo 16). Él dice, "en ti he confiado." (Salmo 16: 1). Él dice a Jehová, "Tú eres el Señor: Mi bien á ti no aprovecha."
(Salmo 16:2 - RV 1909); Él dice al remanente piadoso en Israel, "a los santos que están en la tierra, y a los excelentes,
en quienes tengo toda mi complacencia." (Salmo 16:3 - Versión Moderna). Él no necesitaba ningún arrepentimiento, sin embargo
Él es bautizado con ellos; así como cuando, más adelante, Él saca fuera Sus ovejas, Él va delante de ellas (Juan 10: 4). Él
se identifica en gracia con Israel, incluso con aquellos que tenían un limpio corazón. ¡Y el Espíritu Santo desciende como
una paloma sobre Él -símbolo apropiado de ese hombre sin mancha! -lugar apropiado de habitación para el Espíritu en el diluvio
de este mundo! Y cuán dulce es, también, que se nos señale a Jesús como el objeto de Dios. Yo conozco lo que el Padre siente
por Él. Yo soy hecho Su íntimo, y soy admitido para oírle expresar Su afecto por Su Hijo, ver los reformados vínculos entre
Dios y el hombre. El cielo se abre, no para algo que esté arriba, sino sobre un hombre en la tierra.
Así yo obtengo descanso,
y mi corazón encuentra comunión con Dios en Su Hijo amado. Es sólo el creyente quien disfruta esto, pero el vínculo está allí.
Y si yo tengo en y sobre mí aquello que aflige el alma, tengo en Él aquello que es gozo inagotable y consuelo.
La genealogía se
ajusta exactamente al pensamiento de que Dios está mostrando gracia en el hombre y al hombre. El origen de Jesús, el amado
Hijo de Dios, se traza hasta Adán y hasta Dios. Jesús es Hijo del Hombre; Él es heredero en este sentido. Él recoge la herencia
que Dios le dio al hombre. ¡Oh, qué verdad! ¿Hacia dónde se puede dirigir nuestro corazón para encontrar descanso, si no tuviera
a Jesús para descansar en Él? Con Él, no importa que el cielo y la tierra se volteen al revés, y no obstante yo tengo descanso.
¡Qué bienaventuranza para el corazón es tener el objeto con el que el propio Dios está ocupado! ¡Qué nuestros corazones puedan
también ocuparse cada vez más de Él!
CAPÍTULO 4
Vimos al Señor tomando
Su lugar de siervo con lo que era excelente en Israel, e inmediatamente los cielos se
abrieron, y Él fue reconocido por el Padre como Su Hijo amado. Sus deleites estaban con los hijos de hombres, y se
traza Su origen no solamente hasta Abraham, raíz y depositario de las promesas Judías, sino hasta Adán y el propio Dios.
Independientemente
de Su gloria divina apropiada como Hijo del Padre, Jesús debe ser llamado el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios. Como hombre
en la tierra, Él fue sellado con el Espíritu Santo. Él tomó forma de siervo, y fue hecho semejante a los hombres. Su perfección
completa era cumplir ahora, como un siervo, la voluntad de Aquel que lo envió; porque un siervo que hace su propia voluntad
es un mal siervo. Las características de esta posición eran: dependencia, espera, y obediencia, y ellas se encuentran en Él
hasta lo sumo. Por lo tanto, como leemos en los Salmos, "Pacientemente esperé a Jehová." (Salmo 40: 1). Él no pediría poder,
sino que espera en Dios. "¿O acaso piensas tú que no puedo orar a mi Padre, y él, ahora mismo, pondría a mi servicio más de
doce legiones de ángeles?" (Mateo 26: 53 - Versión Moderna). Puesto completamente a prueba, Él no haría nada más que la voluntad
de Su Padre. Él debía aprender la obediencia (Hebreos 5: 8). Habiendo tomado el lugar, Él pasaría totalmente por la prueba,
no en una acción, sino experimentando la fuerza de esa expresión, aprendiendo la obediencia, sin un consuelo aquí, rodeado
de enemigos, cercado por toros de Basán, rodeado de perros. Él tenía que aprender la obediencia dónde la obediencia siempre
era sufrimiento, incluso hasta la entrega de la vida. Cada paso que daba era humillación hasta que llegó el fin en la cruz,
dónde soportó la ira de Dios por amor a nosotros. No cabe ninguna duda que Él encontró, en Su rechazo, campos blancos para
la siega, y así nosotros, en nuestra medida, al caminar en el mismo camino. Pero la cruz siempre estaba ante Él, -todo lo
que podría detener a un hombre. No obstante Él continuó, esperando pacientemente, y no pidiendo liberaciones. Así Él presentó
el perfecto Dios al hombre, y el hombre perfecto a Dios.
Versículo 1. En
este capítulo Él comienza públicamente el camino de padecimiento a causa de la obediencia. Y lo primero que hay que observar
es que, estando lleno del Espíritu Santo, Él es llevado por Él al desierto, dónde es tentado por el diablo.
Hay dos maneras
en que el enemigo tiene poder; primero por las seducciones, y en segundo lugar por el terror. En la primera él obra en nosotros
a través de las concupiscencias de la carne, presentando lo que está calculado para atraer, y de esta forma él nos gobierna
de forma natural. En la otra, él tiene el poder de la muerte. De esta forma, siendo Judas un hombre codicioso y sin la fe
que purifica el corazón, Satanás le sugirió la ocasión y lo atrapa. Él no tiene derecho a dominar a los hombres, pero él adquiere
el dominio a través de las concupiscencias de la carne. Otra manera es a través del temor a la muerte. Con ambas él atacó
al Señor, pero no encontró nada en Él.
Aquí, entonces,
tenemos al diablo enfrentando al hombre en el poder del Espíritu de Dios -al hombre tentado, no en el paraíso, sino en el
desierto. Jesús no dice, 'Yo soy Dios, y tú eres Satanás; vete.' Eso no habría glorificado a Dios, ni nos habría ayudado.
Pero como el Señor fue llevado al desierto, no por la concupiscencia (¡qué Dios prohíba incluso el pensamiento!) sino por
el Espíritu Santo, así en Su gracia bendita Él se coloca en el lugar dónde el hombre estaba. Él no tiene ayuda de nadie, ni
siquiera de Juan el Bautista. Más bien estaban dadas todas las condiciones para tropezar, de haber sido posible; Él pasa a
través de todo eso como hombre. Él debe ser tentado, y debe superar aquello donde el hombre no sólo había fallado, sino que
yacía bajo el poder de la maldad.
Versículos 2, 3.
No había nada malo en el hambre: no era ningún pecado. Él podría haber ordenado que las piedras se convirtiesen en pan, pero
al hacer esto, excepto por hacer caso a la palabra de Su Padre, habría estado haciendo Su propia voluntad, y entonces Él no
habría sido el hombre perfecto. Satanás intenta introducir en Su corazón un deseo que no estaba en la palabra de Dios; él
tuvo éxito al insinuar una concupiscencia en el corazón de Adán; él fracasa con Jesús, aunque Él estuvo durante cuarenta días
expuesto a su presencia y poder. ¡Jesús tuvo que conocer por la experiencia lo que era tener al diablo obrando ante Él, sin
un solo apoyo, sin un amigo, en solitaria tristeza (salvo, de hecho, por las
bestias salvajes)! Así Él midió el poder de Satanás. El hombre fuerte estaba allí, exhibiendo todas sus armas, pero fue superado
por Aquel que era más fuerte que él: Jesús ata al hombre fuerte. Él estuvo abstraído de la condición humana durante cuarenta
días, no como Moisés solo para estar con Dios, sino como Aquel que siempre estaba con Dios, para ser expuesto a Satanás. Ningún
otro hombre necesita abstraerse para ser tentado, él sólo tiene que estar de acuerdo con los hombres. En este caso, esta separación
extraordinaria era para estar con el diablo. Para estar con Dios, Él no necesitaba nada fuera de Su camino diario, porque
era Su lugar natural; pero para estar con Satanás, Él lo necesitó. Otros eran extraños para Dios, y se sentían como en casa
con Satanás. Él, en las cosas más adversas, es un extraño para Satanás, y mora en el seno del Padre (Juan 1: 18).
Pero Él se despojó
a sí mismo como Dios, para hacerse un siervo como hombre, y allí Él espera en dependencia a la palabra de Aquel a quien Él
servía. El Padre viviente lo había enviado, y Él vivió por el Padre. Él era como hombre bajo Su autoridad, y Su comida era
hacer Su voluntad. "Por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos." (Salmo 17: 4)
Versículo 4. Lo
que Él siempre usa es la palabra escrita, ¡y Satanás queda sin poder! ¡Qué importancia asombrosa da Jesús a las escrituras!
Dios actúa ahora por la palabra, y Satanás es resistido moralmente de esta manera. Un hombre no puede ser tocado por Satanás
mientras la palabra es usada en forma sencilla y en obediencia.
"El que es engendrado
de Dios se guarda, y el maligno no le toca." (1a. Juan 5: 18 - Versión Moderna). Él no despidió a Satanás como un ejercicio
de autoridad divina, sino que se demostró que el enemigo es incapaz de confrontar la obediencia a la palabra de Dios. Si él
no puede sacar del camino de obediencia, él no tiene poder.
¿Hay algo más simple?
Cada hijo de Dios tiene el Espíritu Santo que actúa por la palabra para guardarlo.
Jesús no razona
con Satanás. Un solo texto impone silencio cuando es usado en el poder del Espíritu. Todo el secreto de la fortaleza en un
conflicto es usar la palabra de Dios de la manera correcta. Uno puede decir, yo no soy como este Hombre perfecto: podía ser
así con Cristo, pero ¿cómo puedo yo esperar el mismo resultado? Es verdad, nosotros somos ignorantes, y la carne está en nosotros;
pero Dios siempre está detrás, y Él es fiel, y no dejará que seamos tentados más de lo que podamos resistir (1a. Corintios
10: 13). La tentación puede ser simplemente para probar nuestra obediencia, como en el caso de Abraham, no una trampa para
que nos extraviemos. Satanás presenta lo que no tiene ninguna apariencia de mal. El mal sería hacer nuestra propia voluntad.
Ahora esto resuelve cada dificultad que surge -no se trata de, ¿qué tiene de malo en hacer esto o lo otro?- sino, ¿por qué
estoy haciéndolo? ¿Es para Dios o para mí? ¡Qué entonces! ¿es que tengo que estar para siempre bajo esta restricción? ¡Ah!
allí se presenta el secreto de nuestra naturaleza; no nos gusta la restricción en hacer lo que Dios aprobará. ¡Es la restricción
de hacer la voluntad de Dios! Nosotros queremos hacer nuestra propia voluntad. Actuar meramente por lo que uno debe hacer
corresponde a la ley, y no a la guía del Espíritu. La palabra de Dios era el motivo de Cristo, y tal es la guía de Cristo.
No es poner una cerca al viejo hombre, sino que la defensa contra Satanás es el nuevo hombre viviendo por la palabra.
Versículos 3-13.
La primera tentación es una apelación a la necesidad del cuerpo. La segunda en Lucas (no en Mateo), es el incentivo de la
gloria del mundo. La tercera en nuestro Evangelio es la tentación religiosa a través de la palabra de Dios, y moralmente,
por consiguiente, es la más dura de todas para uno que valora esa palabra. Y ésta es la razón por qué Lucas se aparta del
orden real de los eventos, para agruparlos moralmente, como también es el hábito de este evangelista en otras partes. Así
tenemos al tentador atacando al Señor Jesús, primero, acerca de la vida del hombre; segundo, acerca del poder dado al hombre;
y tercero, acerca de las promesas hechas al propio Cristo.
El Señor podría
haber discutido con el diablo, pero Él ni siquiera le dice que el dominio del mundo luego sería Suyo. Él se mantiene firme
en aquello que resuelve todo, y es un ejemplo perfecto para nosotros. Él se afirma en la palabra de Dios, y la adoración a
Dios. Él espera en Su palabra, Él le adora, Él sólo le sirve a Él. ¡Cuán simple y cuán bendito! Era el vínculo inmediato con
Dios de un corazón obediente. El asunto era acerca de la relación con Dios. Así en el pasado, Eleazar recibe bendición, pero
antes de que él empiece a disfrutarla, él da gracias. Él primero tuvo la palabra, luego la
bendición -y, ¿qué sigue inmediatamente? Él inclina su cabeza y adora. Dios es el primer pensamiento de su corazón.
Y de esta forma, aún más plenamente aquí con el Señor. La última y más sutil tentación estaba fundada en las promesas al Mesías
(versículos 9-11). ¿Si tú eres el Hijo de Dios, por qué no haces la prueba? Pero, ¿por qué iba Él a probar si Él SABÍA que
Dios estaba a favor de Él? ¿Por qué Él debía ser como el presuntuoso Israel de antaño, quién subiría la colina en desobediencia,
para demostrar si el Señor estaba entre ellos? Ni siquiera cuando Lázaro estaba enfermo Él se inquietaría, hasta que fuese
la voluntad del Padre, aunque toda la naturaleza se hubiese movido: y Él conocía bien el dolor de esa casa que era Su refugio;
porque "amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro." (Juan 11: 5).
El Señor no escuchó.
Ustedes dicen, ¿quién lo habría hecho? Pero ustedes escuchan a Satanás, todos los días de sus vidas cuando buscan algo, aunque
sea muy poco, del mundo. ¿Pero no había una promesa? Indudablemente la había; no obstante, ¿por qué debía Él lanzarse abajo
para ver si Dios sería tan bueno como Su palabra? ¿No sabía Él que Dios estaba con Él? Y así con nosotros: que sólo la palabra
esté con nosotros, no importa lo que pueda estar ante nosotros. Nunca debemos plantear una interrogante acerca de si Dios
está con nosotros. Si Él no envía, no nos movamos, pero nunca nos permitamos cuestionar Su presencia. Si estamos en el camino
sencillo de Su voluntad, el Espíritu Santo actuará en nosotros para guiar, y no meramente en nosotros para corregir.
Así entonces, en
el orden que sigue Lucas, el cual, como hemos visto, no es histórico, sino moral, tenemos los ejercicios progresivos de un
hombre. Primero, los deseos naturales; en segundo lugar, los deseos mundanos;{*} y por último, las tentaciones espirituales.
El Señor Jesús fue tentado aquí, no en Edén, sino en el gran sistema dónde nosotros
estamos. Él se situó, por la voluntad y sabiduría de Dios, en el lugar de nuestra dificultad en el mundo, dónde el hombre
está. Él ha pasado por todas las dificultades en las que un santo está. ¿Quién quiere Su ayuda? No un pecador, porque él necesita
salvación: sino un santo necesita ayuda y compasión en su camino. Nosotros tenemos que guardar prácticamente nuestro primer
estado, como renovados. Satanás no puede tocar el nuevo hombre, pero él intenta atraernos para que nos salgamos del camino
de piedad. Nosotros queremos el socorro para caminar obedientes dónde Cristo caminó.
{*Al decir Satanás en Lucas 4: 6 ("toda esta potestad", etc.) era falso
en cuanto al derecho, pero verdadero de hecho, por medio de las pasiones de los hombres. En cuanto quieren manifestarse, él
da el poder; pero Dios, después de todo, está por sobre él, y gobierna en providencia.}
Versículo 14. "Y
Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea;. . .Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos". Su
obediencia se muestra en todas las cosas. No tocado por Satanás, Él continúa en poder que no puede ser impedido: así como
nosotros lo haremos, en cierta medida, si, como Él, pasamos a través de la tentación, para no ser tocados por Satanás.
Versículo 16. "Vino
a Nazaret, donde se había criado" -el lugar inferior, despreciado, pero justo el lugar dónde se encuentra el poder espiritual.
¿No fue siempre así? ¿Cuándo se encontró [el poder] aliado a las grandes cosas de este mundo?
Versículo 18. "El
Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres," etc. Era la característica
de la gracia venir para tales personas. El gran oficio de Cristo era predicar, es decir, presentar a Dios. El Espíritu Santo
da la palabra correcta en el momento correcto, y de la manera correcta. "Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos,"
versículo 21 (VRV 1909). El Señor no razona; Él dice, 'Aquí está'. La manera
de obrar de Dios es presentar lo que nosotros necesitamos. Ustedes quieren salvación, pues allí está; ustedes quieren misericordia,
y allí está. Sólo Dios puede venir así, por la gracia, al lugar de un pecador. Ellos se maravillaron, porque Sus palabras
eran palabras preciosas, pero pronto ellos preguntan, "¿No es éste el hijo de José?" ¿Estaba Él avergonzado de ser el carpintero?
La gracia desciende a la necesidad más baja. Pero el hombre aprovechará la ocasión para despreciar la gracia, porque está
vestida de humillación: él puede ver a Dios, pero renuncia a mirar la humillación, y así muestra el odio de su corazón. La
gracia de Dios es despreciada y Su soberanía es odiada. Dios no despreció a Nazaret, pero el hombre desprecia a Jesús porque
Él salió de Nazaret. Incluso el sincero Natanael pregunta, "¿De Nazaret puede salir algo de bueno?" (Juan 1: 46). ¡Cuán poca
apreciación de los caminos de la gracia hay incluso en el piadoso! Cristo entra en la miseria de hombre, y lo encuentra donde
él está.
¿Podía hacerlo un
ángel? No: el ángel se queda en su posición apropiada, llevando a cabo los mandatos del Señor, y escuchando a la voz de Su
palabra. Un ángel no debe descender hacia mí en mis pecados: sólo Dios lo puede hacer en Su gracia. ¡Y el hombre despreció
la humildad a la que Lo trajo la gracia -miserable hombre!
Pero Israel siempre
resistió a la gracia, y, sin embargo, esto estuvo siempre en el camino del deleite de Dios. Vean a la viuda de Sarepta en
Sidón, y a Naamán el sirio leproso. La gracia sobrepasa los límites de Israel (versículos 25-27). Ellos podrían enfurecerse,
pero la gracia traspasa sus límites. Ellos se levantaron para despeñar a Aquel que había negado sus privilegios, pero Él pasó
por medio de ellos (versículo 30) para reanudar la obra de la gracia en otra
parte (versículos 31, 32). Esto no conmueve a Jesús; lo prueba y rompe Su corazón, pero no lo conmueve. El reproche del hombre
le hace volverse a Dios. Su consuelo en Su rechazo es la voluntad de Su Padre: "Así, Padre." (Mateo 11: 26 - RVR 1909). Era la perfección en la escena de la gracia, como antes en la escena de la tentación.
Estaba, también,
la manifestación de poder, y no meramente la promesa. Estaba el cumplimiento de la promesa para la liberación del hombre tanto
en poder así como en gracia: y esto permanece verdadero para nosotros, quienes lo conocemos como un hombre resucitado, y a
la diestra de Dios. La mera promesa no da un centro para los afectos: Cristo mismo es ese centro -Cristo, a quien señalaba
la promesa. Él despierta los sentimientos y pensamientos divinos en nosotros, los cuales no encuentran ninguna respuesta o
satisfacción de nada en este mundo. Es el carácter especial de Cristo: cuando Él se presenta, hay paz y gracia perfectas;
y en comunión con Él, el alma puede alabar y regocijarse en lo que Él es.
Esta gracia se adapta
a todas las dificultades, para hacer que el hombre esté en paz con Dios. Los propios demonios supieron quién era Él; sólo
el hombre estaba embotado y ciego. El demonio mantenía cautivo al hombre, pero una sola palabra de Jesús dejó libre al cautivo.
Él estaba allí, no meramente como una promesa, sino como el poder en cumplimiento, el poder viviente del Señor entre los hombres,
el poder de Dios en el hombre venciendo a Satanás.
Así estuvo Jesús
en la sinagoga de Capernaum, tratando con el espíritu inmundo (versículos 33-37). Y es lo mismo cuando Él sale y entra en
la casa de Simón. La enfermedad desaparece, lo débil es fortalecido. Él atiende a la suegra de Simón, mientras ella yacía
con una gran fiebre, "y levantándose ella al instante, les servía" (versículos 38, 39). ¿Qué puede resistirse a este poder
liberador en la persona del Señor Jesús? "Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían
a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían demonios de muchos." Él anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Por consiguiente cuando los hombres lo detienen para que no se vaya
de ellos, Él declara Su misión de predicar también en otra parte. Él es siempre Aquel que obedece.
CAPÍTULO 5
Es interesante conocer
el poder progresivo de la palabra de Dios. El Señor estaba predicando, como se relata al final del capítulo 4, y haciendo
esto, así como en los milagros que Él hizo, Él estaba manifestando el poder de la bondad. Así, realizando milagros, tenían
que cumplirse dos propósitos -se da la confirmación del testimonio, y la liberación
presente del poder de Satanás. Pero Su gran ocupación era predicar el reino de Dios. Él establecerá pronto el reino en poder,
pero Su gran objeto era entonces (y es) poner al corazón en contacto con Dios; y la palabra hace esto más que los milagros.
Versículo 1. En
cierta medida, incluso los no convertidos, son conscientes de la presencia de Dios. Adán lo era, cuando intentó esconderse.
Cuando el evangelio es predicado con poder, las multitudes son reunidas por el mensaje, conmovidas, quizás, por algo nuevo,
pero sin fruto. Así fue con la predicación y los milagros del Señor. Sabemos que los motivos de ellos eran a menudo egoístas,
sin embargo Él continuó de todos modos. Venido para bendición del hombre, Él asociaría a otros con Él en esta obra de gracia;
pero Él los llama de tal manera que no deja ninguna gloria al hombre. Él "vió dos barcas que estaban a la orilla del lago;
mas los pescadores habían salido de ellas, y estaban lavando sus redes. Y entró en una de las barcas, que era de Simón, y
pidióle que la desviase de tierra un poco: y él se sentó, y enseñaba desde la barca a las gentes. Y cuando cesó de hablar,
dijo a Simón: Hazte a lo profundo, y echad vuestras redes para pescar" (Lucas 5:2-4 . Versión Moderna). La palabra tenía autoridad
en la conciencia. Pedro y Andrés habían visto a Jesús antes, pero no se habían quedado con Él todavía; no había habido poder
suficiente en la fe de ellos para unirlos a Cristo. Hay muchos ahora, como siempre, quienes reconocen la autoridad de la palabra,
y sin embargo no están unidos por su poder a Su persona -muchos que están absorbidos por sus afanes de cada día, y la palabra
no ha asido sus almas para hacerles caminar completamente con Cristo. Una cosa es simplemente oír Su palabra cuando se les
habla; otra cosa muy diferente es cuando la palabra los alcanza, y se vuelve el manantial y motivo de todos sus actos. Así,
aquí, estos hombres habían estado poco tiempo con Jesús, le habían oído hablar, y le reconocieron como el Mesías; así que,
ahora también, vemos obediencia a Su palabra cuando ella llega a ellos. Ellos se hacen a lo profundo, bogan mar adentro confiando
en Su palabra, y en Su palabra ellos echan sus redes.
El milagro que el
Señor obró fue uno de todas maneras adecuado para actuar en aquellos involucrados. Su propia ineficacia fue reconocida. "Maestro,
toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado" (Lucas 5:5). El hombre no podía hacer nada en un caso tal: si
Jesús podía, era porque todo estaba a Su disposición. "En tu palabra echaré la red" (v. 5).
Versículos 6-8.
"Y habiendo hecho esto, encerraron una tan grande multitud de peces, que las redes se rompían. E hicieron señas a los compañeros
. . .Y llegándose ellos, llenaron ambas barcas, de manera que se iban anegando" (Versión Moderna). Ni siquiera había fortaleza
en ellos para recibir esto. "Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque
soy hombre pecador". Si la palabra de Jesús no hubiese alcanzado el corazón de Pedro, él lo habría obedecido meramente como
un medio de ayuda temporal; pero él lo reconoce como Señor, oyendo mucho más en las palabras pronunciadas. Su conciencia fue
alcanzada. El propio Señor es revelado, y eso muestra al propio Pedro. Cuando el ojo de Dios está conscientemente sobre nosotros,
vemos en nosotros lo que Él vio. Éste era el caso de Pedro. Él, una vez conducido a la presencia de Dios, siente que ha estado
engañándose a sí mismo.
La gracia comienza
aquí, pero no tenemos todavía el motivo. Así Pablo estuvo ciego por tres días,
y su alma tan agitada que no podía comer ni beber. Aquí Pedro cae de rodillas ante Jesús. Así sucede con nosotros: cuando
realmente somos conducidos a Su presencia, allí se descubre nuestro estado pecaminoso. Pueden ser varios los medios usados
para conducirnos allí -circunstancias de la vida, situaciones providenciales (en el caso de Lutero, una tormenta). Pero cuando
estamos allí, está la revelación del propio Cristo, y dondequiera que Él esté, Él toma Su lugar que le corresponde en el alma.
No sólo es que entonces un hombre tiene la salvación, sino que nunca más puede estar satisfecho sin que Dios tenga Su lugar
apropiado ante él.
Pedro no huye del
Señor, escondiéndose como Adán: es atraído a Él. Al mismo tiempo está allí un hombre juzgado, declarado culpable, y hombre
pecador en su propia conciencia, la cual toma la parte de Cristo contra sí misma. Él dice, "Apártate de mí", pero lo dice
postrado de rodillas ante Jesús. Esto podría parecer como una contradicción. Era realmente amor al Señor y cuidado por Su
honor, porque Su palabra había llegado a ser la revelación de Cristo para él. Su corazón no tiene paz perfecta, pero Cristo
la posee. La gracia atrae hacia Cristo, pero está, además, el sentido de ineptitud hasta que Su obra es conocida en todas
sus consecuencias dadoras de paz. Dios ve los pensamientos y los intentos del corazón, y estamos hechos para verlos tal como
Él los ve. La rectitud es fijada en la conciencia; Dios y el hombre son unidos. No era que Pedro podía estar contento en cualquier
otra parte y no de rodillas ante Jesús, pero él sentía a cada momento cuán incapaz era para estar en compañía tal.
Pero el Señor trata
en perfecta gracia. Él no abandona a Simón Pedro. Él conocía todo su pecado antes de que Él entrara en la nave, y le dice,
"No temas; desde ahora serás pescador de hombres." (Lucas 5: 10). Jesús entró en la barca para mostrar a Pedro que no tenía
nada que temer. Verdaderamente "el amor perfecto echa fuera el temor" (1 Juan 4:18 - Versión Moderna). El temor atormenta
hasta que la gracia es totalmente revelada; y eso era ahora, con tanta autoridad como la de esa palabra obradora de milagros,
"Hechad vuestras redes para pescar" (Lucas 5:4). Era la palabra de Cristo a su corazón. Si él confió en ella con respecto
al pez, ¿por qué no confiar en ella para sus temores? Pedro había dicho, "Apártate", pero en lugar de eso, Cristo había venido
ya, sabiendo todos que él era mejor que Pedro. Él vino como un Salvador; no, más que eso, Él da a entender a Pedro que Él
iba a hacer de él un instrumento para reunir a otros. Todo aquel que tiene el amor de Dios derramado en su corazón llega él
mismo a ser un instrumento de gracia viviente: no la fuente, sino que el río fluye a través de él, para que las personas puedan
venir y beber. Destinatarios de la gracia, nosotros estamos asociados con Cristo en la actividad del amor. Aquí no es mencionado
el don exterior, sino que, como miembros de Su cuerpo, hay comunión de vida con la Cabeza en el testimonio de Su gracia y
poder.
Vemos en estos discípulos
el efecto de todo. Ellos están ahora absortos con Cristo. Ellos no sólo cuentan con Él para salvación, sino que no piensan
en nada más para la vida, hablando ahora en forma general y aparte de cualquier fracaso particular. "Dejándolo todo, le siguieron."
(Lucas 5: 11). Cristo llega a ser la vida de ellos. Es una línea totalmente nueva -no meramente la obediencia a una mandamiento
expreso, con la reserva de pensar y decir, quizás, 'no hay daño en esto o lo otro.' Cristo no se agradó a sí mismo. Su razón
para la acción era la voluntad de Su Padre, y no la ausencia de una prohibición. Y nosotros somos santificados "para obedecer
y ser rociados con la sangre de Jesucristo" (1a. Pedro 1: 2). "Dejándolo todo", y ellos iban donde Cristo iba. Ellos están
asociados con su Señor en Su amor a las almas, y en el camino de vida. Ésta es libertad. ¡Que podamos nosotros, teniendo Cristo
nuestra vida, tenerlo a Él como nuestro único motivo! ¡Separados de todo para Él y sin embargo, canales para toda bendición y gracia que nosotros mismos hemos gustado en Él! Hay poder para atraer fuera de cada corrupción
alrededor, y recoger el alma en los pensamientos y caminos de Dios, por la revelación del propio Cristo.
Versículo 12. Cristo
era la manifestación en la tierra del poder y el carácter de Dios -de la gracia. De esto, el caso del leproso, a continuación,
es un testimonio notable; porque la lepra era un mal que nadie sino Dios podía quitar. Pero Dios estaba allí en gracia. La
lepra representaba el pecado en el aspecto de inmundicia. Un hombre lleno de ella, al ver a Jesús, "se postró con el rostro
en tierra y le rogó diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme." (Lucas 5: 12). Está el reconocimiento del poder divino
en Jesús, pero él no tiene plena confianza en Su gracia. Él parece descorazonado por la miseria; y casi en la desesperación
dice, "si quieres", etc. Pero Aquel único que tenía en la tierra el título para decirlo, dice, "Quiero." Era únicamente Dios
-no en el cielo, sino habiendo descendido a la tierra como hombre y entre los hombres. Cristo estaba allí, quién podía tocar
al leproso y a la lepra sin ser tocado por ello. Se necesitaba el poder divino, indudablemente, y los propios sacerdotes no
pudieron sino dar fe de los resultados de su intervención, pero había amor divino y perfecto en Su toque, aunque era el toque
de un hombre, un hombre que aceptaba las ordenanzas de Dios, como uno que había nacido bajo la ley. Así esto fue "ocasión
para dar testimonio." (Lucas 21:13). Porque el leproso debía ir al sacerdote, ¿y qué podía pensar él? ¡Vaya!, ¿quién ha estado
aquí? Tiene que haber sido Jehová quien sanó al hombre.
Versículo 16. ¿Y
qué viene a continuación? Jesús "se apartaba a lugares desiertos, y oraba." (Lucas 5: 16). Aunque el poder ejercido sea siempre
tan grande, y manifiestamente divino, Él es el hombre dependiente; y esto es justamente donde nosotros fallamos.
Versículo 18. Aquí
tenemos otra cosa -no el poder de Satanás, como en el capítulo 4, ni la inmundicia del pecado, tipificada por la lepra- sino
la culpa del pecado. Ellos trajeron al hombre, porque sentían la necesidad; y había perseverancia de fe, de que no iba a ser
pospuesta hasta otro día. Y Jesús trae perdón de pecados, así como limpieza de la contaminación. Esto es lo que aparece en
el caso del hombre paralítico. El primero y gran punto es que Jesús declara perdonados sus pecados. La autoridad para perdonar
había llegado en la Persona del Hijo del Hombre en la tierra, no obstante lo que los escribas y Fariseos podrían pensar. Era
Dios, Jehová el Señor, pero, al mismo tiempo, el Hijo del Hombre, teniendo poder para perdonar pecados en la tierra, y usándolo.
Es de esta manera que Israel será perdonado después (compare con Salmo 103: 3); y de acuerdo con esto, el Señor da aquí la
prueba de esa autoridad para perdonar sanando la enfermedad del paralítico. "Para que sepáis", etc. (versículo 24). El hombre
debía saber en su relación con Dios, que su culpa había desaparecido. Por medio de la gracia
infinita, nosotros tenemos derecho incluso a más que esto; porque tenemos la justicia del Hombre aceptado en la presencia
de Dios. Nosotros somos hechos justicia de Dios en Él. Este hombre paralítico era un ejemplo de lo que será, en el día futuro,
la porción de Israel. Jesús estaba perdonando iniquidades y curando enfermedades. Él había mostrado el poder para hacer lo
uno; ahora Él mostraría que podía hacer también lo otro. Es el deleite de Dios hacer todo esto. Puede que tú no creas que
tienes una bendición tal, pero es nuestra en Cristo. El Hombre perfecto ha venido con el perfecto derecho en Su Persona. Dios
obró allí, pero también era como un hombre lleno con el Espíritu Santo. El creyente camina y es también una prueba, no tanto
para él como para otros, de que Dios está allí. El hombre no ha de decir, '¿me pregunto si puedo caminar?'; si tiene fe, él
se levantará y lo hará.
Dos cosas están
aquí presentes. Primero, la superabundante gracia bendita mostrada en que el Señor ha venido, el poder de Dios dentro de la
esfera de la miseria humana, la que, extrema como puede ser, no hace más que hacer evidente el poder. Si, como hombre, yo
miro alrededor, yo estoy perdido. Yo no puedo desentrañar la historia del mundo -las abominaciones cometidas en el nombre
de Cristo, rechazado Él mismo por Su pueblo Israel, y crucificado por esos Gentiles
a quienes Dios había confiado el gobierno del mundo, el Mahometismo, el paganismo; ¡qué tipo de Dios tienes, dice el corazón
que razona, cuando el mundo es algo tal! Pero aquí tengo al Señor que ha descendido en medio de toda la miseria, la enfermedad,
el pecado; y mi corazón es apartado del placer y del dolor hacia Él. Cuán bello es ver el corazón después de que el corazón
es traído cerca de este Ser Único, el único centro verdadero, quien pronto se levantará como cabeza de la nueva creación,
siendo Él mismo el objeto que saca fuera los sentimientos y afectos de los que sólo Él es digno; Él quién por Su excelencia,
da excelencia, y quien por Sus pensamientos llenos de gracia hacia nosotros, produce y hace brotar afables pensamientos en
nosotros. Luego, nuestros corazones permanecen fijos sólo en la medida en que tengamos un objeto -establecido según Dios,
cuando tenemos al propio Cristo ante nosotros. ¿Cómo puedo amar si no tengo nada que amar? Un hombre es lo que él siente,
y le gusta y piensa. Si mi alma vive y se alimenta de aquello que es más excelente -de Cristo, el pan de Dios-, Cristo, en
un sentido práctico, es formado en el corazón. En Él, el hombre Cristo Jesús, Dios ha tenido todo Su deleite, y también la
demostración de ello.
Noten, además, que
en los relatos que hemos visto, el poder divino en la persona de Jesús, el Hijo del Hombre, se ejerce en medio de Israel.
Primero, en el capítulo 4: 31-41, su triunfo sobre el poder del enemigo en enfermedades y en posesiones demoníacas, y el testimonio
del reino, cuando todos tales efectos de la obra de Satanás deban desaparecer. Esto último abre el camino para la más positiva
y más profunda bendición de las almas, siendo puestas en relación con Dios. De ahí que desde el capítulo 5: 1-26 (el llamamiento
de Pedro, la limpieza del leproso, y el perdón del paralítico), es un asunto del estado del alma (cualesquiera que pudieran
ser las concomitancias exteriores), de la autoridad de la palabra del corazón, de la fe, y de la gloria personal de Cristo.
Aun así era gracia
obrando hacia Israel; gracia, si uno puede hablar así, en el gobierno. Dios había dicho a Israel que Él no haría caer sobre
ellos las plagas de Egipto, excepto por su pecado. Ellos eran un pueblo elegido y redimido exteriormente, pero estaban bajo
el gobierno de Dios; y por lo tanto vino el castigo, del cual la lepra y la parálisis eran ejemplos peculiares. Jesús muestra
que Él es "Jehová tu sanador" (Éxodo 15:26), en medio de Israel, aunque Él estaba pasando en medio de ellos hacia una más
amplia demostración de poder y misericordia. Él podía haber sanado a cada uno, leproso o paralítico; Él podía haber quitado
todas las enfermedades, ¡lamentablemente! traídas ahora sobre los Israelitas; pero en estos casos es donde ellos vienen a
Él en busca de sanación, es decir, Él obra en respuesta a la fe. Él estaba allí, mostrando al sanar, el poder divino y la
gracia.
Versículo 27, etc.
Pero esta gracia, siendo de Dios y soberana, no podía estar limitada por circunstancias humanas. Dondequiera que una necesidad
aparecía ante Él, ¿podía Él negar Su poder o Su amor? Ahora, vean cómo eso se relaciona con lo que sigue. Había plena liberación
para todos los que confiaron de entre el pueblo de Israel, pero Él no podía, y no limitaría Su gracia. La ley limitaba, pero
cuando Él, el Dios que la dio, vino, todo aquel que lo necesita es bienvenido; Su casa es una casa de oración para todas las
naciones. De ahí que Él llame a un publicano, de hecho un judío, pero detestado por los Israelitas, y en cierto sentido con
razón, cuando es visto como señal de su servidumbre nacional. Un publicano era uno que obtenía ganancias por medio de sus
amos Gentiles, sacaba dinero de Israel, y, por consiguiente, naturalmente se lo consideraba con horror. Pero Jesús llama a
uno llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos -¡lo llama para ser un apóstol! La gracia debe actuar según sus
propios derechos. Si Dios ha sido bueno contigo y conmigo, ¿obstaculiza esto Su misericordia y amor hacia otros? La gracia
crea el instrumento por medio del cual quiere actuar; y aún fluirá más allá del publicano, incluso hasta el más distante Gentil.
Es verdad, Israel tenía las promesas, el Gentil, estrictamente hablando, no tenía ninguna; pero por esa misma razón era más
puramente gracia; y la gracia actuaría hacia los Gentiles. El Señor mismo, Dios, estaba allí, e Israel no podía ser el centro,
ni el templo podía serlo tampoco, cuando Él estaba allí, el Señor despreciado por ambos. Él es la puerta, el nuevo centro
y el punto decisivo de bendición; no una mera rama de la vieja vid, sino Él mismo, la verdadera vid. Como judío, Él estaba
sujeto a ordenanzas, pero como el Señor, Él está por sobre ellas, y Él sale más allá de todas las antiguas restricciones.
"Y Leví le hizo
gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas
y los fariseos murmuraban. . ." (Lucas 5: 29-30). Era una escena terrible y un
golpe para tales personas. Pero Jesús responde, "Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
No he venido a llamar
a justos sino a pecadores al arrepentimiento." (Lucas 5: 31-32). Ellos malinterpretaron al Señor totalmente: Él vino a mostrar
de qué forma la gracia podía tratar con aquellos que no tenían ninguna justicia.
Versículo 33, etc.
Él está saliendo ahora, por decirlo así, fuera de lo antiguo. Él es fiel a Israel, pero terminando con ese orden de cosas.
¡Cómo podían ellos ayunar cuando poseían la presencia del divino esposo de Israel, el Mesías! Ya llegaría el tiempo cuando
la cruz debía ser tomada; pero cuando el Esposo está allí, ayunar estaba fuera de lugar y estación.
Versículos 36-39. Más aún, el vestido viejo no puede ser remendado con tela nueva. Jesús no haría ninguna
cosa tal como añadir el Cristianismo al Judaísmo. La carne y la ley van juntas, pero gracia y ley, la justicia de Dios y la
del hombre, nunca se mezclarán. Tampoco se puede echar el vino nuevo -el poder del Espíritu- en las viejas ordenanzas legales
sin sufrir pérdida en todos lados. A un hombre acostumbrado a las formas, al arreglo humano, a la religión de los padres,
etc., no le agrada nunca el nuevo principio y poder del reino; él dice, 'Lo viejo es bueno.' Así es la naturaleza; la gracia
es ofensiva para ella. Ni tampoco el hombre mejora en las cosas divinas. Él puede degradarse y puede renunciar a lo que su
corazón nunca saboreó. Y esto continúa rápidamente hoy.
CAPÍTULO 6
Aquí tenemos que
se habla de algo muy de peso -el día de reposo. Es un asunto que a menudo agita las mentes de los hombres, y en ese entonces,
era especialmente importante finalizando las relaciones judías. Y esto, se tendrá en mente, era justo donde el Señor había
llegado moralmente al cierre del capítulo precedente. Los derechos de Su persona y Su gracia, volviéndose más rechazados ahora
por los hombres religiosos, de Israel, se extienden más allá de los estrechos límites de ese pueblo orgulloso. Acto seguido,
Dios, por grados, da a entender el próximo propósito de Su misericordia; Su salvación será enviada a su debido tiempo hacia
los Gentiles, y ellos oirán, si el Judío se juzga indigno de la vida eterna. Dios tendrá Su propio gozo al salvar almas en
alguna parte.
Luego, es muy evidente
que el incidente de los sembrados (versículos 1-5), "Aconteció en un día de reposo", se ajusta completamente al objeto que
el Espíritu tiene en consideración. "El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo." Su persona le da derecho a la supremacía
por sobre aquello que era la señal del pacto de la ley. En el caso siguiente
(versículo 6-10), Él afirma el derecho de hacer el bien en los días de reposo, tal como Sus adversarios muestran, en el mismo
día, su disposición para destruir.
El hombre había
perdido completamente cualquier sentido real del día de reposo; de hecho, este día nunca había entrado en los pensamientos
de Dios en cuanto al reposo. Era Su reposo, y no tenía al pecado estropeándolo todo, el hombre debía haber disfrutado de aquello
que no era el resultado de algo suyo propio, sino de la obra de Dios. Éste es el carácter apropiado de ese reposo que claramente
pertenece al hombre; pero habiendo entrado el pecado, ha surgido la necesidad de que Dios obre de nuevo, si alguna vez el
hombre va a compartir el reposo de Dios (Hebreos 4). Cristo, entretanto, ha aparecido y ha terminado la obra que Dios le encomendó.
De ahí que, nosotros que creemos, hallemos reposo en Cristo, tal como lo encuentra el propio Dios. En Él, en virtud de la
obra de redención cumplida y aceptada, tenemos espiritualmente nuestro día de reposo.
El día fue separado
y bendecido desde el principio (Génesis 2). Después entró, primero en gracia a Israel, marcado por el cese de la provisión
de maná durante ese día, y una doble porción para proveer para ese día santo (Éxodo 16): y, en segundo lugar, como parte de
la ley del Sinaí, e incorporado con cada trato nuevo y especial de Jehová (Éxodo 20). (Ver también Éxodo 31: 13, 14; 33: 14;
34: 21; y 35: 2). A partir de entonces fue un memorial de la liberación de Egipto (Deuteronomio 5: 15). Por consiguiente,
los profetas lo tratan expresamente como una señal de la separación, de entre todas las otras naciones, de Israel para Dios,
y el pacto de Dios con ellos (Ezequiel 20: 12-20; 22: 8; 23: 38; 44: 24; Isaías Capítulos 56 y 58; Jeremías 17: 21-27). Pero
entonces, en el pasado, Israel, un pueblo pecador, tenía al día de reposo como una ordenanza legal, y por consiguiente son
condenados por esto, así como por todo lo demás.
¿Dónde está este
pacto con Israel? Todo se acabó debido a su iniquidad. Por lo tanto ellos fueron lanzados en manos de los Gentiles, y se volvieron
esclavos. "He aquí, hoy somos esclavos, y en cuanto a la tierra que diste a nuestros padres para comer de sus frutos y de
sus bienes, he aquí, somos esclavos en ella. Y su abundante fruto es para los reyes que tú pusiste sobre nosotros a causa
de nuestros pecados, los cuales dominan nuestros cuerpos y nuestros ganados como les place, y en gran angustia estamos." (Nehemías
9: 36,37 - LBLA). Si ellos tuvieron un templo después de la cautividad, sólo fue por la clemencia de sus amos Persas. El emblema
exterior persistió, sin duda, y fue especialmente hecho para mucha deshonra de Él, de quien y cuya obra era tan significativa;
pero, ¿dónde estaba su realidad cuándo Jesús estuvo en la tierra? ¡Lamentable!
Él yace en la tumba todo el día que Sus asesinos guardaban como un día santo a Jehová ("pues aquel día de reposo era de gran
solemnidad" - Juan 19: 31): horrible testimonio para los Judíos de su posición. Su propio Mesías muerto por Su propio pueblo:
tal era la verdad que ese día de reposo profería a aquel que tenía oídos para oír. Israel nunca tuvo el reposo de Dios. Si
Josué les hubiera dado reposo, etc. (Hebreos 4). Por consiguiente, allí quedaba un reposo. En primer lugar ellos deben reconocer
a Jesús.
Pero el Jesús rechazado
era Hijo del Hombre, y el Hijo del Hombre era Señor del día de reposo (versículo 5) -una verdad de extrema gravedad, a ser
afirmada con toda fuerza. Aquellos que confunden el día del Señor con el día de reposo están en peligro de olvidarse de esto.
Era el punto mismo en la controversia de aquí con los Judíos que mantenían que el día de reposo era superior al Señor. Pero
Él muestra que otro nuevo principio había entrado, el cual se superpone totalmente al viejo, y que permanecer en el viejo
era no tener ninguna liberación. Porque no hay ninguna posibilidad para una criatura lujuriosa estar bajo un mandamiento que
condena la lujuria, sin ser condenado. La gracia, sin embargo, ha entrado por un Cristo rechazado, y ahora hay reposo para
nosotros quienes creemos -no para aquellos que están en el terreno de la ley.
Ésta es la razón por la que los Cristianos guardan el primer día de la semana, y no el séptimo o día de
reposo. El reposo fue obtenido por el poder de la redención de Cristo, y el primer día, cuando Él se levantó de entre los
muertos, era el que lo proclamaba para la fe, a pesar de la culpa y ruina del hombre. El séptimo día será el reposo del hombre
en la tierra; el primer día celebra a Cristo tomándonos en Él al cielo. Entonces era vida de entre los muertos, vida más abundante,
libertad de la ley y de toda consecuencia del pecado -en una palabra, la victoria de la gracia. Por lo tanto, el Cristiano
tiene claramente el primer día, porque pertenece a y da testimonio de la perfecta obra de Cristo, y por consiguiente introduce
el reposo celestial. El primer día está en contraste con el séptimo que perteneció a la esfera de las obras del hombre en
la naturaleza y de las obras del Judío bajo la ley, en la que Adán e Israel fracasaron absolutamente. Es enfáticamente el
día del Señor, y así testifica del triunfo de la palabra de Cristo y de la gloria de Su persona -no el día que la incredulidad
culpable había pervertido como prueba y medio de Su inferioridad. Es la bendición positiva, directa, a aquel que Le reconoce
y Le honra -no porque es la conclusión de la pesada faena legal, sino porque es el comienzo de la esperanza Cristiana- el
día de resurrección cuando nosotros empezamos nuestra vida espiritual; y considera lo que coronará tan preciosa prenda.
Aquí, sin embargo,
lo grandioso es el mantenimiento de los derechos y la autoridad del Hijo del Hombre. Ustedes nunca pueden, según Dios, levantar
el título del día de reposo contra el Señor del día de reposo.
Versículos 3-5.
¿Qué hizo David, el ungido del Señor, cuándo Saúl lo persiguió y buscaba matarle? ¿Fue la actitud de Dios, en aquella ocasión,
hacer respetar el ritual y así privar de comida al hombre conforme a Su corazón? No; todos los cimientos de la tierra temblaban
(Salmo 82:5), y todo se volvió común en Israel cuando el rey escogido fue rechazado así inicuamente. Pero Uno mayor, y un
más grave pecado, estaban ahora en medio de ellos. De hecho, el Hijo, pero la Raíz de David, el propio Dios estaba allí; Aquel
que instituyó el día de reposo, su Señor, estaba allí en la persona del Hijo del Hombre.
Versículos 6-10.
Pero si Dios estaba allí, ¿negaría Él Su propia bondad o refrenaría Su poder en presencia de la miseria humana, porque "estaban
al acecho los escribas y Fariseos por si curaba en sábado"? (Lucas 6:7 - Versión Biblia de Jerusalén, 1976). El amor divino
debe actuar y sana la mano seca, aun cuando el hombre miserable intentase encontrar en esto una acusación. "Mas ellos se llenaron
de rabia, y conferenciaban entre sí de lo que pudieran hacer a Jesús." (Lucas 6:11 - Versión Moderna); pero en aquellos días
Jesús fue a la montaña a orar. Él se acercó a Dios, para hablar con Él de lo que Él tenía que hacer por ellos (versículo 12).
La de Él, era la actividad de la gracia -del amor manifestándose santa y poderosamente en medio del mal.
Versículos 13-16.
"Y cuando era día, llamó a sus discípulos", etc. En este llamado demuestra que Él era el Único que podía autorizar a otros
para llevar también este testimonio: y no obstante aquí, como en todo lo que sucedió antes, Él es el humilde Único hombre
perfecto dependiente, además de ser Dios. Él estaba en perfecta comunión continua con Su Dios y Padre, aunque Él era el propio
Dios manifestado en carne. ¡En qué forma tan bendita estas cosas lo traen a Él cerca de nosotros, aunque tan infinitamente
por sobre nosotros! Nosotros debemos aspirar a hacer lo que Él hacía, cualesquiera que sean nuestra medida y nuestra pequeña
esfera. En Él vemos al hombre perfecto en ese lugar de poder donde Él vino.
Él sabía a quién
escoger. Él sabía que uno de ellos tenía un demonio, pero los envió. Él escogió especialmente a doce, a quienes también llamó
apóstoles, 'enviados'. Era una palabra importante y significativa, como algo completamente diferente tanto de la ley como de las promesas. Nadie fue enviado por la ley. Ahora Dios está activo; Él está
enviando a Su Hijo, y el Hijo está enviando a los apóstoles. El amor de Dios está activo reuniendo almas. Este primer Enviado
es un hombre, real y verdaderamente. La obra de Dios de Su gracia debe ser hecha por Su Hijo: no por los ángeles, sino por
Su propio Hijo, como el Hombre Cristo Jesús, y Él mismo envía a hombres. El punto de reunión es el Hombre -Él mismo, por supuesto.
Dios ha puesto todas las cosas en manos del hombre. Mientras que debe ser Dios quien muestra la gracia, el Hijo del Hombre
es quién viene en la misión de amor, y envía hombres a los hombres.
Versículos 17-19.
Cualquiera sea el motivo por el cual Él atrae, Él reúne a Su alrededor para adoración, se rodea de ellos, y entonces desciende
y se detiene en un lugar llano. La gran multitud es atraída por Sus milagros y sus necesidades, viniendo a oír y ser sanados.
El grupo de los discípulos era un círculo íntimo. "Toda la gente procuraba tocarle." No se dice que ellos se convirtieron,
lo que es otra cosa; pero el poder viviente salió de Él, sanando su miseria corporal y liberándolos del poder de Satanás.
Versículo 20, etc.
Él alza ahora Sus ojos hacia Sus discípulos y les habla, no como en Mateo 5, etc., dándoles los principios desarrollados del
reino; sino distinguiendo aquellos ante Él como el remanente. De ahí que aquí se hable de "vosotros". Él pone el sello y la
estampa en aquellos realmente reunidos alrededor de Él. Ellos deben ser como Él. Él es al instante su centro y su modelo.
Él era Dios, pero la plenitud del Espíritu Santo moraba en Él como hombre también; y así Él pudo decir, "yo hago siempre lo
que le agrada" (Juan 8:29). Así debería ser con aquellos alrededor de Él.
Versículos 20-26.
"Bienaventurados vosotros, los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora; porque
seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora; porque reiréis.
Bienaventurados
sois cuando los hombres os aborrecieren," etc. (Lucas 6:20-22 - Versión Moderna). Estas palabras del Salvador dan el contraste
entre aquellos que Él declara bienaventurados con todos los que están cómodos en este
mundo. Aquellos quienes en esta vida solamente esperan en Cristo, serían, de todos los hombres, los más dignos de lástima,
son los únicos pocos felices; ellos son apartados de todos los otros, y puestos en relación con Él, la fuente de bendición, para ser bienaventurados. Si tú te puedes contentar y sentirte cómodo en este mundo
que ha rechazado a Jesús, no cuentes con Su bendición.
Son los pobres,
los despreciados con Jesús, quienes tendrán el reino. Él dice, si podemos hablar así, 'yo los estoy diferenciando' (porque
no hay ninguna enunciación de principios abstractos, como al comienzo de Mateo 5, sino un discurso a los corazones de aquellos
reunidos alrededor de Él). 'Yo he venido como el centro de poder y amor activo. Hay un solo lugar de bendición en la tierra.
Conmigo ustedes son bienaventurados.' Otros pueden ser festivos y alegres, donde Cristo no tiene ningún lugar; pero es un
tiempo cuando una verdadera alma espiritual no puede obtener nada bueno excepto con Cristo. Es una diferencia definitiva de,
y se dirige a, los discípulos que se unieron a Él. Esto es puesto en claro en el versículo 22, dónde se omite la persecución
por causa de la justicia, la cual Mateo registra cuidadosamente. Aquí sólo es asunto de sufrir "por causa del Hijo del Hombre".
En medio de un mundo
de miseria y egoísmo, allí vino Uno que no manifestó ni ley ni juicio, sino gracia. Pero, "la luz resplandece en medio de
las tinieblas, y las tinieblas no lograron sofocarla." (Juan 1: 5 - Versión Moderna).
Como el áspid que
no oye nada (Salmo 58:4), el mundo sigue tan sordo como ciego. No; con ustedes que están "saciados", Jesús no tiene ningún
encanto para ustedes ahora; pero ustedes, discípulos, están llorando ahora -el dolor y el pecado del hombre angustian su espíritu:
ustedes se gozarán. Cuando Dios lleva a cabo Sus caminos, ustedes, que no pueden satisfacerse con las algarrobas, serán saciados.
"Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo; porque, he aquí, vuestro galardón es grande en el cielo; pues que del mismo modo
hacían los padres de ellos con los profetas." (Lucas 6: 23 - Versión Moderna). Ustedes
tienen su porción con Cristo aquí, ustedes lo tendrán con Cristo en el cielo. Ustedes sufren con Aquel que sufre, ustedes
tendrán gloria con el Glorificado. ¡Pero los otros! -ellos tendrán lo que ellos buscan. Para los saciados luego habrá hambre,
porque ellos han perdido a Dios. Si ustedes se pueden reír en un mundo tal como este, llorarán
cuando llegue el tiempo de Dios para bendecir. Ellos son del mundo, y el mundo ama lo suyo. "Así hacían sus padres
con los falsos profetas." (Lucas 6:26). ¿Han cambiado los tiempos? ¿Ha cambiado el carácter de Cristo? No es ni un ápice más
conforme a la carne. Y si ustedes pueden encontrar su gozo, comodidad, y placer en el mundo, Cristo no pudo, y ustedes no
tiene Su Espíritu. Él que será su amigo es enemigo de Dios. ¿Pueden los discípulos de Jesús regocijarse y estar alegres en
un mundo que tiene pecado envuelto en él? Hay comunión con Jesús, gozo en el Espíritu, mientras se es paciente en la tribulación;
pero esto realmente es otra cosa. Es un gozo serio, aunque muy real y bendito.
Desde el versículo
27 Él muestra lo que debe ser la conducta de los discípulos como tales. Ellos debían manifestar a Dios, ser la revelación
de aquello que se exhibió en Él. La gracia que estaba en Él en plenitud y perfección debía reproducirse en ellos, tristemente
cuando fallamos en esto -el principio, la norma de nuestro camino. "Amad a vuestros enemigos", etc. Dios nos amó cuando éramos
Sus enemigos, y nosotros tenemos que mostrar ahora en forma práctica lo que Dios es. El versículo 29 nos lleva a circunstancias
completamente humanas, aprendiendo pacientemente en ellas: o, como en 1a. Pedro 2, haciendo el bien, sufriendo por ello, y
tomando esto pacientemente. Éste puede parecer un pobre consuelo. Pero Jesús lo hizo así, y el amor debe manifestarse así
en un mundo malo. El tiempo viene cuando Dios juzgará, en lugar de ser paciente largo tiempo como ahora; pero ahora, a cualquier
costo para uno mismo, muestren amor como Cristo hizo. La carne puede amar por amar (versículos 32, 33), pero los discípulos
de Cristo son llamados a imitar a Dios, y caminar en amor. "Vosotros, al contrario, amad a vuestros enemigos, y haced bien
y prestad, no esperando de ello nada; y será grande vuestro galardón, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para
con los ingratos y los malos." (Lucas 6: 35 - Versión Moderna).
¡Qué carácter bendito
de Dios se muestra aquí! No es justicia, aunque con toda seguridad había eso; sino que en el mundo dónde Dios tenía que ver
con los ingratos y los malos, Él muestra gracia. Él no tiene gracia para los ángeles, sino amor: pero Cristo en este mundo
de pecado es gracia (es decir, amor para aquellos que no lo merecen). "Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre
es misericordioso." No es "con" sino "como vuestro Padre." De la forma en que Él ama a Sus enemigos, así también deben hacerlo
ustedes; Él es misericordioso, sean ustedes también misericordiosos. En todo esto, el carácter de Dios es manifestado -amor
perfecto en un mundo de pecadores. Debe costarnos algo; costó la vida de Cristo. Su amor era un torrente que, si se encontró
con estorbos en su camino, sólo siguió fluyendo por sobre ellos, y dejándolos atrás hasta que llegó a la cruz.
Versículo 37. Estas
no son cosas requeridas para obtener la vida eterna, sino el resultado de cierta
conducta mostrada. "No juzguéis, y no seréis juzgados", etc. Como si Él hubiera dicho, 'Ustedes encontrarán las consecuencias
de su conducta tal como lo hizo Cristo'. Él tomó el lugar más bajo, pero Él tiene el más alto ahora. Él se humilló a sí mismo; "Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo", etc. (Filipenses 2:9). Él no vino
a juzgar, y ahora Dios, "todo el juicio lo ha encomendado al Hijo" (Juan 5:22 - Versión Moderna). Así que nosotros no sólo
tenemos la manifestación de la gracia, sino el carácter divino frente a sus consecuencias. Es un asunto de gobierno -de caminar
con el Señor; debe costar mucho en el camino, pero al fin estará la "medida buena, apretada, remecida y rebosando", etc. También
estará la bendición de Dios en el camino; aunque el 'yo' sea mortificado. La gracia abundará según la forma en que Dios hace
las cosas.
Versículo 39. Vean
el contraste de aquellos que están en ceguera absoluta, y el ciego guiando al ciego. Ustedes deben dejarlos solos; dejen que
sigan su propio camino; pero ustedes tienen que tomar su lugar conmigo; y el discípulo no es superior a su maestro, pero ustedes
serán como su Maestro. Si su Maestro sufre, ustedes sufren; si a su Maestro le ha costado mucho, puede costarle mucho a ustedes.
Si Cristo les enseña, es para que ustedes posean el conocimiento divino que Él mismo tiene. ¡Y vean qué lugar Él nos da! Cuándo
Él da, ¿qué es lo que Él da? Lo mismo que Él tiene. "Como él es, así somos nosotros en este mundo." (1a. Juan 4:17). "No según
da el mundo" (Juan 14:27 - Versión Moderna), quien, si da un poco, reserva lo principal para sí mismo; sino como si Él dijera,
'yo los estoy colocando a ustedes en el mismo conocimiento que está en Mi naturaleza: la gracia que yo tengo, la han de tener
ustedes.' Pero a las personas no les gusta hacer esas cosas que Jesús hizo.
¿Por qué hay tanto
debate sobre ese pasaje, "no resistáis al mal" (Mateo 5:39 - VRV 1909)? Es porque a ti te gusta resistir al mal. Tu voluntad
es tocada, tu conciencia es alcanzada; porque, de hecho, se te da como una exhortación; pero a ti no te gusta en absoluto,
y tú, si puedes, te librarás de ella. Estas cosas se dan como pruebas para la conciencia; ellas juzgan el ojo, no sólo el
camino. "Si, pues, tu ojo fuere sencillo, todo tu cuerpo estará lleno de luz" (Mateo 6:22 - Versión Moderna). Si no tienes
luz para dar un paso, es porque el objetivo está equivocado. Puede haber dificultades al subir una colina empinada, pero si
el objeto ante ti está claro, tú las superas tan rápidamente como puedes. Esto es lo que se expresa en la expresión, "Pero
una sola cosa hago" (Filipenses 3:13 - Versión Moderna). Es tener un objeto, y la disposición de mente para lograrlo. Si es
así contigo, con seguridad habrá luz en el camino -luz, no para un periodo desde aquí a diez años, sino para este paso que
está ante ti, y luego para el próximo paso. Moisés dijo, "Dí a los hijos de Israel que marchen" (Éxodo 14:15); y cuando ellos
estaban en el desierto, se les dio la columna para ser su guía constante. Así con nosotros; somos llamados a salir y seguir
a Cristo en el principio de obediencia, y esto nos pone en relación con Él en la revelación de Su voluntad, no dándonos a
ver todo el camino que está adelante. Un hombre puede ver una pared, y dice, 'yo no puedo ir por ese camino: hay una pared',
mientras que, si él da un sencillo paso, encontrará que hay un camino abierto al lado de la pared.
Versículo 44. "Cada
árbol se conoce por su fruto." No solamente llevando fruto, sino que el fruto que Cristo produce debe ser nuestro. Hay fruto
producido por una naturaleza recta, como aquel del joven que vino a Jesús, pero éste no era ningún fruto divino -era 'su propio
fruto' (Mateo 19:16-22); y dónde Cristo es la raíz y el tronco, allí hay fruto Cristiano, es decir, fruto que permanecerá
(Juan 15:16). Dos hombres pueden ir juntos hasta un cierto punto, y entonces viene alguna prueba para Cristo; uno continua
con Él, y el otro se aparta. 'Su propio fruto' -fruto que lo muestra a él mismo, surge de sí mismo. No estará el asunto de,
¿Qué hay de malo en esto o aquello?
¿Qué hay de malo
en ser rico?, como una persona una vez me preguntó. Si te deja fuera del cielo, ¿hay algo malo en eso? ¡Oh, yo no pensé en
eso! Pero el secreto es, que a ti te gustan las cosas. Lo malo no son las cosas que salen de la tierra en sí mismas, sino
el amor en el corazón hacia ellas. "De la abundancia del corazón habla la boca." Una palabra impaciente traiciona el corazón.
Yo puedo refrenar un soplo y, sin embargo, puedo pronunciar la palabra.
Versículo 47. A
oídos de toda la multitud, el Señor habla ahora sobre la casa construida sobre la roca, etc. Éste no es un asunto acerca de
construir sobre Cristo, la Roca, para salvación del pecador. Es el camino del santo. Pero, vean el resultado dónde la palabra
de Cristo relaciona con Él. Lo que las personas son llamadas a hacer, es seguirle a Él; y cuando yo sigo, esto demuestra que
las palabras del Maestro han asido de tal forma mi alma que ellas tienen el poder para llevarme por sobre las dificultades.
"Mi alma sigue ardorosa en pos de ti." (Salmo 63:8 - Versión Moderna). Los afectos de un hombre, el corazón, la voluntad,
son tomados y relacionados con Cristo, en lugar de con él mismo. ¿Es Cristo suficientemente precioso para hacerme dejar todo
a un lado y seguirle, para hacer esas cosas que le agradan? Si alguno anda de día, no tropieza, porque tendrá la luz de la
vida. "Como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor." (Lucas 11:36). Manteniéndonos cerca de Cristo, la luz alumbra
sobre nosotros. Si tenemos que entrar en la luz, podemos ser deslumbrados por ella. Así Él ha reunido a Su alrededor en luz
y amor, expuesto en esas palabras, a aquellos en quienes Él se deleitará, y que han sido como su Maestro, para ser finalmente
conformados a Su imagen en la gloria.
CAPÍTULO 7
Hemos visto al Señor,
rechazado por Israel, en virtud de Su persona y derechos, saliendo gradualmente más allá de los límites antiguos, y reuniendo
el remanente alrededor de Él, el nuevo y único objeto justo de Dios, la fuente de una misión en gracia, y el desarrollo pleno
y la ejemplificación plena de amor santo en un mundo malo; porque, independientemente de los principios especificados en el
capítulo 6, ellos no son sino la expresión del carácter de Dios en gracia, como son exhibidos en Cristo aquí abajo.
De acuerdo con esto,
tenemos ahora (versículos 1-10) el caso del centurión, y este es un caso muy completo y notable. No es meramente un acto de
gracia, sino de gracia hacia un Gentil. Ni es esto todo. Se pone de relieve el principio en que el apóstol apoya este asunto.
"Por lo cual es de fe, para que sea de gracia; a fin de que quede segura la promesa para toda la simiente." (Romanos 4: 16
- Versión Moderna). La fe, como el gran punto culminante, es introducida. No era una mera teoría; era la fe viviente, y una
fe tal como no se había visto en Israel. Tampoco había allí presunción, sino, al contrario, notable humildad. Él reconoció
el honor que Dios había puesto sobre Su pueblo; él lo ve, se aferra a ello, reconoce y actúa conforme a ello, a pesar de su
baja y degradada, y, en todo otro aspecto, indigna condición. Despreciados y fracasando como ellos estaban, él amó a los Judíos
como pueblo de Dios, y por Su causa, y él les había construido una sinagoga. La de él era una humildad no fingida, aunque
(sí, más bien, porque) su fe estaba más allá de aquellos a quienes él honraba. Por consiguiente, él tenía una percepción muy
alta del poder y la gloria de la persona de Cristo como siendo divinos, llegando, por completo, más allá de los pensamientos
Judíos. Él no se refiere al Señor como Mesías, pero reconoció en Él el poder de Dios en amor. Ésta era fe bendita, que se
olvida de uno mismo en la exaltación de su objeto. Parecería que él no había visto a Jesús, pero ciertamente entendió, por
lo que "oyó", que las enfermedades no eran para Él sino ocasiones para manifestar Su autoridad absoluta y Su misericordia
soberana. Él era un extraño, y los Judíos eran el pueblo de Dios; ¿no deben ser ellos o sus ancianos los más adecuados para
traer a esta persona maravillosa? Porque él confió en Su misericordia así como en Su poder, y su siervo, "a quien éste quería
mucho", estaba enfermo y a punto de morir. Él necesitaba a Jesús.
"Y Jesús fue con
ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes,
pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi
siervo será sano." (Lucas 7:6,7) Estaban, ciertamente, el respeto personal y el afecto más profundos. Ignorante como pudiese
ser en otras cosas, él sentía firmemente la excelencia de la persona de Cristo, y aquí de nuevo con la humildad correspondiente
a la medida en que Su gloria fue vista.
Este mensaje de
los amigos del centurión describe admirablemente su carácter y sus sentimientos. Él no dijo nada a Jesús de su servicio a
los Judíos, no habló de nada personal salvo de su indignidad, y esto de forma tan consistente,
que le pidió a Jesús que no viniera a su casa, como indigno de recibirlo. Había en esta alma exactamente la antítesis de hacer
a Cristo un honor, al creer en Él, y lejos de él estaba la pretensión de recibir a Cristo para elevarse; ambas cosas, ¡lamentablemente!
se encuentran a menudo en otra parte. La simplicidad de su corazón es tan clara como su gran fe. No había una fe tal en Israel,
y sin embargo, estaba en uno que amó a Israel. Fue una lección de gracia, en todos los sentidos, para la multitud que siguió
a Jesús -y, con toda seguridad, para nosotros.
Junto con la gracia
hacia los Gentiles vino la evidencia de poder para levantar al difunto, pero aquí se manifestó en compasiones humanas, como
testimonio de que Dios había visitado a Su pueblo (versículos 11-17). Era el poder de resurrección, un poder que iba a ser
mostrado aún más gloriosamente, y que iba a ser la fuente de aquello que es nuevo para el hombre según Dios -el Dios que resucita
a los muertos. Era otra y maravillosa gran prueba de que Él sigue obrando aquí, en el carácter de Su acción, sin la esfera
de la ley y sus ordenanzas. Porque, "la ley tiene dominio sobre el hombre sólo durante su vida" (Romanos 7:1 - Versión Moderna):
¿qué puede ser útil para uno que está muerto? "Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios
lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado" (Romanos 8:3 - LBLA). Era gracia, verdaderamente, y energía
divina, pero, además, manifestadas en Uno que se compadeció de nuestras debilidades (Hebreos 4:15). ¡Y cuán asombrosamente
esto saca a la luz todos los detalles! El difunto era "hijo único de su madre, la cual era viuda." "Y cuando el Señor la vio,
se compadeció de ella, y le dijo: No llores. . .Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a
su madre." ¡Cuán exquisitamente humano, y, sin embargo, cuán inequívocamente divino!
Es manifiesto que
estos dos casos ilustran el cambio del cual el Espíritu está dando testimonio en esta parte de Lucas. Ni es de otra manera
con la escena que sigue, la cual, de hecho, presenta el factor determinante de la dispensación. El Señor testifica de Juan
el Bautista, no Juan del Señor. Juan envía a dos de sus discípulos, al tener noticias de los milagros del Señor, para saber
de boca de Él mismo quién es Él. ¿Estamos sorprendidos? Él había predicado y había bautizado en la confesión de pecados y
en la fe del próximo Mesías. Pero ahora todo había cambiado. Juan estaba en prisión, no liberado, y ya no era más un pueblo
preparándose para el Señor. ¿No era extraño? En todo caso Juan buscó una respuesta clara, y bien pudo confiar él en la palabra
de Uno que hizo obras tan poderosas y santas. Pero, ¡qué comentario acerca del cambio maravilloso era en sí misma esta pregunta!
Era una forma de entregar los discípulos de Juan al Señor. "En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas y de
espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan", etc. (Lucas
7: 21, 22). Al mismo tiempo, si Él ya no recibe testimonio de Juan, Él da testimonio
de él, reconociendo a Juan y su obra. Pero ellos eran reconocidos desde un terreno más elevado dónde el Señor en gracia y
poder de resurrección se había colocado a Sí mismo; y esto estaba basado en el completo rechazo en y por parte del mundo,
de tal manera que, aunque Él estaba haciendo toda clase de bien, aun así "bienaventurado aquel que no hallare tropiezo en
mí." (Lucas 7:23 - Versión Moderna). De ahí que en el mismo versículo dónde el Señor reconoce de la manera más plena a Juan
el Bautista, Él señala el cambio que está a punto de tener lugar -"el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él." (Lucas
7:28). Felices aquellos que justificaron a Dios al ser bautizados por Juan -miserables los que tienen una justicia propia
que rechazaron Su consejo contra ellos. "La sabiduría es justificada por todos sus hijos." (Lucas 7:35). Ellos entienden los
caminos de Dios, ya sea en el siervo o en el Señor. Los caminos son bastante diferentes, pero son comprendidos en la gracia.
Esta generación, ¡lamentablemente!, no entiende nada, todo lo encuentra defectuoso. Juan es demasiado justo para ellos, Jesús
muestra demasiada gracia. Las endechas de los unos y el toque de flauta de los otros son absolutamente desagradables. Así
es la sabiduría del hombre antes los caminos de Dios. Pero, no obstante, los hijos de la sabiduría justifican la sabiduría.
Y a pesar de la
perversidad de los hombres, nuestro Señor no dejó de manifestarse al mundo. Conforme a esto, tenemos a continuación un relato
(versículos 36-50) que muestra cómo la sabiduría de Dios está justificada por, y en aquellos que la reconocen en Jesús. Es
un relato de gracia, de gracia pura, plenaria y perdonadora, que no descansa hasta que su objeto es despedido en perfecta
paz. Jesús está en casa del Fariseo, quien falló completamente en el punto esencial: Simón no percibió la gloria de Cristo.
El Señor lo enfrenta a esto, y le muestra, en contraste con la mujer "que era pecadora",
que el punto dónde este Fariseo estaba ejerciendo juicio era precisamente aquel en donde él falló. Los pensamientos de Dios
no son como nuestros pensamientos, ni Sus caminos como nuestros caminos. ¿Y si el despreciado Jesús no sólo era un profeta,
sino un Salvador de pobres pecadores perdidos? Ah, Dios era desconocido -ese era el secreto. El alma convertida ve la gloria
del Señor como gracia hacia ella; aquel que es escéptico, por mucho que esté interesado humanamente, juzga de acuerdo a sus
propios pensamientos, y, por consiguiente, necesariamente no ve la gloria que no se ajusta a estos pensamientos.
Por consiguiente,
el juicio que el hombre hace del evangelio debe estar equivocado; lo exclusivamente correcto es recibirlo como una gracia,
y es la única forma de llegar a conocerlo.
Esto era, entonces, un ejemplo directo y claro de los caminos de Dios. Era perdonar pecados en gracia,
soberana y libremente, a cualquier pobre pecador, manifestando y produciendo amor en los perdonados, a quienes Dios ama, porque
Dios es amor, y esto con respecto a sus pecados, en Jesús el Señor. Era gracia apropiada -el terreno en que cualquiera, sea
un Gentil o no, sería recibido, y Dios se manifestó, no por exigencia del hombre (dando de esta forma importancia al hombre
en la carne), sino haciéndolo todo, y Su carácter en gracia soberana, introduciendo así la bendición y su bendito efecto en
el corazón, desarrollando los frutos de la gracia en un corazón restaurado para confiar en Dios por el sentido de Su bondad.
¡Qué cuadro bendito!
Bondad conocida no sólo en el hecho, sino en Él, quién lo hizo. El discernimiento del hombre de la culpa en sus formas flagrantes
era una cosa, pero la gracia de Dios que podía cubrir y podía perdonar todo, era realmente otra. Cristo no estaba allí para
juzgar, y para sancionar a los Fariseos, sino para mostrar amor a un pecador, manifestando a Dios en este nuevo carácter de
gracia, produciendo santo amor agradecido a Dios, y una relación bendita, soberana y más allá del alcance del hombre. Pero, ¡de qué forma Dios siempre ha probado ser justo en Su bondad para con el hombre! -así de
duro es el corazón del hombre. Pero el Señor se identifica con el creyente, y lo vindica frente al mundo altivo, y esto da
certeza. Perfectamente indiferente a los comentarios, Él se dedica, no a los incrédulos, quienes eran inútiles, sino a aquellos
que tienen fe, y habiendo comunicado el perdón, muestra su rectitud al alma, es decir, los pensamientos correctos de Dios
y la cualidad que tiene la fe. La última palabra resuelve todo el asunto. El amor del alma era un terreno de evidencia y razonamiento
-no, por supuesto, la causa. "Tu fe te ha salvado", dijo el Señor a la mujer, "vé en paz." Todo es descargado de la conciencia,
y el corazón se considera a sí mismo, infinita y eternamente, como un deudor a la fuente incesante de toda gracia.
CAPÍTULO 8
Hemos visto, en
lo antedicho, al Señor que se presenta, por Sus palabras y Su obra, como un nuevo centro al cual y alrededor del cual Su pueblo
era reunido. Anterior a esto, Jehová había sido el centro, cuando Israel era el punto de reunión; porque Jehová estaba entre
los Judíos, y el templo era el lugar dónde Él se encontraba con el pueblo. Pero ahora el Hijo está aquí, "Dios fue manifestado
en carne" (1a. Timoteo 3:16), y Él debe ser el centro de todo. Pero Israel no se reuniría, como el Señor dijo en Mateo 23:37,
"¡Jerusalén, Jerusalén, . . . y no quisiste!". De la misma forma en Isaías 65:2, "Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde."
Israel no podía
tener la bendición, porque la carne no podía tenerla. La carne, contemplada simplemente como tal, "es hierba" (Isaías 40).
"Toda carne es hierba" (Isaías 40:6). Tenemos estos dos grandes principios presentados a través de los últimos capítulos de
Isaías; en primer lugar, que la carne, como tal, no podía tener la bendición, y ser la depositaria de las promesas. Porque
cuando vino toda la gracia, en la persona del Señor, Él encontró que el pueblo a quien Él fue enviado estaba seco como la
hierba. "Ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece
para siempre." (Isaías 40:7, 8). Pero Dios no iba a abandonar Su propósito. Por consiguiente, en el capítulo 49 de Isaías
encontramos que Jehová dice a Cristo, "Mi siervo eres, oh Israel, porque en tí me gloriaré." (Isaías 49:3). Entonces Cristo
dice, si Dios ha de ser glorificado en Israel, "Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero
mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios." (Isaías 49:4). Entonces Jehová dice, "Bien que Israel no se
juntará, con todo, estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fortaleza." (Isaías 49:5 - RV1909), y, "Yo te
pondré por luz de las naciones, para que alcance mi salvación hasta los fines de la tierra." (Isaías 49:6 - Versión Moderna).
Esto es lo que Cristo
está llegando a ser en el Evangelio de Lucas -una "luz de las naciones", etc. Y después encontramos a Pablo citando, con la
exactitud perfecta del Espíritu, esta misma escritura, tan exactamente adecuada para ellos, a los Judíos en Antioquía. "Era
necesario que la palabra de Dios fuese predicada primero a vosotros; pero ya que la desecháis, y os juzgáis indignos de la
vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles." etc. (Hechos 13: 46, 47 - Versión Moderna, y nuevamente en Hechos 28:28).
Israel será reunido después, porque a continuación Cristo levantará las tribus de Jacob y restaurará el remanente de Israel;
pero antes de esto, Él se vuelve a los Gentiles. El Señor nos representa todo esto en Lucas. En el capítulo 7 vemos que Israel rechazó a ambos, a Juan el Bautista y a Cristo; pero "la sabiduría es justificada
por sus hijos." (Mateo 11:19). Los Fariseos y los intérpretes de la ley no justificaron a Dios en absoluto, porque ellos no
veían ninguna belleza en Jesús, mientras que los publicanos la vieron; y así la pobre mujer "que era pecadora", cuyo corazón
fue tocado por la gracia de Dios, es la verdadera hija de la sabiduría, y es presentada aquí como una ilustración de Cristo
siendo el nuevo centro de bendición, "bien que Israel no se juntará." (Isaías 49:5 - RV1909).
El Señor continua
entonces con Su testimonio, reuniendo por medio de la palabra, en primer lugar por parábolas, como en el capítulo 8, y luego
en el capítulo 9 enviando a Sus discípulos a predicar, con esta comisión: que sacudan el polvo de sus pies si no son recibidos,
una muestra del último testimonio que se está dando, cuando ellos son dejados.
Aquí hay dos clases
de personas reunidas alrededor de Cristo. Primero, los doce apóstoles eran testigos públicos, preparados por la gracia divina
para ser los vasos de testimonio, manifestando el poder electivo de Dios al llamarlos, y al enviarlos en toda la energía del
ministerio; los apóstoles de Cristo, enviados por Él mismo -"Como me envió el Padre, así también yo os envío." (Juan 20:21)-
Sus escogidos. "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros," etc. (Juan 15:16). Luego, en segundo lugar,
había otros quienes estaban reunidos alrededor de Él por afecto, no teniendo ningún cargo, pero cuyos corazones fueron tocados
y reunidos alrededor de Él, no fueron enviados como el primer grupo, pero no por esto eran menos devotos de corazón que los
apóstoles, porque Le siguieron y Le sirvieron con sus posesiones.
En los versículos
4 al 8 del capítulo 8, tenemos la parábola del sembrador; y aquí, como comentamos previamente, el reino no es presentado como
en Mateo, sino el testimonio acerca de qué y a quién Cristo estaba reuniendo, y no acerca de la forma que el reino tomaría
después. El mismo hecho de mostrar a Cristo viniendo como sembrador demostraba que Israel había sido puesto a un lado; porque
si hubiese venido ahora a Israel como a Su viña, Él debía haber venido buscando frutos de la viña que Él había plantado anteriormente.
Él había venido previamente a Israel, buscando fruto y no encontrando ninguno. Él viene ahora en el nuevo carácter del sembrador,
que es realmente otra cosa. Él viene a un mundo asolado, donde no había nada, y Él comienza una nueva obra. En un sentido,
Dios no está buscando ahora fruto del hombre, porque el hombre ha demostrado
ser un árbol malo: y mientras más tú cavas a su alrededor y lo abonas, peor es el fruto que produce. "Porque cada árbol se
conoce por su fruto." (Lucas 6:44). Cristo vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Dios va a producir ahora el fruto
que Él requiere. Él no está buscando ahora que el hombre produzca algo, porque Juan el Bautista dijo, "todo árbol que no da
buen fruto se corta y se echa en el fuego." (Lucas 3:9). Por consiguiente, el Señor viene ahora como sembrador, no buscando
fruto, sino haciendo aquello que lo producirá.
Luego, Él continua
describiendo el carácter y efecto del sembrar, y los discípulos preguntan el significado de la parábola (versículos 9-15).
Israel, como tal, había perdido su lugar, y, por consiguiente, no era "pueblo de entendimiento" (Isaías 27:11). Una larga
paciencia había esperado a Israel. Setecientos años habían pasado desde que la palabra fue dada a Isaías, "Anda, y di a este
pueblo: Oyendo oiréis, mas no entenderéis." (Isaías 6:9 - Versión Moderna). Como individuos, ellos podían ser atraídos alrededor
de la persona del Señor, pero como nación ellos estaban ciegos. Los discípulos
recibieron una explicación de la parábola, pero, como nación, el Señor les habla en parábolas (vean el versículo 10), cumpliendo
así para la nación, las mismas palabras habladas por el profeta hacía mucho tiempo. Ahora el testimonio está cerrado en cuanto
a Israel, aunque no en cuanto al propósito final de Dios respecto a ellos.
La semilla es sembrada
de forma indiscriminada, y aunque el hombre la rechaza porque su voluntad se opone, no obstante, es sembrada en su corazón;
porque esta parábola muestra cómo la palabra de Dios se adapta perfectamente a la necesidad del hombre, tocando su conciencia
y corazón. "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (Juan 7:49). La palabra de Cristo vino con un poder que llegaba
hasta el corazón y los afectos; la voluntad está corrompida y, por consiguiente, se le resiste. Aquí no se trata de gracia
abstracta, sino de la condición del hombre que es reconocida; por consiguiente, encontramos la palabra tan absolutamente adecuada
a la necesidad, no exigiendo justicia por parte del hombre, sino entrando con poder para mostrarle que él es un pecador, y
poniendo al descubierto los pensamientos e intentos del corazón. Cuando el corazón es detectado de esta forma, la palabra
viene, con toda benignidad y todo consuelo, a sanar y dar reposo, porque hay gracia para alcanzar un alma en cualquier estado
que ella se pueda encontrar. Se le habla al corazón, y, por consiguiente, el evangelio deja al hombre sin excusa.
Algunos también
recibieron la palabra con gozo (versículo 13). Ésta era una prueba que la conciencia no había sido tocada; ya que cuando ella
es alcanzada, lo que se produce es cualquier cosa menos gozo, hasta que el perdón es conocido. Los sentimientos pueden ser
conmovidos durante un tiempo, y la palabra puede ser escuchada con gozo que dará lugar a la aflicción. La razón por la cual
la verdad es recibida de forma tan frívola es porque no hay raíz, y así es recibida con gozo y abandonada en la prueba.
Otra clase es donde
surgen los espinos y ahogan la palabra. El entendimiento puede ser convencido y la verdad puede ser recibida; pero los afanes,
los placeres, y las riquezas de este mundo vienen y ahogan la palabra. Ahora, éstos "afanes" son cosas muy sutiles, porque
ellos se presentan como deberes necesarios, y no hay pecado en que uno haga su deber. No, es correcto que un hombre haga su
deber en su profesión diaria. Pero si estos deberes ahogan la palabra, y un hombre pierde su alma a causa de esto, ¿qué entonces?
La tendencia natural del corazón necesita a menudo ser enfrentada con esa palabra, "Mirad, y guardaos de toda suerte de codicia."
(Lucas 12:15 - Versión Moderna). Es el amor por las posesiones. Uno vino al Señor,
diciendo, "Maestro, dí a mi hermano que parta conmigo la herencia." (Lucas 12:13). El corazón quería mantenerla. Si el amor
al mundo o la codicia entran entre los santos, es una cosa insidiosa y muy difícil de enfrentar, porque, a menudo, no está
expuesta a la disciplina; y, no obstante, si la codicia se desliza al interior del corazón, examina el poder de Cristo sobre
el alma y la conciencia, y devora la vida práctica del Cristiano, y su alma poco a poco se va secando. Esto puede ser verificado
por el poder de Dios que entra; pero este afán codicioso por las cosas terrenales es tan sutil que, mientras no haya nada
a que echar la mano, el poder práctico de la vida Cristiana en el alma desaparece, aunque, por supuesto, apenas necesito decir,
la vida eterna nunca puede se puede perder en aquellos que una vez la obtuvieron.
"Mas la que cayó
en tierra buena, son los que con corazón leal y bueno, habiendo oído la palabra, la retienen, y llevan fruto con paciencia."
(Lucas 8:15 - Versión Moderna). Estos pueden parecer al mundo frutos brillantes y bendecidos, pero si las personas no tienen
a Cristo, se cansan. No habrá perseverancia, a menos que Cristo haya tomado posesión del alma; pero si Él la ha tomado, habrá
un motivo permanente, y las personas seguirán adelante, y "llevan fruto con paciencia." Los que la oyen y la retienen siguen
adelante firmemente, teniendo su motivo para la acción en el Señor. Puede sobrevenir la prueba, en la iglesia; puede surgir
la desilusión, incluso de los hermanos; pero ellos siguen igualmente adelante, porque tienen a Cristo ante ellos: porque la
palabra que han oído y retenido los une a Cristo, y Él es más que cualquier otra cosa.
Éste no es un asunto
de la salvación eterna, sino del efecto práctico de la palabra como visto en este mundo (versículos 16-18) -el crecimiento
de la palabra en el alma, y que no se esconderá debajo de un almud. "Vosotros sois la luz del mundo" y "la sal de la tierra."
En aquellos que sólo parecen ser Cristianos, esto pronto se convierte en nada. "Pero al que no tiene, aun lo que tiene le
será quitado." (Mateo 13:12). Pero aquellos en quienes la palabra obra eficazmente han de ser como una "luz" puesta en un
candelero. Habiendo sido Israel puesto a un lado por un tiempo, Dios establece una nueva luz en el mundo; una luz encendida
por Dios debido a la oscuridad del mundo. Cuando Cristo estuvo aquí, Él era la luz del mundo, debido a su oscuridad, y ahora
nosotros debemos ser una luz en el mundo, ya que somos "luz en el Señor." (Efesios 5:8). La luz se establece aquí por la palabra
de Cristo, y las personas son responsables por la palabra recibida. Supongan que ustedes han oído la palabra y no han producido
fruto, todo será manifestado enseguida, que ustedes han oído la palabra y la han perdido, y han perdido el poder espiritual
que la acompaña. Porque, aun cuando ustedes son santos, todo lo que han oído sin producir el fruto o el poder que resulta
del oír la palabra será manifestado; porque no hay nada escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz. "Mirad,
pues, cómo oís."
Cristo está buscando
los resultados de Su siembra. No sólo se debe oír, sino poseerlo, y en esto descansa la responsabilidad; porque si ustedes
guardan la palabra que han oído, se les dará más. Si, al oír, yo poseo lo que oigo, no meramente tengo gozo al recibirlo,
sino que lo poseo como siendo mío propio, entonces se vuelve una parte de la sustancia de mi alma, y obtendré más; porque
cuando la verdad se ha vuelto una sustancia en mi alma, hay una capacidad para recibir más. Por ejemplo, supongan que ustedes
oyen la verdad de la segunda venida del Señor y ven su porción en la esposa de Cristo, y ustedes no echan mano de esto en
forma práctica, tanto como para poseerlo (tener comunión con Dios sobre ello; lo cual es posesión); ustedes perderán en poco
tiempo la expectativa de Su venida y se olvidarán de su lugar de separación del mundo, y la verdad se escabullirá gradualmente,
porque ustedes no lo están sosteniéndolo en su alma ante Dios. Por consiguiente, sus almas se vuelven muertas y pesadas, y
ustedes pierden la verdad misma que han recibido.
De esta forma, si
uno vive diariamente esperando al Señor del cielo, no habrá ninguna planificación para el futuro, ninguna recolección para
el día siguiente; un hombre tal aprenderá cada vez más, ya que otras verdades se abrirán alrededor de esta gran verdad central,
y él será guardado en la verdad. Si, por otro lado, él abandona esta verdad central diciendo, 'Él no puede venir todavía;
muchas cosas deben suceder primero", entonces el progreso de la comunión de una persona tal con Dios es estorbado, porque,
como hemos dicho, es conforme a lo que un hombre ha oído y mantiene con respecto a Dios que puede haber cualquier crecimiento;
porque, ¿cuál es el propósito de enseñarme que el Señor puede venir mañana, si voy a seguir viviendo como si Él no fuese a
venir hasta cien años más? O, ¿dónde está el consuelo y la bendición de la verdad para mi alma, si en mi corazón estoy diciendo,
"Mi Señor tarda en venir"? Aunque no puedo perder mi vida eterna, con todo, si estoy perdiendo la verdad y la luz que he tenido,
yo estaré simplemente flotando en la corriente de la vida, mitad en el mundo y mitad en Cristo, y todo poder de la vida Cristiana se oscurecerá en mi alma. Si la verdad es mantenida en comunión con Dios, ella
separa hacia Él. La verdad ha de producir fruto, y ustedes no tienen la verdad si no producen fruto. La verdad debe edificar
el alma. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad." (Juan 17:17). Cristo llega a ser precioso en y por la verdad que
yo aprendo; y si no tiene ese poder, todo desaparece, llega a ser nada, y es quitado. Si Cristo es precioso para mí, yo estaré
esperándole con afecto, y si no es así, la verdad pura pronto será abandonada.
Versículos 19-21.
Aquí, Él termina Su relación con Israel según la carne, porque las relaciones de madre y hermanos lo ponen en relación con
Israel según la carne. "Pero respondiendo Él, les dijo: Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la
hacen." (Lucas 8:21 - LBLA). Observen, Él distingue aquí el remanente por la palabra "estos", tal como Él hizo en el capítulo
6, versículo 20, por medio de la palabra "vosotros". Su madre y Su hermanos vinieron a Él sólo en el terreno de la relación
natural; y todo afecto natural estaba en el Señor, así como en la cruz lo encontramos acordándose de Su madre, y encomendándola
al cuidado de Juan. Pero Él contesta aquí, como diciendo, 'Yo no estoy en ese terreno ahora -mi madre y mis hermanos son estos,
los que oyen la palabra de Dios y la hacen.' Israel ahora fue abandonado en cuanto a esa posición, reconociendo y admitiendo
el Señor como sus familiares sólo a aquellos en cuyos corazones y conciencias ha hecho efecto la palabra de Dios. No era lo
que se encontraba en la naturaleza, sino lo que era producido por la gracia, y, produciéndose así con poder, por medio de
la palabra, se establece por medio de esto el principio, que podía salir tanto a los Gentiles así como a los Judíos, aunque
no totalmente presentado hasta después de Su resurrección. En estos tres versículos,
tenemos una sentencia judicial sobre Israel, que finaliza en el versículo 21.
En los versículos
22-26 tenemos una exhibición parabólica de lo que podemos esperar si seguimos al Señor, y el despliegue de lo que el Señor
sería para aquellos que son probados por tales circunstancias. La consecuencia de ser los discípulos y compañeros de Jesús
es que ellos peligraban a cada momento -ellos no están en <<terra ferma>> (N. del T.: tierra firme, en latín), sino que son azotados por las olas del mar embravecido, y el propio Cristo está como ausente
("se durmió"). Y sobrevino una tempestad de viento en el lago, la nave se anegaba, y ellos se llenaron de miedo y peligraban.
Pero el hecho era que Cristo estaba en el mismo barco con ellos. Aquel que hizo el universo, el Hijo de Dios, estaba con ellos,
¡y no obstante, tienen miedo! y claman, "perecemos"; como si Él pudiera ahogarse, mostrando así que no tenían ningún sentido
de quién era Aquel que estaba en la barca con ellos. Para nosotros, leyendo ahora tranquilamente las circunstancias, qué absurdidad
aparece allí en tal incredulidad; cuándo, ¡desgraciadamente!, ¿no es acaso lo mismo con respecto a nosotros, espiritualmente
hablando? ¿Tenemos algún sentido de peligrosidad, cuando somos zarandeados, y hay problema en la iglesia? En realidad lo tenemos,
porque hay muchos corazones diciendo, "¿Quién nos mostrará el bien? " (Salmo 4:6), olvidándose de lo que Dios está ejecutando
y haciendo, aunque es evidente que el hombre está luchando contra los propósitos de Dios; pero Dios no se ve impedido, y Él
serenamente lleva adelante Sus propósitos, a través de todas las tormentas suscitadas por hombres o demonios.
En Juan 16 encontramos
a los discípulos afligiéndose porque Jesús estaba marchándose; y el Señor les había dicho (en el capítulo 14), "Si me amarais,
os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre." (Juan 14:28). En el capítulo 16, Jesús dice, "Ahora empero me voy
a Aquel que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Mas porque os he dicho
estas cosas, el dolor ha llenado vuestro corazón." (Juan 16: 5, 6 - Versión Moderna). Dios estaba cumpliendo Sus propósitos
benditos en la redención por medio de la partida de Cristo.
Ustedes se olvidan de que Dios está actuando en todo esto, porque no pueden suponer que Dios se vea tan
impedido como para abandonar Su propósito. Los discípulos pensaron, cuando Jesús fue crucificado, que todas sus esperanzas
fueron defraudadas; ellos dicen, "nosotros esperábamos que él era aquel que había de redimir a Israel." (Lucas 24:21 - Versión
Moderna). De hecho, en ese mismo acto y en ese mismo momento, todos se estaba cumpliendo para ellos. La pregunta de ellos
debería haber sido, ¿Dónde va el Señor? No es ahora que parece que no hay ningún peligro, ninguna confusión, ningún dolor;
pero la fe mira, a través de todo, a Dios, y pregunta, ¿Qué está haciendo el Señor? ¿Dónde va el Señor?
En y a través de
toda la prueba, el Señor no se apartó ni un ápice de Su camino. Nosotros podemos estar en aflicción, pero la fe no dirá que
el Señor está lejos, sino que sabrá que Él está cerca, muy cerca. El Señor permitió que ellos peligraran, la nave se anegó,
y Él mismo estaba dormido, a propósito, para poner la fe de ellos a prueba, para probar si realmente estaban confiando en
Él; y que se pudiese ver si se levantaban tales pensamientos insensatos, cuando ellos fuesen puestos en peligro. Dicen, "¡Maestro,
Maestro, que perecemos!"; pero ellos estaban en la nave con Cristo, y ¿podrían ellos ahogarse? Él les dijo, "¿Dónde está vuestra
fe?". Bien que les podía decir así, porque aunque el agua estaba en la barca,
Él estaba también allí, y pudo dormir a pesar de todo. Ellos no estaban pensando tanto en Él sino más bien pensaban en ellos
mismos. "Perecemos" (dijeron ellos), y es exactamente lo mismo ahora; porque el hecho de estar en peligro con Cristo en la
barca es igual en una época como en la otra -tan insoportable ahora como entonces; y verdaderamente, Cristo está mucho más
ahora con nosotros, revelándose más perfectamente a nosotros, y nosotros estamos unidos
a Él, uno con Él, para que Él esté con nosotros cada momento en el poder del Espíritu.
Por muy alto que
las olas se puedan levantar, Su amor y pensamientos hacia nosotros no se pueden ahogar. La prueba es para nuestra fe. La pregunta
es, ¿tenemos aquella fe que comprende tanto la presencia de Cristo como para mantenernos tranquilos y compuestos tanto en
el mar encrespado como en el mar en calma? Cuando Pedro se estaba hundiendo en el agua, realmente no era un asunto de un mar
encrespado o en calma, porque sin Cristo, él se habría hundido tanto en el mar
en calma como en el mar encrespado. El hecho era que su vista no estaba puesta en Jesús en la ola, y eso le hizo hundirse.
Si continuamos adelante con Cristo, entraremos en todo tipo de dificultad, en muchos mares borrascosos; pero siendo uno con
Él, Su seguridad es nuestra. Hay que quitar la vista de los eventos, aunque nunca hayan sido tan solemnes, y ciertamente lo
son en este tiempo presente, y yo siento que son así; porque quizás nadie tiene un sentido más profundo que yo del crecimiento
de mal, y del estado solemne de las cosas; pero sé que todo está tan asentado y seguro como si el mundo entero fuese favorable.
Me produce bastante pavor la manera en que muchos santos amados están mirando los eventos, y no mirando a Cristo y para Cristo.
El propio Señor es la seguridad de Su pueblo, y, dejen que el mundo continúe como pueda, porque ningún evento puede tocar
a Cristo. Nosotros estamos seguros en el mar sólo si tenemos la vista puesta fuera de las olas, con el corazón concentrado en Cristo y en los intereses de Cristo. Entonces el diablo no puede tocarnos.
Versículo 26. ¡Tenemos
un cuadro solemne de la consecuencia del rechazo de Cristo por parte del mundo! Cristo viene y los encuentra absolutamente
bajo el poder del diablo. Un hombre de la tierra de los gadarenos estaba poseído, pero Él lo libera, mostrando así que el
Señor tenía completo poder sobre el enemigo. Con una palabra de Cristo los demonios salían. "A este intento fué manifestado
el Hijo de Dios, es decir, para destruir las obras del diablo." (1 Juan 3:8 - Versión Moderna). ¿Cuál fue el efecto de Su
forma de expulsar a Satanás así? Vaya, la muchedumbre de la región en derredor
le rogó [a Cristo] que se marchase de ellos. Estos Gadarenos que habían soportado los demonios porque no tenían otra opción,
¡no soportarán a Cristo, y le piden que parta! Al hombre le agradaría atar a la "Legión", si pudiera, porque no le gustan
los efectos del poder del diablo; pero la voluntad del hombre está contra Cristo; tiene un odio determinado y deliberado a
Cristo. El Señor vino lleno de amor y poder al mundo, para liberar de las consecuencias del pecado; pero el hombre lo rechazó,
lo expulsó; y Dios no se quedará donde la voluntad está determinada a estar contra Él. Cuando los Gadarenos le piden a Cristo
que parta, Él entró inmediatamente en una barca y se volvió. Y fíjense, el mundo en que vivimos simplemente sigue adelante
como habiendo tranquilamente rechazado a Cristo. Pero, ¿los abandona Dios, aunque Cristo se ha marchado por un tiempo? No,
Él no los abandonó, sino que envió entre ellos a este hombre a quien Él había sanado, para que les dijese cuán grandes cosas
Dios había hecho con él. Esto es lo que los discípulos hicieron en el mundo, y el remanente liberado también debe decir al
mundo cuán grandes cosas Dios ha hecho con ellos.
Los cerdos parecen
representar el estado de los Judíos después de su rechazo de Cristo. El Señor, indudablemente, permitió a los demonios entrar
en los cerdos (como los cerdos no tienen pasiones propias, el hecho de que corriesen violentamente a la destrucción se debió
a que fueron poseídos por estos demonios), mostrando que no eran meramente las malvadas pasiones en los hombres, sino que
el ser poseídos por espíritus inmundos los empujaba a la destrucción.
Y sabemos históricamente, de parte del historiador Josefo y otros, que uno apenas puede concebir la infatuación
con que los Judíos se apresuraron a su propia destrucción, cuando aquellos poderes Gentiles fueron y arrasaron la ciudad santa.
Esto es simplemente una consecuencia del rechazo del Señor por parte de Israel.
Luego el Señor nos
da otras dos ilustraciones, por medio de eventos reales, de Sus tratos al liberar. En el versículo 41 tenemos a la hija de
Jairo, que se estaba muriendo; y aquí hay un cuadro (dispensacionalmente) de Israel. El Señor iba a sanar a Israel, que simplemente
estaba como alguien moribundo, pero mientras iba en camino, el pueblo le oprimía. Él hizo lo que Él vino a hacer, porque el
mundo se apiñó alrededor de Él mientras iba de camino a sanar a la enferma "hija de mi pueblo"; quienquiera que pudiese tocarle
obtenía la sanidad por medio de la fe, las actividades de la gracia fluyendo de Él.
La hija de Jairo
se estaba muriendo. El hombre no fue declarado muerto hasta que Cristo fue muerto. Antes de que Cristo viniera, no había sanidad para el hombre. Abraham anhelaba el día de Cristo. Hubo profetas que hablaron de Cristo
como un sanador, bendiciones fueron prometidas, pero no había ningún médico. "¿No hay acaso
bálsamo en Galaad? ¿no hay allí médico?" (Jeremías 8:22 - Versión Moderna). No había ninguno; porque no se pudo encontrar
ningún médico para sanar la condición del hombre hasta que Cristo vino, y a Él lo mataron. En Él había un poder viviente,
porque cuando el pueblo le oprimía, una mujer no hace más que tocar Su manto, y virtud sale de Él para sanarla. La sanidad
no dependía de la condición de aquellos que fueron sanados, sino del poder del sanador. Los médicos podían aplicar medicamento
tras medicamento, pero sin ningún provecho, hasta que vino Uno que pudo impartir vida; entonces el caso fue cambiado.
Cuando la multitud
le oprime y Él reconoce que el toque recibido de ese alguien ha sido un toque de fe, Él dice, "me ha tocado alguien; porque
yo he conocido que ha salido virtud de mí." (Lucas 8:46 - RV1909). Y ahora, antes de que el Señor salga en poder de resurrección
y gloría para traer vida de entre los muertos en Israel, dónde hay fe, hay sanidad perfecta; porque el Señor siempre está
vivo para el ejercicio de la fe. La mujer se escondió, porque había vergüenza en ella, debido a la conciencia que ella sentía
de la enfermedad de la que había necesitado ser sanada. "La mujer vio que no había quedado oculta." (Lucas 8:47). El corazón
siempre retrocede ante la perspectiva de abrirse, cuando mira dentro de sí mismo; pero cuando mira a Cristo, se abre a Él;
porque ese es siempre el efecto de estar en la presencia de Jesús. La vergüenza, la reputación, el carácter, todo cede ante
el sentido de lo que Él es. Cuando la gracia penetra al fondo del corazón, todo lo demás es fácilmente puesto a un lado. Un
vínculo se formó entre el alma de esta mujer y Cristo. "Tu fe te ha salvado; vé en paz." (Lucas 8:48). Él trae perfecta paz
y consuelo a su corazón, porque Su intención no sólo es sanar, sino hacerse conocido. Ella no sólo va a ser sanada, sino que
tendrá la seguridad de la paz pronunciada por Su propia boca.
Entretanto ellos vienen, diciendo que la hija de Jairo estaba muerta; "no molestes más al Maestro." (Lucas
8:49). Ellos pensaron que posiblemente Él podría sanarla, mientras ella estaba con vida; pero ahora que está muerta, ellos
supusieron que Él no podría hacer nada. Éste es un retrato del pueblo de Israel, quienes están muertos ante Dios (como también
lo están los Gentiles, por supuesto). Pero Jesús los anima, y dice, "Cree solamente, y será salva." (Lucas 8:50). Entrando
en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, (los pilares de la gloria futura, cuando Él saldrá
como la resurrección y la vida para la nación muerta) y al padre y a la madre de la niña.
En este capítulo
obtenemos un retrato de lo que estaba haciendo entonces, y lo que sucederá. Tenemos la semilla, la palabra sembrada y el efecto
de ella, el uso que el hombre hizo de ella. Tenemos la explicación de Dios de todo lo que estaba sucediendo, como siendo todo
conocido y establecido en Su mente; y si una tormenta se desencadena, y si Cristo parece dormido e insensible al peligro -aunque
"He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel" (Salmo 121:4)- nosotros, como discípulos, estamos en la misma barca con Él. El Señor nos hace descansar en ello con corazones no divididos y no distraídos:
porque Cristo está en la barca, así como el agua. Sólo permitamos que el ojo de la fe repose en Cristo, y entonces aunque
venga lo que viniere, nosotros diremos, "¿Quién nos separará", etc. "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores.
. ." (Romanos 8:35-37). Entonces, mientras mayor sea el problema, mayor es la bendición, debido al ejercicio de la fe.
CAPÍTULO 9
Después que el Señor
hubo dado un retrato, por decirlo así, de todo lo que estaba sucediendo en el capítulo 8, Él plantea la pregunta en el capítulo
9 acerca de quién era Él, y les dice a Sus discípulos que algunos iban a ver Su gloria; porque el monte de la transfiguración
muestra cual sería la gloria del reino. Pedro habla del poder y de la venida, "cuando una tal voz fué á él enviada de la magnífica
gloria . . . cuando estábamos con él en el monte santo." (2 Pedro 1:17, 18 - RV1909). Pero es un testimonio de clausura en
ese momento, aunque la gloria vendría; y como habiendo sido una señal, los discípulos debían sacudir el polvo de sus pies,
cuando ellos no fuesen recibidos. Es interesante notar todas las circunstancias
que presentan el hecho del propio Señor estando allí, y una prueba para Israel. Él obró milagros, y podría conferir el poder
a otros, como hemos visto. Ahora encontramos otra cosa -él está comisionando el poder a varios, dando a esos hombres, a un
grupo de ellos, el poder y la autoridad sobre los demonios, y no sólo confiándolo individualmente a quien le agrada a Él.
Hemos notado tres
cosas en relación con el testimonio del Hijo del Hombre; 1) el testimonio que Dios dio de Él; 2) la miseria del hombre puesta
aparte por Él; y 3) los demonios echados fuera, demostrando así que realmente era el Señor visitando este mundo en gracia
y poder. Luego habrá despliegue de poder; pero Él estaba introduciendo, en Su propia persona, la manifestación de lo que entonces
será pleno y perfecto, siendo así una señal de los poderes del mundo por venir, a la que se alude en la epístola a los Hebreos.
Esto no era redención, sino el ejercicio del poder tratando con la enemistad del hombre contra Él, y ellos no lo aceptarían
de esta manera.
Versículo 3, etc.
Él está enviando a Sus discípulos, y al hacer esto Él los apercibe de todas sus circunstancias.
Mientras estaba
con ellos, Él les suministró todo -no les faltó nada. El poder del Señor estaba allí para cuidar de ellos, dondequiera que
ellos estuviesen. Después, cuando Él iba a dejarlos, les dice que tomen una espada. Ellos tendrían que arreglárselas solos,
tal como fue: pero mientras Él estuvo con ellos Él era su refugio, etc. Como en la demanda del pollino para entrar cabalgando
en Jerusalén, Él demuestra totalmente Su autoridad real y divina -"porque el Señor lo necesita." (Lucas 19:31). Los discípulos
parten, predicando el evangelio, y sanando por todas partes. Entonces viene la pregunta acerca de quién era Él: Él recibiría
a la conciencia despertada acerca de Él. Hay dos cosas sacadas a la luz en el hombre por la pregunta -por una parte, la curiosidad
es excitada y, por la otra, se presentan perplejidad y consternación.
Versículos 7 - 9.
Él continúa, y dondequiera que hay un oído para oír, Él ministra a ellos según la gracia del reino.
Versículos 11,12.
Los discípulos le piden que despida a la multitud. Que los deje ir para que busquen hospedaje.
No, dice el Señor,
"Dadles vosotros de comer." Él no dice ahora que Él los alimentaría, sino que está asignando a otros el mismo poder que Él
tenía, y ejercitaría la fe de ellos en lo que Él podría hacer por medio de ellos. Esto se aplica ahora a la iglesia. La fe
usa el poder que está en la Cabeza. "Dadles vosotros de comer." Lo que Él esperaba era fe para ejercer Su poder divino, aquel
que ellos vieron en Él. Nosotros deberíamos estar contando así con el poder en la Cabeza. El Señor estaba probando su fe en
Él, "Dadles vosotros de comer." Pero no; ellos no tenían fe; ellos empezaron a contar con sus recursos -"No tenemos más que
cinco panes y dos pescados." Así es con respecto a nosotros. ¡No hay fe! La memoria no es fe. "He aquí ha herido la peña,
y corrieron aguas, y arroyos salieron ondeando. ¿podrá también dar pan?" (Salmo 78:20 - RV1909). Él nos dio agua, pero, ¿puede
Él darnos comida? Sabemos que Él ha hecho esa cosa única, pero ¿puede Él hacer esta otra cosa hoy? Nosotros queremos contar
con la energía del amor del Señor, y esperamos que Él esté interesado en nosotros. Cuando Él dijo, "Dadles vosotros de comer",
ellos deberían haber esperado que Él les hubiese dado el poder. Jehová estaba entre ellos, ejerciendo Su propio poder; pero
vemos en la respuesta de ellos el principio horrendo de la incredulidad. La incredulidad excluye a Dios, y se limita a lo
que ve -"a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos", etc. "Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos,
de cincuenta en cincuenta. . . Y comieron todos, y se saciaron" (Lucas 9: 14 - 179). En el Salmo 132 fue dicho, "A sus pobres
saciaré de pan", y aquí estaba Él, haciéndolo. Esto fue dicho de su Rey, y Él
había escogido a Sión; Él la había deseado para ser Su habitación. Él estaba aquí dando una señal de que Él era el Único que
cumplió esta bendición, porque Él estaba alimentando a sus pobres con pan. Él no sólo estaba mandando poder a través de Sus
discípulos, sino que Él mismo estaba entre ellos; no sólo como un hombre, un mensajero, sino como se dice en Hebreos, la palabra
comenzó "a ser publicada por el Señor." (Hebreos 2:3 - RV1909). Él era el Apóstol. Hubo otros que fueron enviados después,
pero Él estuvo allí primero como el Apóstol de ellos. ¡Es algo solemne pensar que el Señor realmente ha visitado este mundo!
Él ha venido y se ha presentado primero a Su pueblo Israel, pero ellos no lo aceptarían. Esto nos muestra qué clase de mundo
es aquel en que nosotros estamos. Dios está tratando ahora con él en gracia, aunque Su Hijo ha sido rechazado. "Doce cestas
de pedazos." (Lucas 9:17). Simplemente observen, de paso, que el número doce significa poder ejercido en forma de gobierno
-doce apóstoles, doce puertas de entrada a la ciudad en Apocalipsis capítulo 21.
Hasta aquí, hemos
estado considerando a Cristo presentándose ante el pueblo como Jehová, el Mesías; ahora le vemos como el hombre dependiente
en oración. Él era Emanuel, Dios con nosotros; Hijo de David; Hijo del Hombre. Él debía ser todos. Entonces surgió entre los
discípulos la pregunta acerca de quién era Él. Algunos dijeron una cosa, y algunos otra; pero Pedro dijo, "El Cristo de Dios."
Sobre esto, Él les mandó no decirlo nadie. Había fe, sin importar lo débil de ella, pronunciando esta respuesta, y, por consiguiente,
no hay nada que pensar acerca de ella. Con perfecta certeza, Pedro dice, "El Cristo de Dios." Así es siempre con la fe. Cuando
el Espíritu de Dios trae al interior la verdad con poder, no hay incertidumbre sobre ella. Un hombre no puede dudar si Cristo
es el Hijo de Dios o si no lo es; sino que la mente puede trabajar en ello, y quizás piense, ¿yo no le amo suficiente como
para ser salvo? entonces hay incertidumbre. Pero cuando el Espíritu, con poder, muestra que quienquiera que confiese que Jesús
es el Hijo de Dios, Dios mora en él; entonces yo lo creo, y veo que nunca más se acordará de mis pecados y de mis iniquidades
(ver Hebreos 9:12). Esto puede poner a un hombre a pensar en las consecuencias de una verdad.
Versículo 22. Él
pasa ahora por el tema que ya ha sido presentado, y se presenta a ellos como el Hijo del Hombre, y Él va a sufrir -va a ser
crucificado. Ellos deben, por consiguiente, contentarse en tomar cada uno su cruz. Algo nuevo estaba siendo introducido; Él
iba a ser desechado, y ser muerto, y resucitar al tercer día. Ya no es más el terreno Mesiánico, sino que sus esperanzas debían
yacer en otra esfera totalmente más allá de esta. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, . . . " (Lucas 9:23). "Cada día": esta es la prueba. Un hombre podría hacerlo heroicamente una vez y para siempre,
y él tendría mucha gente que lo honraría, y escribirían libros acerca de él; pero es muy difícil continuar todos los días
negándose a uno mismo, y que nadie sepa algo sobre ello. Llegó a ser esto, que
si tú quieres salvar tu vida en esta vida, perderás tu vida en la próxima; y, "¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo
el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mateo 16:26). No es un asunto de reducirle vida
a la carne; sino que si tu pierdes tu vida aquí, la obtendrás en otra parte -sobre y más allá de este mundo: "Porque cualquiera
que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará." (Lucas 9:24
- RV1909). La verdadera disyuntiva es, renunciar al mundo para vida eterna, o no hacerlo para miseria eterna. "¿Qué aprovecha
al hombre. . .? (Lucas 9:25). Tú debes renunciar al mundo; no puedes mantenerlo.
Está la gloria del
reino; está la manifestación de la gloria por venir. Esos gustos y caracteres que son atraídos por Jesús no pueden encontrar
su porción aquí. Ellos "claramente dan a entender que buscan una patria; . . .por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse
Dios de ellos; etc. (Hebreos 11:14 - 16). "Porque el que se avergonzare de mí," etc., "de éste se avergonzará el Hijo del
Hombre cuando venga en su gloria." (Lucas 9:26). (Vean también en Daniel 7:13) "Uno como un hijo de hombre, que vino hasta
el Anciano de días, etc. Y le fue dado dominio, etc." Entonces Él también viene en la gloria del Hijo de Dios -la gloria de
Su Padre, y en la gloria de los ángeles.
Los ángeles están
esperando a Aquel que los creó, porque ellos fueron creados para Él, así como por Él, y así le da la gloria a Él como Hijo
del Hombre; dándole Su gloria apropiada, porque Él no ha perdido ni uno de sus derechos a Su gloria; "Le pusiste sobre las
obras de tus manos." (Hebreos 2:7). "Adórenle todos los ángeles de Dios." (Hebreos 1:6). Lo mismo sucedió en el Sinaí. La
ley "fue ordenada por medio de ángeles." (Gálatas 3:19). "Los carros de Dios son veinte mil, y más millares de ángeles." (Salmo 68:17 - RV1909).
Ahora nosotros estamos
encontrando la gloria manifestada mencionada, en este triple carácter (versículo 26). Es
aquella gloria cuándo Él aparece; y es un asunto de Su vergüenza hacia aquellos que se han avergonzado de Él; ellos
no pudieron negarse a sí mismos ante la oportunidad presente. Yo no aludo aquí a la casa del Padre la cual, por supuesto,
tiene otro carácter. Aquí está el reino manifestado en su gloria a la tierra.
Versículo 28. "Subió
al monte a orar." Esto no se menciona en los otros Evangelios. Él iba a mostrar Su gloria a Sus discípulos, para dar la declaración
de Su poder y de Su venida. En los otros Evangelios nosotros encontramos que, una semana después de esto, Él subió a Jerusalén
dónde Él iba a ser crucificado. "La apariencia de su rostro se hizo otra." (Lucas 9:29). Hay aquí un cambio completo de cosas.
Él habla de Su partida, que Él iba a cumplir en Jerusalén, dónde Él debía haber sido coronado; pero Él va hacia allí a ser
crucificado. Allí, dónde este poder de David había de retoñar (Salmo 132:7), esta raíz de David iba a ser prendida, e iba
a ser crucificado y muerto por mano de hombres inicuos. Éste es el profundo punto central de todo el cambio.
"Y he aquí dos varones
que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías." (Lucas 9:30). Nosotros podemos contemplar esto de dos maneras; en forma
dispensacional, como representando a la ley y a los profetas; y de esta manera Moisés tenía un lugar muy peculiar, porque
fue por medio de Él que la ley fue dada; Elías también tenía un lugar casi tan importante, porque aunque los Judíos estaban
en una posición correcta, ellos habían fracasado en ella, y él regresa a Horeb. Los otros profetas nunca fueron llamados para
obrar milagros. Aparte del relato del reloj de sol de Acaz (2 Reyes 20:11 - Versión Moderna), nosotros no oímos hablar de
ningún milagro en Isaías, Jeremías, Oseas, Habacuc, etc. Esos profetas, enviados de Dios, dieron pruebas de que Él estaba
cuidando a Israel; pero no hubo nada como el llamado a volver a la ley en Elías, quien se sostuvo como el mantenedor de la
ley cuando el pueblo se había apartado de ella groseramente, aunque todos los profetas, incluso hasta Malaquías, les hicieron
un llamamiento a volver a la ley.
Moisés y Elías fueron
llevados, y Jesús es dejado solo. La ley había acabado, la profecía había acabado, y Cristo está solo, y Él iba a ser crucificado.
Todo el tejido construido por la ley y los profetas (no el testimonio dado por ellos, sino la ley como dada al hombre en la
carne) se ha roto, porque el hombre acabó matando al Señor que vino en la carne; por consiguiente todo ha acabado. A Pedro
le habría agradado mantener a los tres establecidos juntos, considerando a todos por igual, "Hagamos tres enramadas", etc.
Pero en ese momento, Moisés y Elías desaparecen, y se oye la voz, "Éste es mi Hijo amado, a él oíd." Ahora es la justicia
de Dios, sin la ley, en Jesús. La ley no envió a Cristo. ¿Qué ley habría obligado a Dios a hacer esto? Nada más que el amor
divino pudo haber originado un pensamiento tal. "La gracia reine por la justicia." (Romanos 5:21). La ley era buena y perfecta,
pero Cristo estaba mucho más allá de la ley. Por consiguiente, Moisés y Elías no iban a tener ningún lugar con Él. Dios el
Padre los apartó, cuando Pedro desea relacionarlos. Ellos desaparecen inmediatamente. Esto es lo importante para nosotros.
Cada palabra de la ley y de los profetas es la verdad de Dios, pero éstas eran hasta Juan (Lucas 16:16). Ahora el Hijo de
Dios es el mensajero del amor Padre, y el que cumple la justicia divina. Cuando Él está allí, la voz dice, "Éste es mi Hijo
amado: a él oíd"- y Él es dejado solo.
Fíjense, también,
que ellos se ocupaban de Su muerte, mientras hablaban con Él. Una cosa ocupa las mentes del cielo y de la tierra. Él iba a
ser crucificado donde Él debía haber sido el Rey. Bajo tales circunstancias, el cielo y la tierra no podían hablar de nada,
salvo sobre Su muerte. Y así con nosotros, lo grande que hay que hablar sobre el Mesías es: que Él murió. Aunque Él podía
destruir todo el mal que había entrado, Él debe morir -en la gracia, por su puesto. Todo debe terminar en muerte, porque la
mente carnal no sólo está bajo el poder de Satanás, sino que es enemistad contra Dios (Romanos 8:7); por consiguiente, el
cielo debe hablar.
Sión, el lugar exacto
que Él había escogido, dónde Él había estado y que va a ser el lugar especial del favor de Dios, va a ser la escena de Su
muerte. Allí ellos lo expulsaron del mundo que Él vino a salvar. Aquel Único en quien se centraron toda la justicia humana
y divina y las perfecciones, debe morir allí. Aquí se sacan a la luz, toda la naturaleza del hombre, bajo las circunstancias
más ventajosas: toda la maldad del hombre, la vejación del público y las variadas y pacientes formas de Dios al gobernar.
Moisés pudo tratar
con el hombre como hombre; y saca agua de la piedra para ellos, en respuesta a sus murmuraciones; de igual forma el profeta,
"Porfiáis conmigo" (Jeremías 2:29), "Hazme recordar, entremos en juicio juntamente." (Isaías 43:26). Pero ahora, todo esto
se ha ido. Dios había cultivado la viña -había hecho todo lo que se podía hacer en ella (Isaías 5:1-7). Había algo más aún;
Su Hijo -lo mejor de todo. Él le envió, y ellos le echaron fuera y le mataron (Lucas 20: 9-18). Y ahora el testimonio acerca
del hombre es: que él ha dado muerte al "Autor de la vida" (Hechos 3:15), y ha negado "al Santo y al Justo." (Hechos 3:14). Nosotros nunca podemos tener paz, entonces, hasta que obtenemos el perdón por medio
de Cristo en la cruz. Entonces vemos un cuadro verdadero del cielo: pero todas las relaciones intermedias de testimonio carecen
completamente de lo que nosotros tenemos en Cristo en la cruz, por lo falto del terreno de lo que el hombre es actualmente,
que sólo salió a la luz totalmente cuando él mató "al Autor de la vida."
Cuando el Mesianismo
del Señor fue abandonado, hemos visto que Él toma el lugar de traslado de la tierra al cielo. Él, siendo rechazado, ya no
debía ser considerado como la Cabeza de Israel aquí abajo, sino como el Cristo celestial; porque Él asume Su lugar en lo alto,
cuando es echado fuera por el hombre, y este hecho iba a dar un carácter al camino de aquellos que le siguen. Las dos cosas
van juntas -rechazo en la tierra y un lugar celestial. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame", versículo 23. El Señor les muestra que este llamamiento celestial involucra la cruz aquí abajo,
como fue con el propio Cristo. El lugar peculiar que le fue dado en el cielo fue, en los consejos de Dios, dependiente de
la cruz que Él cargó como el Hombre. Él "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte," etc.; "Por lo cual
Dios también le exaltó hasta lo sumo" etc. (Filipenses 2: 8, 9). Fue a través de la cruz que Él llegó allí: y, si nosotros
hemos de tener un lugar en el cielo, debemos aceptarla también. La cruz fue para destrucción del pecado y para destrucción
del yo, en el cual mora el pecado. Nosotros tenemos el mismo lugar; por consiguiente,
Él dice, "Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado
en manos de hombres." (Lucas 9:44).
Nosotros necesitamos
el llamamiento celestial que nos dé el poder de tomar la cruz; y es al mismo tiempo, que la comprensión de las cosas celestiales
se produce en proporción a la medida en que nosotros estamos muertos para las cosas de aquí abajo. Cuando la sangre era llevada
dentro del velo, el sacrificio era llevado fuera del campamento: así nosotros debemos salir "fuera del campamento, llevando
su vituperio" (Hebreos 13:13); y si aprehendemos el valor de la sangre, y vamos dentro del velo, llegamos al lugar donde estaba
el holocausto fuera del campamento; porque aunque nosotros estamos en espíritu dónde Su sangre ha sido llevada, nuestros cuerpos
están donde Su cuerpo fue ofrecido en holocausto. El Judaísmo sólo puso a los hombres entre los dos lugares: porque ellos
no entraron dentro del velo ya que Su sangre no había sido derramada; y ellos nunca salieron fuera del campamento (versículos
18-22). Él va a tomar otro lugar, y ellos han de seguirle en él; y entonces, para fortalecerlos para esto, Él les muestra
lo era el lugar celestial. Él "tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar", etc. (versículo 28). La parte celestial
del reino es representada aquí por Cristo, Moisés, y Elías -la parte terrenal, por los discípulos (y hay una parte en que
se alude a la iglesia en la tierra como estando aquí abajo). Pedro habla de esta escena como del poder y la venida del Señor
Jesucristo, etc. (2 Pedro 1:16). El propio Cristo, en la posición de hombre dependiente (orando), los lleva al monte. "Pedro
empero y sus compañeros estaban cargados de sueño." (Lucas 9:32 - Versión Moderna); soñolientos en presencia de la gloria,
tal como en Getsemaní, mostrando lo que es la naturaleza humana. No hay poder en ella, en el sufrir o en la gloria, para fijar
la atención en Cristo y Su interés.
Moisés y Elías estaban
en la misma gloria (versículos 30-32), y nosotros estamos asociados a Cristo en la misma gloria (la gloria del reino en su
carácter amplio), no, por supuesto, en la gloria esencial. "Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno,
llevaremos también la imagen del celeste." (1 Corintios 15:49 - Biblia de Jerusalén), incluso la del Hijo de Dios en la gloria.
"Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él." (1 Juan 3:2). "Cuando Cristo, el cual es nuestra vida, sea
manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados juntamente con él en gloria." (Colosenses 3:4 - Versión Moderna).
La porción no es estar bajo Cristo, sino con Cristo. Nosotros seremos "manifestados juntamente con él en gloria" -con Él en
la misma gloria. Nosotros esperamos al Señor viniendo del cielo "el cual transformará nuestro vil cuerpo, para que sea hecho
semejante a su cuerpo glorioso," etc. (Filipenses 3:21 - Versión Moderna). Nosotros estaremos con Él y semejantes a Él, y
esto lo compartiremos todos nosotros de igual forma, aunque habrá grados diferentes de gloria para uno y otro: por ejemplo,
la medida de Pablo no será la mía. De lo que nosotros hablamos ahora es de toda una misma gloria, y estamos predestinados
"para ser conformados a la imagen de su Hijo." (Romanos 8:29 - Versión Moderna). "Y la gloria que me has dado a mí, yo se
la he dado a ellos." (Juan 17:22 - Versión Moderna).
Lo siguiente que
vemos es la familiaridad perfecta en esta gloria. Ellos están hablando con Él -no están presentando una petición- no a Sus
pies (aunque éste también es nuestro bendito lugar); pero esta parte de la escena representa comunión, familiaridad en el
trato, igual que la de los discípulos en la tierra, aunque mejor, por supuesto. En el monte santo ellos tenían un entendimiento
superior sobre ello, pero era el mismo asunto que los ocupaba. Esto nos muestra el tipo de trato que nosotros tenemos ahora
con Jesús, porque pertenecemos a la parte celestial del reino.
Un tercer punto
a notar es el asunto del cual ellos hablaron. Esto es realmente algo nuevo, porque Él debía haber sido un rey. Pero el hombre
era pecador, y el determinado consejo de Dios debía ser llevado a cabo-la redención. Jerusalén era el lugar de la realeza,
y Su muerte sería cumplida allí, dónde Él debía haber sido reconocido como rey. Había una plena intimidad en el tema que ocupó
Su corazón, porque hablaron de esto, Su muerte. Luego, Él les dijo las consecuencias de esto después a Sus discípulos. Ellos
deben negarse a ellos mismos. "Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras." (Lucas 9:44). El gran tema en el corazón
de Dios debe ser el tema para nosotros.
Hay algo más, es
la gloria que nos permite que hablemos de este asunto. Nosotros no podemos hablar de ello hasta que tengamos paz con Dios
a través del conocimiento que el pecado ha sido perdonado. Cuando un hombre no tiene esto, tiene que reconocer su necesidad
y obtenerlo: pero cuando está en ello, él puede contemplarlo y puede disfrutarlo. Además de esto, Dios vio todo lo que estaba
sucediendo en el alma de Cristo acerca de la obediencia hasta la muerte, etc. Nosotros nunca dejaremos de tener interés en este asunto: cuando estemos con el Padre en la gloria, será el apasionante tema. Él dijo de
sí mismo, "Por esto el Padre me ama, por cuanto yo pongo mi vida." (Juan 10:17 - Versión Moderna). ¿Cuánto más no le amaremos
por la misma causa? ¡Piensen lo que debe haber sido estar ocupado con Cristo sobre Su muerte! ¡Lo que era Su conocimiento
de lo que Él iba a hacer! Él sabía lo que el hombre era, lo que era el consejo de Dios. Él vino a "reconciliar consigo todas
las cosas." (Colosenses 1:20). Esto fue hecho así tan eficazmente que el ojo de Dios pudo ver sólo el efecto de esa sangre
en lo que fue lavado. ¡El Cristo rechazado es un Salvador! ¡y este el tema del trato con el propio Cristo! "Hablaban de su
partida." (Lucas 9:31). Pedro dice, "Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí", etc. (Lucas 9:33). Entonces, inmediatamente
hubo una voz desde la nube: "Este es mi Hijo amado; a él oíd." (Lucas 9:35). El efecto en la mente de Pedro es un deseo de
poner a Moisés y Elías en un solo nivel con Cristo.
Ya hemos hablado
de esto, viéndolo de manera dispensacional, la ley y la profecía mezcladas con Él; pero hay otra cosa a ser notada en esto;
a saber, aquello que caracterizó al Hijo era peculiar. Nada podía ponerse en un mismo nivel con Él. Por consiguiente, allí
surge, necesariamente, el testimonio del Padre acerca del Hijo. "Éste es mi Hijo amado", etc. Cuando un santo conoce a Jesús,
aunque también sabe que más adelante será semejante a Él, y que todos los santos también serán semejantes a Él, aun así Cristo
tiene la supremacía en su corazón. Él es único y solo en su bienaventuranza, teniendo supremacía en el corazón, así como siendo
el objeto de la fe. Yo tengo deleite en los santos, pero Cristo es el solo objeto de la fe. Entonces entro en esta comunión
con el Padre. Tengo los pensamientos del Padre acerca del Hijo, así como los pensamientos del Hijo acerca de la obra. Tengo
comunión con el Padre y con el Hijo. No podemos tener comunión con el Padre sobre la base de la obra de la redención porque
Él no se hizo hombre. Noten, el Padre no dice, 'Éste es el Hijo a quien ustedes deben adorar y admirar, sino que Él nos dice
Sus propios pensamientos sobre Él. "Éste es mi Hijo amado". Por lo tanto "¡amado!" "Por esto el Padre me ama, por cuanto yo
pongo mi vida." (Juan 10:17 - Versión Moderna); así yo sé que tengo un pensamiento con el Padre, en deleitarme en el Hijo
y en Su muerte. El Padre comunica Sus propios pensamientos acerca del Hijo, y por el poder del Espíritu del Santo ellos son
colocados en mi corazón, y tengo comunión; y como consecuencia de esto, yo sé que aquel que tiene vida eterna nunca entrará
en juicio.
Presten atención,
además, a la manera en que ellos entraron en la gloria excelente. Vino allí una nube y los cubrió. La nube es la Shekina,
la morada de Dios, que el pueblo (de Israel) tenía para ser guiados a través del desierto, y ellos debían detenerse o moverse
según ella les indicaba. Era la presencia divina, y ellos "tuvieron temor al entrar en la nube." (Lucas 9:34). Ellos no estaban
protegidos por la nube, como lo estuvo Israel, y como iban a estar luego. "Sobre toda gloria habrá una cubierta" (Isaías 4:5
- Versión Moderna); pero aquí ellos entran en la nube. El hecho fue que, entrar en la nube fue entrar a la presencia del Padre
ahora, una morada para nosotros. Y fue desde allí que se escuchó la voz del Padre. "Este es mi Hijo amado," etc. Desde allí
se les dijo quién era este Hijo. Él había estado con ellos como uno de ellos. Él era el Hijo amado del Padre, en un lugar
digno de adoración, pero compañero de sus corazones. Él los trajo al Padre, el
único lugar al que la redención nos trae (en lo referente a nuestra relación). Mientras un hombre no conozca la redención
y no sea traído a Su presencia, él nunca puede conocer el amor del Padre: pero cuando está allí, él nunca conocerá el fin
de este amor. Es el tipo de amor que el hijo pródigo nunca conoció sino hasta que estuvo en brazos de su padre. Él tuvo dudas
y temores mientras prosiguió con su vida, y pensamientos sobre los jornaleros, pero no los tuvo más en cuanto estuvo en casa
de su padre. Esto sólo se aprende por la enseñanza del Espíritu Santo en nosotros -en la nube- Dios en nosotros. Es la presencia
de la gloria, comprendida ahora por la fe, donde conocemos el poder de la redención; y por su brillo y su verdad, borra toda
otra relación.
Observen quienes
están aprendiendo esta gloria. Santos que caminan en la tierra -Pedro, Santiago, y Juan; y así es con nosotros. Las verdades
escritas en este libro no son para que nosotros las conozcamos en el cielo. ¿Es que el amor Padre no va a ser conocido por
nosotros hasta que estemos en el cielo? ¿La redención sólo va a ser conocida allí? ¿Tenía Dios una relación menos íntima con
aquellos que estaban en la tierra que con aquellos que estaban en el cielo? De ninguna manera. Esto se le comunicó a Pedro,
a Santiago y a Juan, no a Moisés y a Elías. La voz del Padre era para hombres
en la tierra. Aquí aprendemos el rechazo del hombre y la gracia que nos ha traído a compartir en la gloria.
En lo que sigue
a continuación, encontramos al Señor que desciende hacia la multitud de este mundo, no permaneciendo en el monte. Nosotros
podemos escuchar y disfrutar, pero tenemos que descender y atravesar este mundo. El Señor desciende y encuentra tres cosas
-una multitud de hombres, el poder de Satanás, y la incredulidad de los discípulos. No había privacidad aquí para Él, sino
que Él viene a una multitud. ¡Qué panorama de dolor es este! El hijo de uno de los presentes, poseído por un demonio (versículo 39); y el corazón del padre está atormentado más que el cuerpo del hijo. Los que pertenecen
al mundo llorarán hasta que estén cansados de llorar, y entonces continúan nuevamente con lo mismo.
Hemos visto antes
cómo el Señor vino en la exhibición de Su poder y ató al hombre fuerte. Los discípulos no podían hacerlo. El poder de Satanás
permanece el mismo hasta este día. Él no es expulsado literalmente por el Cristianismo, sino que permanece como el "príncipe
de este mundo", carácter que él ha ganado, no lo ha perdido. Él será atado; es un hecho que su poder será destruido, y no
sólo para la fe. La interrogante debía ser presentada acerca del derecho de Satanás, y ¿qué es lo que el Señor dijo de él?
"Ahora es el juicio
de este mundo"-"Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera." (Juan 12:31). Su dominio es "echado fuera", pero Cristo
no ha ejercido aún este poder. Por consiguiente, en las epístolas encontramos que se habla de él como que aún está gobernando
en este mundo. En Efesios él es llamado "príncipe de la potestad del aire", "el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia",
etc. (Efesios 2:2). Luego oímos acerca de los "los gobernantes de las tinieblas de este mundo." (Efesios 6:12 - Versión Moderna).
Cuando "los poderes del siglo venidero" (Hebreos 5) estén en su pleno despliegue, Satanás será echado fuera completamente;
pero estos casos y otros más muestran que en ese entonces él estaba allí tal como aún hoy lo está. "¿Hasta cuándo he de estar
con vosotros," etc. (Versículo 41). No fue porque Satanás estaba aquí que Cristo dijo esto, sino porque los discípulos no
podían usar el poder que Él había traído; y eso cerró la dispensación. Así será en esta dispensación. El poder y la bondad
de Dios traída al mundo por Cristo, pero la incapacidad del hombre para creer, en cuanto a usar ese poder, la finalizará.
Así leemos en Romanos 11, "Para contigo [el cuerpo profesante ahora], la bondad de Dios, si tú permanecieres en esa bondad;
de otra manera tú también serás cortado." (Romanos 11:22 - Versión Moderna); pero hasta que Su gracia cese, hay refugio para
nosotros al ir a Él. Mientras Él estuvo aquí, en el momento que el padre del muchacho lo buscó a Él, Él echó fuera el espíritu.
En tanto que la gracia de Cristo esté obrando, si sólo hay un santo en la tierra y todo lo demás fallase alrededor, él encontraría
el poder de Cristo listo para ser ejercido en su nombre. No puede haber fracaso satisfaciendo la necesidad de un alma, porque
como Cristo está para acudir a Él, hay ayuda en Él. No obstante lo oscura que puede ser la dispensación, está exactamente
la gracia que se necesita para la situación. No es que Dios haría que nuestros ojos estuviesen cegados para las tinieblas
alrededor, porque si nosotros no ponemos atención al estado ruinoso, la conciencia no está en su posición correcta. Si yo
estoy listo para decir, ¿Por qué Él no debe quedarse?, cuando Él dice, "¿Hasta cuándo he de estar con vosotros," etc., significa
que soy insensible al estado de cosas a mi alrededor, y no estoy despierto ante la respuesta que demanda el amor de Cristo
para con la iglesia; pero, por otro lado, si yo no puedo mirar arriba y contar con la gracia de Cristo para enfrentar ese
estado, sin importar lo malo que pueda ser, yo carezco de poder.
Versículo 43. "Y
todos se admiraban de la grandeza de Dios." Es muy humillante ver cuán asombrados estaban acerca de este poder. Ellos no se
asombraron en presencia del poder del mal. Pero ellos deberían haber contado
de tal manera con Su poder que deberían haberse asombrado si el poder no hubiese sido ejercido. Cristo los vuelve a hacer
mirar la cruz. "Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado
en manos de hombres" (Versículo 44). Ustedes deberían haber estado capacitados para obtener este poder; pero ahora no sólo
deben conocer el poder de Cristo, sino la cruz del Rechazado. "No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos
de que vuestros nombres están escritos en los cielos." (Lucas 10:20). Nosotros tenemos en esto más para regocijarnos que si
un milagro fuera a ser realizado al día siguiente. Conocer la cruz es de mayor bendición. Era como si Él hubiera dicho, 'prefiero
más bien que ustedes vengan ahora a reconocer al Rechazado en vez de que estén todavía buscando este poder'. Amados amigos,
ustedes no están pensando en lo que Dios está haciendo en este tiempo, si no ven que ahora no se trata de poder en la tierra,
sino de rechazo.
Versículo 46. "Entonces
entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor." ¡Vaya situación que esto nos muestra! ¡Qué clase de egoísmo aparece
continuamente! Incluso en la cena del Señor fue lo mismo. Esto lo encontramos en Lucas, dónde se presentan tantos detalles
acerca de lo que el hombre es.
Vemos entonces,
de lo que hemos estado siguiendo, que necesitamos descender de la colina; no para estar sin Jesús, sino para aprender lo que
el hombre es. No es necesario descender del monte, como dicen algunas personas, con el fin de que no nos envanezcamos allí;
porque nunca nos envaneceremos mientras estemos en el monte. Como Pedro, nosotros podemos temer, pero nunca nos envanecemos
en la presencia de Dios. Es cuando dejamos Su presencia que estamos en peligro. Pablo no se exaltó desmedidamente cuando estuvo
en el tercer cielo; sino que después de que él bajó, necesitó un aguijón en su carne, para evita que eso sucediera.
Además, hay una
necesidad histórica para que nosotros pasemos por este mundo. Pero Jesús estuvo con Sus discípulos cuando ellos descendieron
así como mientras ellos estaban en la montaña, y ése es nuestro consuelo. No se nos permita suponer que hemos perdido a Cristo.
Nosotros tenemos que servirle, caminar con Él, aprender de Él, y prestar atención a Su gracia paciente hacia nosotros, en
y a través de todas las circunstancias. El Señor nos hace saber, mientras atravesamos este mundo, qué tan excelso es el Cristo
que tenemos, tomando nuestros corazones limpios fuera de las contaminadas circunstancias alrededor, para que, ya sea que consigamos
saborear la gloria, o estemos atravesando a través de la multitud de este mundo, Él pueda ser todo para nosotros, ya que Él
es todo para nosotros.
Versículo 46, etc.
El Señor ahora está mostrando a Sus discípulos la posición que ellos han de tomar en la tierra. Ellos no van a estar en una
posición relacionada con Él como el Mesías en gloria terrenal -la gloria celestial no la podían tener sino hasta el final.
Mientras tanto, ellos tienen que tener parte con Él en el rechazo, y esto los puso a prueba, porque debían dejar cosas bastante
correctas para ellos, por ejemplo, aborrecer al padre, la madre, la esposa, etc., (ver Lucas 14:26), todo lo que las relaciones
terrenales demandaban de ellos, y especialmente así para los Judíos. "Honra a tu padre y a tu madre", etc. Pero todas estas
relaciones no se sostendrían en pie en la asociación con la cruz. Todo debe ser sacrificado, todo lo que unía al hombre con
la tierra debía ser roto, separado de la fe, cuando Cristo fue rechazado.
El carácter del
mundo se manifestó totalmente en Su rechazo: sus hechos eran malos y rechazó la luz. La encarnación, que debería haber sido
el eslabón que uniera al hombre con la bendición, es rechazada. Él logra la redención por Su rechazo en la tierra, y Él tiene
un lugar en el cielo. Esto altera el carácter de todo. Introduce el hecho de juzgarse a uno mismo. Nunca hubiese habido esto
si Cristo hubiese sido coronado en la tierra. Él fue "entregado en manos de hombres", etc. Aquel de quien el solo nombre llevaba
consigo poder y autoridad iba a ser entregado. Si Cristo hubiera tomado Su lugar en la tierra, el corazón del hombre nunca
habría sido puesto a prueba. ¿Por qué? Porque, si los hombres hubieran visto toda la dignidad y la gloria desplegada en tierra,
lo que era Su derecho, esto habría satisfecho la carne de ellos con su grandeza. Pero la carne no puede heredar el cielo,
y ¿qué lugar tiene la carne en la cruz? Allí la cruz y el cielo van juntos de forma muy bendita; y no hay lugar para la carne
en ninguno de los dos. Había una brecha terrible entre el hombre y Dios, y ellos crucificaron a Aquel que habría remediado
esta situación. Entonces, todo pensamiento carnal que estuvo de acuerdo con un acto tal, debía ser juzgado.
Los discípulos estaban
disputando acerca de quién debía ser el mayor -no el mayor en el mundo, sino el mayor en la gloria. Es el 'yo', después de
todo. Ellos no tienen que decirle mucho, pero sus pensamientos son juzgados. Cuando se está en presencia de la luz, todo es
juzgado. Dios le había dicho a Jacob que fuese a Bet-el (Génesis 35), y él dice inmediatamente a su familia, "Quitad los dioses
ajenos que hay entre vosotros." Y esto, ¿por qué? Porque todo es descubierto cuando se entra a la presencia de Dios. Jacob
podía conseguir la bendición antes de ir a Bet-el; pero cuando él entra a la presencia de Dios, los ídolos son juzgados. Una
vez que él se deshizo de los ídolos, se presenta "El-bethel", el Dios de Bet-el. Los discípulos estaban discutiendo acerca
de quién sería el mayor, y cuando Él descubrió sus pensamientos, "tomó a un niño y lo puso junto a sí", etc. Esto nos muestra
nuestro lugar: debemos buscar el lugar más bajo. Nosotros nunca podemos tenerlo, porque Cristo ha tomado ese lugar. Él pasó
por el pecado, la ira, la muerte. Él tomó el lugar más bajo, porque ser el siervo de todos. Éste es el lugar verdaderamente
feliz para nosotros, pero ¡cómo juzga al 'yo'! Esto es lo que hace la cruz. No sólo son juzgados los ídolos, sino que es juzgado
el 'yo'.
Es algo de mucha
bendición haber terminado con el 'yo'. Cuando hay lugar para Dios, podemos estar llenos de gozo y felicidad. Nosotros no somos
humildes, incluso cuando estamos ocupados con nuestra propia insignificancia, o consideramos cuán malos somos; sino que somos
humildes cuando no pensamos en absoluto en nosotros. Cuando tenemos que aprender nuestra insignificancia y maldad, esto es
ser humillados. Si nos alejamos del Señor, tenemos que ser traídos de vuelta, y ése es un proceso humillante. Nosotros queremos
juzgar la carne en nosotros. Es bastante fácil juzgarlo en otra persona, pero es al juzgarlo en nosotros cuando fallamos (versículo
50). Las cosas son llevadas al punto de una crisis. "El que no es contra nosotros, por nosotros es."
Tengan en cuenta
cuán consciente estaba el Señor acerca de Su rechazo absoluto por parte del hombre; tan absoluto que Él dijo, "el que no es
contra nosotros, por nosotros es." Cristo era perfecto; por consiguiente, Él era una prueba perfecta para las conciencias
de los hombres; y, hasta donde Él se manifieste en nosotros, también lo seremos nosotros. Pablo podía decir, "Si nuestro evangelio
está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto." (2 Corintios 4:3). ¿Por qué podía él decir esto? Porque el
evangelio salió de él tan puro como entró. Juan dijo, "Se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros." (Lucas 9:49). Eso
nos muestra la escena completa. Ellos estaban pensando en ellos, no en Cristo; pensaban en su propia importancia, y no en
Su honor. Si hubieran estado pensando en Su importancia, ellos habrían pensado cuán bendito era encontrar el efecto de Su
nombre, y se habrían regocijado al saber cómo Su poder estaba siendo ejercido por el hombre. Pero no; ellos se estaban mirando
a ellos mismos así como al Mesías. Incluso Juan estaba usando así al propio Cristo para agrandar su propia importancia. Y,
¿no hay algo en nosotros de lo mismo? ¿una satisfacción en lo que nos agranda así como agranda a Cristo, en lugar de buscar
exclusivamente el honor de Cristo? El Señor continúa y le contesta en el terreno de Su rechazo absoluto que estaba por ocurrir.
"El que no es contra nosotros, por nosotros es." Y tengan en cuenta que el propio egoísmo de Juan hace surgir la gracia de
Cristo. Él dice "nosotros." Ustedes no conocen la porción que tienen conmigo. Si encuentran a uno que puede usar el poder
de Mi nombre, regocíjense por ello.
Versículo 51. "No
es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén." (Lucas 13:33). Yo voy a obtener una porción en el cielo, y ustedes han
de tener la misma porción, pero debe ser por medio del rechazo aquí abajo. "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.", etc. (Lucas 9:23). "Cuando se iba cumpliendo el tiempo en que él había de ser
recibido arriba, él afirmó su rostro resueltamente para ir a Jerusalén." (Lucas 9:51 - Versión Moderna). En Isaías leemos,
"puse mi rostro como un pedernal." (Isaías 50:7). Él estaba cumpliendo aquí la voluntad de Su Padre, como en todo el curso
de Su vida. La redención debe ser lograda por medio de la cruz. Él, "aprendió la obediencia por las cosas que padeció." (Hebreos
5:8 - Versión Moderna). Fue la misma obediencia mostrada al principio, cuando Él se presentaba entre ellos diciendo "Bienaventurados
los pobres", etc. -más dolorosa, y por supuesto, Él sentía la diferencia; pero, no obstante, Él va en el mismo espíritu bendito
y sinceridad. "¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza," etc. (Juan 11:9). Él había encontrado que Su
comida era hacer la voluntad de Aquel que lo envió. Había gozo para Él en esto; pero no había gozo en la copa de la ira que
Él iba a beber. Aquí Él se había encontrado con burlas, fue golpeado, encontró rechazo a través de todo, pero nada parecido
a esta copa, y por consiguiente, Él clamó, "Si es posible, pase de mi esta copa", etc. (Mateo 26:39). Cristo probó Su perfección,
porque Él sentía lo que significaba ser 'hecho pecado', etc. (2 Corintios 5:21). Su
naturaleza santa retrocedió ante ello, pero sin embargo, estaba la misma obediencia silente, firme, paciente, porque "él afirmó
su rostro resueltamente para ir a Jerusalén." (Lucas 9:51 - Versión Moderna), como hasta el final. Él conoce la voluntad de
Su Padre y la hace. Él afirma Su rostro allí, dónde la voluntad de Su Padre será hecha, sin mirar a este o a otro lado, sino
allí -a Jerusalén.
Nosotros, en la
medida que tengamos el ojo bueno (N. del T.: ojo sencillo, según la Versión Moderna), estaremos siguiendo en el mismo curso,
yendo con paso seguro a la cruz, con un propósito: y, conforme lo hagamos así, los que no lo hacen se opondrán a nosotros.
Pero el Señor dice, "Si alguno me sirve, sígame." (Juan 12:26). El servicio no consiste en hacer una gran cantidad de cosas,
sino que consiste en seguir al Maestro, y esto no le agrada al mundo y a los Cristianos que sufren doblez de corazón. Ya hay
muchas obras hechas en el mundo, pero, "si alguno me sirve, sígame." Pablo quiso servir en todas las formas, pero encontramos
al Espíritu prohibiéndole ir a Bitinia o a Troas (Hechos 16: 6-10), y no obstante, leemos que dos años después, "todos los
que habitaban en la provincia de Asia oyeron la palabra del Señor." (Hechos 19:10 - V.M.). La obra de Dios iba a ser hecha,
pero debía ser conforme a Su tiempo y a Su mandato. Su siervo sólo tenía que continuar en obediencia. Fue lo mismo con respecto
a Moisés. La naturaleza diría de él, ¿Por qué no quedarse en la corte del Faraón para que los egipcios pudiesen convertirse
allí, en lugar de dejarla? La carne no puede entender a qué lugar lleva la fe. Después él sale en toda la honestidad de su
espíritu, entra la energía natural, pero entonces no hay liberación alguna. Moisés tiene que ir y cuidar ovejas, durante cuarenta
años, para ser quebrantado, y llegar a ser nada, y, ¿qué hizo Israel todo ese tiempo? Esperar. Entonces cuándo él regresa
a servirles, ¿cómo se hace esto? Tenemos a la carne que aparece de otra manera. "¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil
palabra." (Éxodo 4:10). Entonces Aaron es enviado con él, y la obra es hecha en el poder de Dios.
Versículo 52. "Fueron
y entraron en una aldea de los Samaritanos", etc. (versículo 53). Vemos que la razón por qué no le recibieron fue debido a
que Él "afirmó su rostro para ir a Jerusalén." (Versículo 51). Su obediencia y sencillez de ojo, yendo a hacer la voluntad
de Dios sin honor o atractivo o reputación, yendo a Jerusalén, es precisamente la razón por qué ellos no querían tener nada
que ver con Él (versículo 53). Vean la oposición religiosa que los discípulos esgrimen contra ellos. Los Samaritanos no se
someterían a los caminos de Dios: Cristo lo hizo. Ésa es la diferencia; y los discípulos quieren ordenar que descienda fuego
del cielo como hizo Elías, y en el mismo lugar dónde Elías obró el milagro. En un razonamiento carnal ellos piensan que Cristo
era tan digno como Elías para hacer descender fuego del cielo. Éste es un tipo del 'yo' más sutil que el otro. Se asemejaba
a un celo directo por Cristo, pero ellos no entendieron el celo de Cristo. Él no vino para juicio ni para destruir las vidas
de los hombres, sino para sufrir Él mismo por ellos. Si ellos hubieran conocido los pensamientos de Dios, se habrían sometido
en silencio. Nuevamente Pedro no entendió la mente del Señor cuando él sacó su espada y golpeó con violencia al siervo del
sumo sacerdote. Todos los milagros de Elías se caracterizaron por el espíritu de juicio, no como Eliseo quien había recibido
su comisión desde el cielo. Elías estuvo en el lugar de juicio y justicia, como Juan el Bautista que vino en el espíritu y
poder de Elías, "todo árbol que no da buen fruto se corta", etc., y, "el hacha está puesta a la raíz de los árboles." (Lucas
3:9). Por el contrario, Eliseo tenía el poder que da vida y era un tipo de la gracia. Elías pasó el Jordán (un tipo de la
muerte), mientras Eliseo empieza del otro lado del Jordán en resurrección.
Versículo 56. Él
se volvió y se fue a otra aldea. No es agradable ser pisoteado en este mundo, pero Cristo lo fue. Hacer lo bueno, sufrir por
ello, y soportarlo, es nuestra porción; ¿y todo termina allí? Sí, y eso es "aprobado delante de Dios." (1a Pedro 2:20). Cristo vino a sufrir, a soportar cualquier cosa por causa de otros; y Él no habría
estado haciendo esto, si hubiera hecho descender fuego del cielo sobre los Samaritanos. Nosotros tenemos que seguir a Cristo
llevando el testimonio del amor de Dios en el mundo en todo nuestro caminar a través de él. El mundo lo necesita. No debemos
estar buscando para nosotros mismos, sino tener a Cristo como objetivo. Al final del capítulo Él sigue mostrando cómo serán
rotos los vínculos con este mundo.
Versículos 57, 58.
Uno dice, "Señor, te seguiré adondequiera que vayas", pero Jesús lo pone a prueba. Tú no puedes ir si no tomas tu porción
con Uno que no tenía dónde recostar Su cabeza; porque tú puedes acudir más pronto a las aves de los cielos para conseguir
un nido, o a las zorras para una guarida, que al Hijo de hombre para obtener un hogar en este mundo. Ellos no iban a venir
a Él ahora como Uno que tenía las promesas, etc., sino como a Uno cuya porción era el rechazo absoluto y completo. Seguirle
a Él no podía ser acompañado aquí con reposo y comodidad. Él iba a ser entregado en manos de hombres. Lo mismo vemos en Su
nacimiento. Todos encontraron lugar en el mesón, excepto Él, pero ¡cualquiera que quisiese encontrarse con Él, a quien los
ángeles celebran, debe ir al pesebre!
Versículo 59. Él
dice a uno, "Sígueme." El primero quería algo con Cristo; pero aquí en el momento que Él dice, "Sígueme", entonces inmediatamente
comienza una dificultad; y es que las dificultades se sienten cuando Él llama a un hombre. No había ningún sentido de las
dificultades por parte del que dijo, "Señor, te seguiré", sin haber recibido Su llamado. Pero este hombre que es llamado dice,
"déjame que primero vaya y entierre a mi padre." Él irá dentro de un rato, pero aparece un vínculo. Jesús dice, "Deja que
los muertos entierren a sus muertos"; tú debes dejarlos para seguirme. Tu puedes estar dispuesto a decir que las cosas terrenales
no tienen poder sobre ti; pero, prueba solamente lo que es tenerlas, y conocerás la magnitud de su poder. Un hombre puede
llegar al final de su atadura, pero cuando llega allí, él es examinado. Un padre tenía el primer derecho en cuanto a la naturaleza,
y sobre todo para un Judío, pero Cristo dice, 'yo te estoy llamando a seguirme en el poder de vida'; 'yo estoy poniendo en
primer lugar Mi derecho por causa de la vida que yo te doy, y esta vida rompe toda atadura aquí'. Es un asunto de vida en
medio de la muerte. La palabra "primero" (déjame que primero vaya y entierre a mi padre) muestra que algo es puesto antes
de Cristo, como si el hombre dijera, 'hay algo que yo puse antes de Tu llamado'.
La muerte había
entrado, y esta misma súplica le dijo a Cristo que ellos estaban todos bajo la muerte. Era algo muy bien hecho que un hombre
enterrara a su padre; pero si la vida ha entrado, y el asunto es uno de redención, es decir, estar perdido o ser salvo, tú
debes entregarte a ella. Bajo la luz divina que está en la cruz, Él vio que todos estaban muertos y, por consiguiente, Él
dijo, "que los muertos entierren a sus muertos." Lo único que se debe hacer ahora es seguir a Cristo. La pregunta es, ¿Muerte
en el mundo o vida en Cristo? ¿Dónde están los afectos?
Versículo 61. "Entonces
también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa." En el caso anterior,
era simplemente esto: Cuando los asuntos que tienen que ver con mis afectos principales sean puestos en orden, entonces vendré
y Te seguiré. No hay nada de bueno en eso: el Señor dice, "Deja que los muertos entierren a sus muertos." Pero este caso muestra
que aquellos que están en casa no han sido dejados de corazón. Él sentía que tenía que romper con ellos, y, aun así, su corazón
tardaba en hacerlo. "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios." (versículo
62). "Acordaos de la mujer de Lot." (Lucas 17:32). "El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos." (Santiago
1:8). Si Cristo no es lo primero y lo último, Él siempre será lo último, porque la fe no está en ejercicio.
La pregunta es si
nosotros estamos caminando como viendo lo que la cruz nos dice. La cruz quita el velo, mostrando el esqueleto del mundo, y
cuando yo veo esta sentencia dictada sobre todo lo que está en el mundo, tanto sobre lo que está en uno mismo, como lo que
está afuera, y nuestros vínculos afectivos con ello, aprendo que hay que renunciar a todo: pero tenemos al propio Cristo y
el amor que está en Él para satisfacernos. La cruz juzgará y debe juzgar al 'yo': y también elimina la voluntad, porque hay
una gran cantidad de voluntad allí en todo este rechazo de la cruz. Las personas pueden hablar de las demandas de afecto,
con todo, no es realmente y solamente afecto familiar, etc., pero se siente el fin que conecta con el 'yo'. El afecto natural
es algo que debe haber -de hecho, no tenerlo es una de las señales de los últimos días malos; pero si tienes poder para juzgarte
a ti mismo, encontrarás que, al final, muchas de las excusas que te fabricas tienen este secreto. Así en la aflicción, desamparo,
etc., no sólo es tocado el afecto, sino la voluntad. Hay dulzura en el dolor, siempre que percibamos a Cristo en él, y el
afecto sólo está afligiéndose. Pero si la voluntad es tocada, hay rebelión, resistencia, lucha; y todo esto debe ser juzgado
por el Señor, porque un montón de carne y 'yo' nunca puede seguir a Cristo. ¡Qué maravilloso detalle es todo esto! Es Dios
examinando nuestros corazones, entrando en cada esquina y hendidura. ¿Por qué? Debido a la constante e inalterable firmeza
de Su amor; y de la forma que un padre ama a su hijo cuando hace maldades, también como cuando se comporta debidamente, así
nuestro Dios pone Su especial cuidado, por decirlo así, con todos nosotros, incluso siendo tan malos.
El efecto de todo
no sólo es hacernos justos en forma práctica, sino felices -"imitadores de Dios como hijos amados." (Efesios 5:1). Está bien,
por una parte, que nos juzguemos a nosotros mismos y veamos lo que hay descubrir en nosotros, y, por otra parte, ver la plenitud
de Su gracia en Cristo.
Que el Señor nos
permita sentir cada vez más que "la amistad del mundo es enemistad contra Dios." (Santiago 4:4), y que la energía de la carne
no puede llevar a cabo la obra de Dios, de tal manera que podamos aprender a trabajar de parte de Dios, para Dios, y con Dios.
CAPÍTULO 10
El Señor prosigue
con el asunto que hemos estado considerando en el capítulo precedente, relacionado con el cambio que ha tenido lugar en Su
propia posición entre ellos. Ellos ya no deben mirarle más como el Mesías en la tierra, sino como el Cristo celestial. Hay
otra cosa presentada aquí en la asombrosa importancia ligada a ese momento, el último testimonio que se aplica a ellos: y
aquellos que lo oyeron estarían más sujetos a juicio que Tiro y Sidón.
Cualquiera entre
ellos se habría arrepentido con la verdad que ustedes tienen, pero ellos no la recibirían. La bendición era ahora el propio
Señor estando allí; y Él era tan glorioso y excelente que oírlo era la fuente primaria de bendición. Todo depende de la recepción
o el rechazo de Él por parte de ellos. El envío de estos setenta, nos muestra la misma gracia paciente obrando como cuando
Él mandó a los doce. Si ellos no eran recibidos, debían sacudir el polvo que se había pegado a sus pies, etc. El amor de Dios
nunca se detiene, cualquiera sea la maldad del hombre, hasta que Su obra se lleve a cabo. Su gracia nunca falla. Cristo considera
el poder de la gracia en Dios, más que la maldad de los hombres, y Él continuó pacientemente, y dijo, "La mies a la verdad
es mucha", aunque conociendo todo lo que Le rodeaba. El Señor no era como Elías que necesitó ser recordado en cuanto a los
siete mil que, como Dios sabía, no habían doblado la rodilla ante la imagen de Baal. Él entró por la puerta, y pasó por todo
con Dios. Nada le impidió buscar a Su oveja, perdida en los oscuros montes. Él puso Su vida para salvar a Sus ovejas, y ninguna
se perderá. Para recogerlas, Él prosiguió en el poder de la gracia. Pablo estaba en este espíritu cuando dice, "todo lo soporto
por amor de los escogidos." (2 Timoteo 2:10).
¿Cristo no sufrió
nada por ello? Mírale, cansado de Su camino, sentado junto al pozo, y una pobre, vil e infeliz pecadora que viene a encontrarse
con Él, a quien Él da el agua de vida. Allí Él encuentra una comida que comer que ellos no saben; y Él dice que "los campos",
"ya están blancos para la siega." Él estaba tan cómodo y feliz en Su testimonio, mientras estaba sentado junto al pozo al
lado de esta pobre mujer, como si toda Jerusalén le hubiera recibido; porque la fuente estaba adentro. En Él era "una fuente
que" salta, etc. (Juan 4) De igual forma con nosotros. Si estamos siguiendo el
camino con Él, seremos "atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; . . .derribados, pero no
destruidos." (2 Corintios 4: 8, 9). El testimonio está en el vaso terrenal, es verdad, pero la fuente está adentro; y ellos
debían ser absolutamente dependientes de Dios, e independientes de todo lo demás. Debían esperar encontrar enemigos, encontrar
lobos. "Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos." (versículo 3). Tú no puedes convertir una oveja en lobo
para que se defienda. Pedro estuvo dispuesto a tomar una espada para herir y cortarle la oreja derecha al siervo, pero el
Señor lo prohíbe, y dice, "todos los que tomen espada, a espada perecerán." (Mateo 26:52). Es difícil recibir todo y no hacer
nada, ser un cordero entre lobos -como Sadrac, Mesac y Abed-Nego, ante la perspectiva del horno de fuego ardiendo, diciendo,
"No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos", etc. (Daniel
3: 16, 17).
"No llevéis bolsa,
ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino." (versículo 4). No sean descorteses, pero no pierdan tiempo en ceremoniales
inútiles, etc. Cuando sirves a Dios, y estás entre los enemigos de Dios, Dios debe ser todo. Se necesita concentración de
corazón en Él, como sabiendo que el mundo ha rechazado a tu Maestro, y te rechazará a ti, si eres fiel a Él. La fe sabe esto,
y prosigue, no con la prudencia carnal y la sabiduría mundana, sino como sabiendo qué hacer y prosiguiendo para llevarlo a
cabo. La fe siempre lleva paz al hogar; produce enemistad -dos contra tres, y tres contra dos- porque algunos la recibirán,
y algunos no; pero lo que trae es siempre paz (versículos 7-9). "Se ha acercado a vosotros el reino de Dios." (versículo 9).
No meramente que esta u otra cosa es la voluntad de Dios, sino que en cualquier cosa que hagan, ya sea que la reciban o la
rechacen, "se ha acercado a vosotros el reino de Dios." La condición actual del mundo es que ha rechazado a Cristo. El Hijo
de Dios, el Rey, ha venido al mundo, lo puso a prueba, y el mundo dice, 'Nosotros no lo queremos'. Este hecho no ha perdido
su solemnidad ahora, porque estamos atravesando el mundo que ha rechazado a Cristo; nosotros traemos al mundo el testimonio
de paz -paz que ha sido hecha porque el sacrificio ha sido ofrecido. También es verdad que el testimonio ha sido rechazado.
"Esto empero sabed, que se ha acercado a vosotros el reino de Dios." (versículos 10, 11 - Versión Moderna). La fe lleva las
cosas a su propia esfera, necesitando sólo la palabra de Dios. Lo que los ojos ven constantemente tiende a oscurecer la estimación
de las cosas que forma la fe; y si la fe no es nutrida por la palabra, se hunde y se desvanece. Si yo no me estoy alimentando
de la palabra, la fe no es alimentada, porque ella no puede ser alimentada por el hecho de mirar las cosas que están alrededor.
Cuando el Señor habló a Jerusalén, diciendo, "vuestra casa os es dejada desierta" (Lucas 13:35), y "no dejarán en ti piedra
sobre piedra" (Lucas 19:44), en realidad ellos no podían ver entonces las piedras cayendo, pero debían creer la palabra de
Cristo. El razonamiento natural se alimenta de lo que vemos, pero la fe se alimenta de lo que Dios ha revelado al alma.
Versículo 15. "Y
tú, Capernaum, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida" -delante de los ojos de Dios, no de los
hombres. De igual forma con este mundo. ¿Y qué demuestra eso? Que este puede durar mientras Dios lo permita, pero que Su palabra
se cumplirá, "la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas." (2 Pedro 3:10). No hay nada estable aquí. Cuándo Dios
entre, ¿dónde quedará todo? aunque hay burladores que dicen, "¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" (2 Pedro 3: 3, 4).
Versículo 16. "El
que a vosotros oye, a mí me oye." La fe tiene su recurso en eso. Al oír la palabra que hablaron los discípulos, yo estoy oyendo
al propio Cristo. La fe camina en eso. Yo sé que debe ser verdad, porque Cristo lo ha dicho. Todo puede salir mal, el mundo,
los Judíos, la iglesia, etc., pero la palabra de Dios nunca. Y ha sido dada. Nunca cambia, porque ha sido "inspirada por Dios,
y útil para enseñar", etc. (2 Timoteo 3:16). La iglesia, como terreno de confianza en el testimonio, está en ruinas (aunque
sabemos que está fundamentada en una roca, y acerca de su seguridad, nunca puede ser destruida), pero la palabra de Dios no
fallará. Cualquier cosa que vemos que tienda a debilitar y borrar la fe, pone a prueba lo que son los afectos del alma, porque
no debe ser lo que me gusta, sino lo que Dios dice.
Versículos 17-20.
"Sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos." Esto muestra el cambio de todo. Los demonios se pueden
sujetar a ti, pero el Señor dice, 'esa no es la porción en la cual te tienes que regocijar; Yo estoy mostrando ahora Mi poder
de otra manera'. Esta palabra, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo", alude al tiempo cuando Satanás el "acusador
de nuestros hermanos" (Apocalipsis 12:10), será lanzado fuera. Ahora él está en el cielo -no en la presencia de Dios, en luz
inaccesible- sino ante el trono del juicio, dos cosas diferentes. "¿No has considerado a mi siervo Job, . . .?" (Job 1:8).
Esto demuestra que cuando otros se presentaron ante el trono, Satanás también se presentó. Contraste los versículos 19 y 20
de este capítulo 10 de Lucas. Un versículo habla de lo que puede verse, el otro de lo que sólo podía ser conocido a la fe.
Los pensamientos inadvertidos de tu corazón son mucho más importantes que lo que puede verse. Lo invisible siempre es más
importante que lo visible.
En este mundo, no
se trata simplemente de que el hombre es un pecador, sino que está la introducción del poder de mal en el mundo. Satanás se
ha apoderado de este mundo por medio del pecado del hombre. De este modo, en el caso de la pobre mujer se dice "que Satanás
había atado dieciocho años." (Lucas 13:16). Pero cuando la iglesia sea arrebatada, Satanás será lanzado fuera. Hubo guerra
en el cielo; pero cuando él está en la tierra, durante tres años y medio estará levantando al hombre de la tierra contra el
Señor del cielo. Cuando Él venga, el poder de Satanás será quitado. Él no es puesto en el "lago de fuego" hasta el final de
los mil años (Apocalipsis 20:10), sino que es puesto en el "abismo" (Apocalipsis 20: 1-3). Eso es precisamente de lo que pidieron
ser librados los demonios cuando fueron expulsados del hombre cuyo nombre era Legión (Lucas 8:31). El Señor no los lanzó al
abismo, porque el tiempo aún no había llegado para hacerlo.
Esta habilidad de
echar fuera demonios era una gran cosa. La comunicación del poder por parte del Señor era un poder para que ellos obraran
milagros de inmediato. Esto requería poder divino, y nada más que eso podía dar poder a otros. En el milenio no estarán juntos
los poderes del bien y el mal; este último va a ser echado fuera. "¿Se juntará contigo el trono de iniquidades?", etc. (Salmo
94:20). El abismo será cavado para el malo. Satanás debe ser echado fuera. Y cuando Cristo estuvo en la tierra, Él estuvo
presentándose en el poder de Dios para atar al hombre fuerte, y saquear sus bienes, etc. Era una cosa maravillosa encontrar
a un hombre bajo el poder de Satanás, y echar fuera a Satanás. Era un anticipo de "los poderes del siglo venidero"; refiriéndose
la expresión "el siglo venidero", no al cielo, sino a la renovación de la tierra. Él estaba entonces extendiendo el mismo
poder que Él ejercerá plenamente en reino por venir.
Versículo 19. "He
aquí, os he dado potestad para hollar serpientes y escorpiones," etc. (V.M.); y
Él dijo esto en el momento cuando Él fue rechazado. Él sabía lo que realmente estaba sucediendo, y aunque Él dijo paz, ellos
no le dijeron paz a Él. "Os doy potestad", "sobre toda fuerza del enemigo." "Sin embargo, no os regocijéis de esto, que los
espíritus os estén sujetos; mas regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo." (Lucas 10:20 - V.M.). Ése
es el lugar de la iglesia. Cuando Cristo fue manifestado en la tierra, fue para bendición; pero es mejor ser Su compañero
en el cielo, donde estaremos cuando Él venga a buscarnos. Es muchísimo mejor estar con Él y semejantes a Él en la casa del
Padre. Nosotros no tenemos nada ver con la tierra -nuestros nombres no están escritos en la tierra- en realidad los reyes
pueden estar inscritos en ella, pero nuestra porción no está ella. Él "nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales." (Efesios 1:2). Tendremos la herencia con Él, pero
la tierra está bajo nosotros; nuestra esperanza es estar con Él por sobre ella. La herencia es la consecuencia
de tener este lugar con Él (Efesios 1). Somos hijos del Padre, para ser "santos y sin mancha delante de él en amor." (Efesios
1:4 - RV1909). Ahora tenemos nuestra porción según las riquezas de Su gracia,
de pobres pecadores a quienes Él ha salvado; y seremos para la gloria de Su gracia en la manifestación de ella. Después viene
lo de la herencia.
Más bien "regocijaos
de que vuestros nombres están escritos en los cielos." Como si Él les dijera, 'No permitan que sus mentes se llenen con las
cosas de aquí abajo, sino piensen ustedes en las cosas que tienen en Mí y conmigo'. Dos cosas son puestas ante nosotros en
los caminos de Dios; en primer lugar, el gobierno de este mundo -aquello que todavía es profético, relacionado con el reino;
y luego la iglesia en el cielo. Cuando se habla de la herencia, siempre se habla del futuro: pero cuando se habla de nuestro
lugar, siempre se habla de que esto es arriba en el cielo. El Señor vio que el establecimiento presente del reino fracasaría
por completo, y Él estaba introduciendo algo mejor que cualquier reino, y Él se regocijó en ello; porque cuando Él da gozo
a otro, Él no puede evitar sentir gozo al mismo tiempo. Cuando el ladrón en la cruz le pidió que lo recordara en Su reino,
Él dijo, "hoy estarás conmigo en el paraíso", etc. Él estaba complaciendo al ladrón y también a Sí mismo. De igual forma con
estos discípulos. Él desearía que ellos no se regocijaran por el bien de aquí abajo, porque esto no es lo suficientemente
bueno. No sólo que no se turben por el mal, sino que no se regocijen en las mejores cosas en este mundo. "En aquella misma
hora, Jesús regocijóse sobremanera en el Espíritu." "¡Sí, Padre, gracias te doy; porque así pareció bueno a tu vista!" (Lucas
10:21 - V.M.). Él sentía las circunstancias profundamente, pero Su alma dependía de la fuente, y Él diría, 'Es bueno que estas
personas orgullosas y presuntuosas vean que no son nada, y que estas pobres y despreciadas ovejas deban obtener la gloria.
"¡Sí, Padre. . .!" Él debe inclinarse ante el mal, porque el tiempo para juzgarlo aún no había llegado todavía. El mal continúa;
la gente dice, ¿Dónde está el Dios de la tierra? Nosotros debemos soportarlo -el Señor lo hizo. Debemos sacarnos de la cabeza
la expectativa de tener mejores cosas aquí abajo. El alma que entra en los pensamientos y propósitos de Dios, se somete a
Su voluntad. "Sí, Padre."
Entonces Él, por
decirlo así, se retira y entra en la gloria de Su propia persona. El Hijo tiene que revelar al Padre. El mundo lo rechaza,
y Él se somete al rechazo del reino, y saca a la luz, en lugar de ello, la bienaventuranza de la cosa celestial, y ahora habla
de Sí mismo como el Hijo, y se gloría en ello. El resultado presente de Su venida es el Hijo revelando al Padre; y esto, incluso,
es mejor que el reino. El testimonio es más luminoso acerca de lo que Dios es, cuando yo tomo las cosas calladamente y me
someto, no deseando ser un lobo entre los lobos. Es sumamente difícil para el corazón de una persona someterse y decir, 'yo
no seré nada más que una oveja'; pero ése es nuestro lugar, porque el Señor dice, "Mía es la venganza": "sino dejad lugar
a la ira de Dios" (Romanos 12:19); y "ni deis lugar al diablo" (Efesios 4:27). Pero si tú no das lugar a la ira de Dios, darás
lugar al diablo.
¿Perderemos nosotros
algo estando en silencio, y tomando las cosas pacientemente? No, Él dice, "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra."
(Mateo 28:18). Debemos someternos a lo que existe, fuera de ello, y estar satisfechos con lo que está escrito. Si no hacemos
esto, solamente nos agotaremos en la grandeza de nuestro camino. Que podamos estar satisfechos con que nuestros nombres estén
"escritos en los cielos."
Versículos 23, 24.
"Les dijo aparte." Estas cosas sólo podían ser disfrutadas por la fe. Él las tendría en la conciencia de la bendición presente.
Versículo 25. Ahora
que el Señor ha mostrado el cambio dispensacional, Él muestra el cambio moral. Viene un intérprete de la ley y pregunta cómo
puede él obtener la vida eterna. El Señor lo lleva a la ley -'Guarda la ley, y vivirás.' Pero él es detenido directamente
con la simplicidad de esto, "Amarás. . .a tu prójimo como a ti mismo." ¡Él no ama a su prójimo como a él mismo! Él pregunta,
"¿Y quién es mi prójimo?" "Haz esto, y vivirás." ¿Quién ama a su prójimo como a sí mismo? El buen samaritano es el único que
no pregunta quién es el prójimo, sino que actúa en la gracia, sin preguntar qué derecho tenía el otro. Cristo tiene el derecho
de hacer el bien a aquel que está en necesidad y miseria. Ésta es la gracia que da sin que el otro tenga derecho.
Vean cuán considerados
son esta gracia y amor. Fue a él -no envió a otro, sino que fue, vendó sus heridas, les echó aceite y vino, lo puso en su
cabalgadura, lo llevó a un mesón, cuidó de él, lo encargó al mesonero, y dijo, "te lo pagaré cuando regrese." ¡Cuán hermosos
son todos los detalles de las acciones de este amor que fluye de lo que está en el interior, y acciones que se corresponden
a lo que está obrando allí, y no según las demandas sobre este!
En la parte final
del capítulo 10 (versículos 38-42), vemos que la única cosa más importante era oír la palabra de Jesús. De ahí la aprobación
dada a María por sobre Marta quien, en un cierto sentido, estaba haciendo una obra muy buena. Ella Le recibió en su casa y
le sirvió; pero hay algo mejor que esto: "María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada." (Versículo 42). Él
quería que Sus palabras entrasen y tuviesen poder en el corazón. La única cosa que permanece para siempre es "la palabra del
Señor." (1 Pedro 1:25). La sabiduría de este mundo está contra ella, y el razonamiento humano también; pero es la única cosa
sobre la que merece la pena que esperemos diligentemente; y si los Cristianos razonan sobre las cosas de Dios en lugar de
apelar a la palabra, ellos deben estar seguros que están menguando. Nosotros queremos tener la palabra en nuestros corazones,
sentarnos a los pies de Cristo para que podamos entenderla y atesorarla. Oír a Jesús es la "una cosa necesaria" (versículo
42). Ninguna atención, incluso hacia Él en la carne, aunque sea de alguien que Le amaba y a quien Él amaba, podía reemplazar
esto. Las "muchas cosas" (versículo 41), brotando de un corazón roto, sólo acaban en decepción y muerte, en vez de conducir
a la vida eterna, como lo hacían las palabras de Jesús, que podían permitir fluir la corriente de vida. Él se deleitaba en
el oído que oía Su palabra. Él estaba introduciendo la verdad en las almas de las personas.
"La gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo." (Juan 1:17). "De su propia voluntad él nos engendró, con la palabra de verdad."
(Santiago 1:18 - V.M.). "Ya vosotros estáis limpios por medio de la palabra que os he hablado." (Juan 15:3 - V.M.). La verdad
corrige todo; pone a Dios y al hombre en sus lugares, de otra forma, no es la verdad. El pecado, la justicia y el amor -estos
nunca salieron a la luz plenamente por medio de la ley; pero "la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo." Todo
fue puesto moralmente bajo perfecta luz por medio de Él: pero los hombres no la vieron, porque ellos no la conocieron. La
palabra es ahora el instrumento para revelar la verdad. La ley era perfecta porque era de Dios, pero no dijo lo que el hombre
era, mucho menos lo que Dios era -dijo lo que el hombre debía ser. Cristo se presenta como la luz y dice, 'Ustedes están todos
muertos, pero yo puedo darles vida.' Su venida al mundo mostró todo exactamente como era. Él vino como la Palabra viviente
y se reveló a aquellos que podían ver a Dios -no en la redención al principio,
sino en el testimonio. ¡De qué valor era para Él que Marta se preocupara en servirle, comparado con un alma que escucha Su
palabra!
Es lo mismo ahora
para un Cristiano. Cuando la palabra de Dios viene con nada más, tiene derecho a tener poder sobre el alma. Ella se abre camino
en los corazones por su propia autoridad y su atractiva gracia, y donde es recibida, otorga vida en Cristo. No hay poder de
vida en un milagro para vivificar un alma, pero hay poder vivificador en la palabra. Es por medio de la palabra que cualquier
alma puede entrar en el cielo. Nosotros somos engendrados por la palabra. Si la palabra no puede hacerlo, nunca se hará. Hay
tres cosas sobre las cuales se insiste constantemente en relación con el poder de la palabra:
1.- Las palabras
dichas se volverán contra ellos otro día (Juan 12: 37-41).
2.- Aunque vienen
tiempos peligrosos (2 Timoteo 3), la palabra puede hacer sabio para la salvación, por la fe que es en Cristo Jesús.
3.- Hay también
otra cosa. Cuando una alma es vivificada por la palabra, el efecto moral es hacerla dependiente y obediente - santificados
"para obedecer" (1 Pedro 1:2).
Tal es el carácter
del nuevo hombre, así como el viejo hombre sería independiente.
CAPÍTULO 11
Versículo 1. Al
comienzo de este capítulo tenemos otro ejemplo de nuestro Señor al orar, la expresión de dependencia. Y allí los discípulos
le piden que les enseñe a orar. Ellos no habían aprendido la sencilla confianza en el Padre que subiría naturalmente a Él
y Le haría saber todo. Puede ser que al pedir, no siempre haya sabiduría, pero debería haber confianza de comunión por medio
del Espíritu Santo. Incluso Pablo no siempre comprendía, por medio de su propia inteligencia, la mente de Dios, o él no habría
pedido que le fuese quitado el aguijón en la carne (2 Corintios 12); pero él no temió hacer esta demanda. Los discípulos no
tenían esta confianza propia de un corazón sencillo. Ellos no entendieron su posición como hijos del Padre. Él condesciende
a enseñarles cuando están en esta condición y les entrega esta oración. El Señor les enseña a orar por cosas sobre las que
Su propio corazón estaba ocupado. La exclamación, "Padre, glorifica tu nombre" (Juan 12:28), fue expresiva del gran deseo
de Su corazón.
"Santificado sea
tu nombre." En primer lugar, Él les habla de Aquel con quien ellos han sido puestos en relación. No es que ellos tuviesen
el poder actual del Espíritu Santo, haciéndolos conscientes de su relación -ellos no obtuvieron esto hasta el día de Pentecostés;
pero Él les enseña a decir, "Padre, santificado sea tu nombre," (Lucas 11:2 - V.M.). Allí tenemos la perfección. Es el deseo
de que Él sea glorificado, aunque yo no puedo decir en que puede involucrarme esto. Habrá el deseo de no pecar, etc. Ésta
era la expresión del perfecto deseo que estaba en el propio Cristo -"Santificado sea tu nombre."
"Venga tu reino."
Se producirá la remoción de aquellas cosas hechas, para que, "queden las inconmovibles." (Hebreos 12:27). ¿Estás tú bien seguro
que te gustaría que Él viniese en este reino que involucra la remoción de todo lo que no puede permanecer? Ciertamente eso arrancará del corazón una cantidad de cosas que te están atando a aquello que no pertenece
al reino por venir. Puede existir el deseo por estas cosas, mientras que, al mismo tiempo, existe la conciencia de que no
tengo el sentido del objeto, sino un sentido de distancia de él, que impide mi goce, aunque le conozco como siendo "el más
señalado entre diez mil" (Cantares 5:10 - V.M), y "todo él codiciable." (Cantares 5:16). A menudo hay oraciones quejumbrosas,
y esto debido a que no está el disfrute presente de verle a Él, aunque si está el recuerdo de ello. Nosotros podemos tener
la esperanza de la venida del Señor, alegrándonos de llegar al final de este desierto, porque es un desierto; o podemos anhelar
salir, porque Canaán está al final. Si no es lo último, estaremos en peligro de cansarnos por correr, lo que siempre es malo.
Nosotros debemos
estar en el espíritu de peregrinos que esperan, no de peregrinos cansados. No hemos de estar cansados; Yo no digo que no lo
estamos, pero debemos estar siempre deseando Su venida, porque Él es precioso.
En Apocalipsis 22:17,
la Esposa dice "Ven", en respuesta a lo que Él es, cuando Él dice, "Yo soy. . .la estrella resplandeciente de la mañana."
(Apocalipsis 22:16). Dios no rechaza el clamor que sube a Él como viniendo "de lo profundo." (Salmo 130:1); pero hay una diferencia
entre el clamor del dolor y el clamor del deseo.
Cuando Cristo estuvo
en la tierra, hubo una respuesta en Él ante toda voluntad de Dios, porque Él siempre hizo las cosas que agradaban a Su Padre.
Él lo hizo como ningún ángel pudo hacerlo nunca. Entonces Él desciende a advertir nuestra necesidad diaria, y hay dependencia,
de hecho, en esto. "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy." (versículo 3).
"Y perdónanos nuestros
pecados," etc. Este capítulo no entra en lo que podemos llamar privilegios apropiados de la iglesia; los deseos son perfectos,
pero el lugar no es conocido. El Señor trata todas las circunstancias de aquí abajo. El hombre está mirando hacia arriba desde
la tierra, está caminando allí, y necesita que sus pies sean lavados. Hay pecados que han de ser perdonados, y se necesita
el espíritu de gracia. Ningún pecado se nos imputa ahora a nosotros; todo esto ha sido quitado de en medio. Pero, ¿hará esto
que me endurezca cuándo otros fracasan? No; mi visión de Cristo que ha agonizado en la cruz por mí, me dará un sentido de
mi libertad, pero no indiferencia acerca del pecado. En vez de dureza, nos dará
ternura y suavidad de espíritu.
"No nos metas en
la tentación." Se puede preguntar, ¿por qué ha de meternos Dios alguna vez en la tentación? A veces el Señor tiene la necesidad
de hacernos pasar a través de un cierto proceso para hacernos conocer nuestra debilidad. Miren a Pedro. El Señor vio que él
necesitaba ser zarandeado (Lucas 22: 31, 32), o Él podía haber orado para que fuese salvado de esa caída. Una alma siempre
desearía que no tuviese que ser zarandeada. El propio Cristo, aunque era una cosa diferente para Él, deseó ser librado de
ello cuando cargó con el pecado. Pablo oró para que le fuese quitado el agujón en la carne. Pero Pablo no obtuvo un cuarto
cielo -eso lo habría vuelto peor, sino un "aguijón en la carne"; algo para hacerlo despreciable al predicar (de otra forma,
la gente podría haber acudido a él y podrían haber dicho, 'Pablo, tú debes ser mejor que todos los demás, porque has estado
en el tercer cielo'), para evitar que se envaneciese, y para mantenerlo estable. Era una provisión de gracia para él, aunque
es algo correcto para el alma desear no ser metida en la tentación, sino ser librada del mal.
Versículo 5. "¿Quién
de vosotros que tenga un amigo. . .?", etc. Éste es otro carácter de oración -de solícita espera en Dios. Hay majestad en
la bondad de Dios, y, no obstante, Él toma conocimiento de todas nuestras necesidades, y nosotros debemos esperar Su voluntad
y complacencia. Supongan que alguien le pide algo a su padre, y él dice, 'debes esperar cinco minutos', ¿debe el hijo decir:
'No, no puedo esperar; debo tenerlo ahora mismo'? Entretanto, mientras espera, la fe es ejercitada, y el espíritu es quebrantado
en el sentido de necesidad.
Miren a Daniel, y vean otra cosa. Dios le dio un profundo sentido de su identificación con Él en lo que
estaba haciendo; así que Él debe hacerle orar tres semanas antes de que su petición sea concedida. Éste es un gran privilegio,
porque es tener comunión con Dios. En el caso de este amigo, hay una profundidad de interés excitada en el deseo por la cosa,
y debido a su importunidad él la obtiene. Hay una certeza de que Dios está contestando en bendición, aunque Él se demore.
Versículos 9-13.
Esto es orar por el Espíritu Santo, quien ellos, aunque eran creyentes, no habían recibido entonces. Un hombre puede orar
ahora, en un sentido, por esto, cuando no tiene el Espíritu de adopción, como los discípulos entonces. Pero ahora el Espíritu
Santo ha sido dado, a consecuencia de la ascensión del Señor a la diestra del Padre (Hechos 2:33). No podía haber ninguna
unión con el Cristo hombre en la tierra. Es como pueblo celestial que hay unión con Él. A Cristo se le consideró solo hasta
que Su obra fue hecha. "A menos que el grano de trigo caiga en tierra y muera, queda solo." (Juan 12:24 - V.M.). El Espíritu
Santo fue el sello de la obra de Cristo, no de la predicación de Juan (el Bautista) acerca de la justicia. La segunda vez
que Él recibió el Espíritu Santo fue para la iglesia. Él lo recibió para sí (Mateo 3) cuando se efectuó Su bautismo, pero
lo recibió para nosotros cuando Él ascendió, después de haber terminado la obra de nuestra salvación. Los frutos del Espíritu
en nosotros son las consecuencias de la gracia y la justicia en Él, siendo Él el único hombre justo. Las primicias del Espíritu
en nosotros son amor, gozo, paz -luego vienen los frutos prácticos hacia los hombres. Los frutos nombrados en primer lugar
son hacia Dios, luego la paciencia, la templanza, etc., hacia los hombres. El Espíritu Santo, como tal, no puede ser el tema
de petición para la iglesia ahora, viendo que Él ha sido así concedido. Cristo lo recibió para nosotros. Nosotros oramos por
medio de, o, en el Espíritu Santo, no oramos para que Él venga ahora. Debemos orar pidiendo más de la obra del Espíritu en
nosotros, y desear ser llenos del Espíritu -pobres pequeños corazones, en verdad, pero estos pueden ser llenados. De ninguna
manera se deduce que nosotros somos llenos del Espíritu porque somos sellados con el Espíritu. Ser llenos del Espíritu mantendría
fuera los malos pensamientos. No hará que desaparezca la mala naturaleza, que permanece para siempre, pero así ella será contenida.
Versículo 14, etc.
Vean la espantosa oposición del corazón del hombre contra Él, quien saca a la luz una prueba muy importante. "El que no es
conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama." (versículo 23). Cuando Cristo se manifiesta, las personas
toman su posición con Él o contra Él. Nosotros debemos luchar con enemigos espirituales, y Josué dirigiendo al pueblo en el
conflicto era figura del Espíritu dirigiendo al alma contra nuestros enemigos espirituales. No son los Cristianos sino Cristo
quien ha llegado a ser el centro de atención de Dios. Nosotros podemos reunir a los Cristianos, pero si Cristo no está en
el propio espíritu de uno, eso es desparramar. Dios no conoce ningún otro centro de unión salvo el Señor Jesucristo. Él mismo
es el objeto, y nada más que Cristo puede ser el centro. Cualquier otra cosa que no esté reuniendo alrededor de ese centro,
para Él y de Él, está desparramando. Puede haber la acción de reunir, pero, si no es "conmigo", esto es desparramar.
Nosotros somos por
naturaleza tan esencialmente sectarios, que tenemos necesidad de estar atentos contra esto. Yo no puedo hacer a Cristo el
centro de mis esfuerzos, si Él no es el centro de mis pensamientos. Es algo muy grande que un hombre diga, 'No tengo ningún
otro objeto sino Cristo -ninguna otra actividad en mi corazón sino la que es para Cristo'; no sólo que Él es básicamente el
objeto principal -todo Cristiano tiene eso muy claro- pero puede haber una cantidad de cosas que intervienen en nuestros corazones
entre el interior y el exterior. Estas cosas deben ser juzgadas en el alma. Además de amar a Cristo, puede haber amor a los
compañeros, etc.; y nosotros debemos juzgar todo lo que está entre Cristo, la raíz, y el linaje.
Versículo 27, etc.
"Bienaventurado el vientre que te trajo," etc. Ellos hablan del honor de ser Su madre. No, diríamos nosotros, eso no tiene
nada ver con ello. La relación más íntima con el Hijo del Hombre no es igual a guardar la palabra de Dios. Los religiosos
toman muy en cuenta el afecto natural, pero, aunque bendecido a su manera, esto no es nada para la vida de Dios en mi alma.
Claro que fue algo muy bendito haber sido la madre del Señor; sin embargo, esta no era nada más que una relación natural,
aunque fue un milagro; tampoco esto podía haber sido una cosa ligera para su corazón. Aun así, no era igual a la bendición
de la palabra de Dios que trae una alma a Él. ¡Oh! amigos queridos, si ustedes sólo permiten que la pura palabra de Dios more
en sus corazones, ustedes encontrarán que barrerá todas las conspiraciones de la carne.
Versículo 29. Ellos están buscando una señal, otra cosa natural;
pero Él dice, "señal no le será dada." Jonás es una señal; él predicó, y ellos se arrepintieron. 'Ahora Mi palabra ha venido
a vosotros, y ésa es vuestra prueba.' "La reina del Sur", etc. La palabra de Dios es tan perfectamente adecuada al corazón
del hombre que incluso los sentimientos naturales son conmovidos por ella. La palabra es sembrada en el corazón, aunque puede
no dar fruto. Versículos 33-36. La luz está allí, y el asunto es acerca del ojo del hombre. Si un hombre tiene ojos en malas
condiciones, la luz le hace daño. Así es la palabra a uno que no tiene vista clara u ojo bueno. (N. del T.: 'ojo sencillo' como en Lucas 11:34 - V.M.). Ésta es una palabra solemne; pero si una persona
se convirtió sólo ayer, podría ser verdad acerca de él; podría estar "lleno de luz". Esto se aplica tanto al niño en Cristo
como al hombre que ha crecido. Dónde Dios está en el alma, Su luz se ve. "El que anda de día no tropieza." (Juan 11:9). "Cuando
tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; . . .no teniendo parte
alguna de tinieblas," etc. (Lucas 11:34-36). Cuando la luz encendida está allí, vemos todo lo que nos rodea. Se muestra a
sí misma y muestra, de esta forma, todo lo que nos rodea. El ojo recibe la luz, ya sea bueno o maligno. No se trata de que
sean uno o dos, sino sencillo o maligno.
Si Cristo no es
el objeto, significa que el ojo está puesto en un objeto maligno. Si el ojo es bueno, es en todo simple, aunque habrá dificultades
en el camino, como le sucedió a Pablo. La luz encendida es puesta en un candelero, para que todo los que entren, "vean la
luz." El hombre es forzado a preguntarse, '¿Veo o no veo?' Cristo ha puesto la luz en el mundo. Dios se ha mostrado en Él,
y el efecto de eso es mostrar la condición de este mundo. ¿Dices tú, "déjame que primero vaya y entierre a mi padre." (Lucas
9:59). ¡Ah!, ¿tienes algo que hacer antes? Si mi cuerpo no está lleno de luz, hay algo que no es bueno en mi ojo -algo no
ha cedido ante el poder de Cristo- algo que no se ha abandonado. Las personas dicen, 'no puedo ver'. No, por supuesto que
no puede ver; tú tienes alguna otra luz. Además, lo que haces ahora -lo que ves ahora, en poco tiempo será abandonado si tú
no caminas en el poder de lo que tú tienes.
"Mira pues, no suceda
que la luz que en ti hay, sea tinieblas." (versículo 35). Nuestra manera de juzgar
puede estar equivocada, porque la norma no es Cristo, y entonces la luz se vuelve tinieblas: somos mal dirigidos y equivocados
en nuestro camino. Si el ojo está lleno de Cristo, y nosotros juzgamos todo por medio de esa luz, cuando veo algo que no glorificaría
a Cristo, digo, 'Eso no me servirá'. Puede que yo sea un pequeño vaso, pero debo ser totalmente para Cristo. Que podamos estar
nosotros caminando en el poder del Espíritu Santo, y por medio de la enseñanza
divina del Señor Jesucristo, satisfechos de seguirle, y no deseando ningún otro camino, puestos los ojos en Él, y sólo en
Él, para que cuando otros objetos sean puestos ante nosotros, podamos decir,
"una cosa hago." (Filipenses 3:13). Que mientas atravesamos el mundo, podamos estar ocupados con Cristo, no tomando como nuestra
tarea el juzgar el mal, sino solamente preocuparnos por él.
Desde el versículo
37, tenemos el seguro juicio del Señor sobre las variadas formas que tomó la religión sin vida de aquellos que guiaban al
pueblo, expresados de distintas maneras, pero Su juicio constante e inconfundible sobre todas ellas. El primer terreno de
condenación es la sustitución de limpiezas y servicios exteriores, que la carne puede efectuar, por pureza de corazón y espíritu
de amor: donde están éstas últimas, las cosas externas son limpias. Así el dinero ocupa el corazón dónde hay sólo una forma
religiosa, porque esto representa el mundo; y la preeminencia es otra expresión de la misma cosa. Luego (versículo 45, etc.),
los doctores de la ley son condenados, y con ellos la imposición de cargas sobre otros, mientras ellos se desentienden del
problema. Podría no aparecer al principio la razón por la cual construir el sepulcro de los profetas mostraba aprobación hacia
aquellos que los mataron; pero la verdad era que los intérpretes de la ley buscaban en esto su propio honor, en lugar de recibir
el testimonio de los profetas, que los habría humillado por la ruina moral y absoluta de la nación.
Pero ellos estaban adornando, como si todo estuviera bien, los sepulcros de los justos y buenos. Era el
espíritu del mundo, arrogándose el crédito a sí mismo por la piedad hacia los muertos, no el temor santo a los reproches del
profeta. Pero una prueba más clara debía estar en la sabiduría de Dios, ya que ellos no consintieron la palabra de los profetas,
sino las obras de sus padres. Serían enviados profetas y apóstoles, y una vez más serían muertos y perseguidos. Los Fariseos
eran hipócritas, y serían juzgados como tales; los intérpretes de la ley pervirtieron su conocimiento cercano de la escritura
en su odio contra cualquier testimonio real que acusara su propia conciencia.
Estos no podían
aceptar, y menos soportar, lo que descubría su mal. De ahí que, en orgullo y temor, ellos se hicieron dueños de todas las
llaves del conocimiento, no entrando ellos (porque ellos deben hacerlo como aprendices, y necesitados, y perdidos), ni permitiendo
entrar a los que querían hacerlo (por miedo a que ellos debiesen condenarse a sí mismos, y además, sus honores y caracteres
llegasen a ser nada). Los versículos finales de este capítulo nos muestran la conducta invariable de los falsos religiosos.
No teniendo ninguna respuesta de verdad moral a la evidencia del engaño y maldad exhibidos en sus caminos, el esfuerzo de
ellos era dejar a las personas perplejas y atrapadas. Declarados culpables de pecado, e incapaces de aceptar la verdad, ellos
buscaron anular la bondad de Dios, incluso acusando a Cristo de estar en error. Era la misericordia hacia otros lo que tenían
que tener claro estos falsos guías, y, por consiguiente, el Señor los denunció con profusión.
CAPÍTULO 12
La última sección
que hemos comentado de este evangelio (versículo 10:38 y capítulo 11) mostró los dos grandes medios de bendición para el alma
-a saber la palabra de Dios y la oración, el don precioso de Dios, y la verdadera necesidad del hombre en la presencia de
un Mesías rechazado. Mostró, al mismo tiempo, la perdición del pueblo que rehusó todo testimonio de Dios. El capítulo 12 presenta
a los discípulos continuando con su testimonio en medio de la hipocresía y la oposición, pero en el poder del Espíritu Santo.
El Señor se dirigió a Sus discípulos en primer lugar; pero valientemente, y sin compromiso, ante una inmensa multitud, como
Uno que actuaba en el espíritu de lo que enseñaba. Él los advierte contra ese formalismo religioso que consiste en lo que
podía ser presentado ante el hombre, e insiste fuertemente y explícitamente sobre la seguridad de que todas las cosas saldrán
a la luz (versículos 1-3).
Pero así como el
derrumbe de las formas y la revelación de la plena luz de Dios tuvo su más alta operación y efecto en Su propia muerte, así
deben esperar los discípulos la hostilidad del mundo, y deben prepararse para ello en su propio caso, ya que podía ser hasta
la misma muerte. Si el Mesías fue rechazado y enviado a la muerte, ¿qué podían esperar ellos en el mismo escenario de cosas,
mientras el poder de Satanás no sea dejado a un lado? De ahí que, en estos capítulos es un asunto de la relación del alma
con Dios. No era todavía la revelación de la iglesia, sino que el reino en su aplicación Judía es dejado a un lado, y la consecuencia
es que los discípulos deben esperar al Señor viniendo nuevamente, y hasta entonces, afrontar prueba y violencia. Su retorno
tendría dos aspectos: uno para los que están en relación con Él, y el otro para el mundo; y aquí se habla de estos dos aspectos.
Ellos debían tener cuidado con la hipocresía, y recordar la inevitable determinación
de Dios de sacar todo a la luz. "Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará
en las azoteas." (Lucas 12:3).
Versículos 4, 5.
A continuación, lo relacionado con la importancia de caminar en la luz. Ellos no debían temer a los que mataban el cuerpo
sino a Dios que los podía echar en el infierno. Jesús temió a Dios en forma perfecta, y apela a Sus amigos a no temer a nadie
excepto a Él. "Sí, os digo, a éste temed." (versículo 5). Pero, además (versículos 6-8),
ni siquiera un gorrión está olvidado delante de Dios; y aun los cabellos en sus cabezas estaban todos contados. Por consiguiente,
ellos debían temer. Nuestro Dios ha hecho que tengamos fe en que estamos seguros que Él se preocupa mucho por nosotros.
Por otro lado, ellos
eran no debían confiar en ellos mismos -en su propio valor o su propia sabiduría, sino confesar a Cristo. El resultado estaba
en relación con el Hijo del Hombre, humillado pero aún por ser exaltado. Habría una devolución de amor o de vergüenza ante
los ángeles de Dios, según Él hubiese sido confesado u negado ante los hombres (versículos 8, 9). Él había escondido Su gloria
para establecer la gracia. Él había venido entre los hombres y en medio del mal, para que Dios pudiese ser plenamente glorificado
en Su humillación. Esto era la paciencia de Dios, porque Cristo no reclamó por nada. Pero el Espíritu Santo vendría afirmando
la gloria de Dios, y exigiendo sometimiento a ella, siendo testigos de la gracia, y demostrando la gloria en poder. De ahí
que una palabra hablada contra el Espíritu Santo no sería perdonada. Maravilloso es decir que esto está unido a los discípulos
(versículo 10) para consolar y fortalecerlos en su debilidad. El Hijo de hombre podría ser despreciado, y aún había perdón;
pero si Aquel por medio del cual ellos hablarían fuese blasfemado, sería imperdonable. Además (versículos 11, 12), el Espíritu
Santo hablaría por ellos, cualquiera que fuese el poder, eclesiástico o civil, que los acusase. Tales eran los principios,
las advertencias, los motivos. y los estímulos que el Señor unió a una misión que, rechazada por y fuera del Judaísmo, era
la introducción de la luz por medio de la gracia en un mundo de pecado y oscuridad.
Acto seguido, en
los versículos 13, 14, el Señor, negándose tajantemente a juzgar en Israel, muestra que la bendición Judía había perdido su
lugar. Ya no era un asunto de dividir la herencia, sino del alma en su posición delante de Dios. Él advierte solamente contra
la locura de amar las cosas que dieron ocasión a tales disputas. No se busca la justicia en la tierra por ahora: Jesús rechaza
regular esta disputa, y procede a mostrar el principio interior del reino en el contraste con el mundo. Por lo tanto Él dijo
a la multitud que se guardasen de avaricia, porque la vida de un hombre no consiste en lo que posee, agregando una parábola
muy solemne acerca de la perdición del hombre rico que no fue rico para con Dios. Sin importar lo que este hombre pudiese
decir a su alma, Dios lo notifica esa noche. "Así es el que hace para sí tesoro" (versículos 16-21).
Versículos 22-31.
Si es así con el mundo, acaso ustedes, que tienen un padre, mejor dicho, que tienen al Padre, no estén ansiosos por causa
de su alma o de su cuerpo. La comida y el vestido no eran objetos adecuados para el afán de los discípulos, sino que el objeto
de ellos debía ser el Señor Jesucristo. Sus pensamientos debían ir en otra dirección, elevándose por sobre una mera visión
natural de la vida y del cuerpo. Pero Él procede a señalar cauces de acción positivos para ellos como creyentes. Las cosas
subsidiarias eran proporcionadas por Dios, porque ellos eran Suyos y estaban a Sus órdenes. Él estaba menos preocupado que
ellos. Tal como lo interpretó Cristo, el considerar a las aves del cielo y a la hierba del campo no les enseñó a los discípulos
ninguna lección instructiva. Y si por un lado estaba el cuidado providencial de Dios para con la menor de Sus criaturas, por
otro lado hay que hacerles tener presente la debilidad absoluta de sus afanes. No obstante lo natural que pudiese ser para
aquellos que no conocían a Dios, ellos no debían estar buscando qué comer o qué beber: su Padre sabía que tenían necesidad
de esas cosas. Que busquen el reino de Dios, y todo lo demás sería añadido.
Versículos 32-40.
El Señor toma ahora lugares más altos para ellos. "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el
reino." Por consiguiente, ellos más bien debían librarse de lo que poseían como hombres, y proveerse de cosas como las que
el Padre da a los herederos del reino. Ellos debían actuar como reyes llamados a heredar y teniendo una herencia más alta.
El corazón se sitúa donde está el tesoro. Que ellos se provean de un tesoro en los cielos, y su corazón también estará allí.
Ser grandes santos no fue por el valor de lo que ellos meritoriamente dieron, sino que fue el efecto internamente adecuado
a su posición y profesión. "Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos." (Hebreos 11:16). Además (versículo 35, etc.).,
ellos debían esperar la venida del Señor. Esto era especialmente para formar sus caracteres, y que este carácter estuviese
continuamente y exteriormente expresado -la habitual expectación por el Señor. Sus lomos ceñidos, y sus lámparas encendidas,
como si Cristo realmente estuviera viniendo. Y Él, que ha de venir, vendrá; y, "¡Bienaventurados aquellos siervos, a quienes
su señor, cuando viniere, los hallare velando! en verdad os digo, que él mismo se ceñirá, y haciendo que ellos se sienten
a la mesa, se llegará y les servirá." (Lucas 12:37 - Versión Moderna).
Ellos estaban asociados
ahora con el carácter celestial del reino. Este mundo era nada para ellos; lo que tenían de él lo podían convertir y usar
en el privilegio de hacer el bien desinteresadamente, y tener su tesoro arriba, dónde no habría pérdida, y así sus corazones
serían mantenidos allí. Así el carácter de ellos sería celestial. Entretanto debían ser semejantes a hombres que aguardaban
que su Señor regresase de las bodas. Aquí lo que está en cuestión es el objetivo general del efecto celestial de la profesión.
Ellos debían estar velando. No se trata de profecía, sino de carácter y posición. No hay señales o circunstancias históricas,
como en los capítulos 17 y 21, para los que están en la tierra; aquí hay una separación celestial de ello. Porque los que
esperan así a Jesús todavía son siervos. Él hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Ceñido para servir como hombre,
horadada Su oreja en la muerte (N. del T.: ver Deuteronomio 15: 16, 17), Él viene en gozo a deleitar a discípulos que caminan
de esa forma. Alegremente Él los libera de su paciencia, y de su velar, y de su servicio; Él los hace entrar a la fiesta y
honra así su fidelidad. Ellos, por consiguiente, fueron dejados en la incertidumbre; y de igual forma fue dejada la iglesia,
cuando fue formada. La iglesia debe esperar siempre a Cristo, no teniendo ningún tiempo especial: cada momento tiene su tiempo
para el deseo y el deber, así como ¡desgraciadamente! es el del mundo para la negligencia. Los Judíos tienen un tiempo; días,
años, y cálculos terrenales que pertenecen a ellos, y por consiguiente, señales. Para nosotros puede ser a la segunda vigilia
o la tercera vigilia; y ¡seremos bienaventurados sólo si somos encontrados velando!
Versículos 41-48.
Pedro expone la pregunta acerca de la aplicación práctica de lo anterior, lo que saca a la luz la porción de aquellos que
sirven fielmente. Ellos serán puestos sobre todos los bienes del Señor cuando Él vuelva para tomar posesión de todo lo que
Él hizo y lo que heredará; un pensamiento muy alentador, aunque no el más alto. Por otro lado, la Cristiandad comete apostasía
al aplazar en el corazón la venida del Señor. La gran actitud de expectación celestial se pierde por esta causa, y de igual
forma nuestra vocación y esperanza. Esperar al Señor separa del mundo; al abandonar esta expectación, el siervo queda a merced
de su propia voluntad. No es rechazo doctrinal; pero él dice en su corazón, "Mi Señor tarda en venir"; y entonces actúa con
violencia hacia sus compañeros en el servicio, y su compañerismo es con el mundo. Pero aquel siervo tiene un Señor, dejen
que actúe tan independientemente; y Él vendrá cuando no se espera, y pone la porción del siervo con los infieles, cualesquiera
que hayan sido sus derechos y privilegios en los que se gloriaba. Hablando más en detalle, se pronunciaría una justa sentencia
(versículos 47, 48); porque aquí tenemos los principios del servicio, puestos antes de la posición. La ignorancia del paganismo,
etc., no será perdonada, pero más tremenda será la condenación de la Cristiandad. ¡Muy justo, pero oh, cuán solemne!
Versículo 49. Hay
otra cosa que debe ser notada -la importancia de la venida del Señor entonces al mundo. Si el hombre hubiera sido lo que debía
ser, el resultado habría sido paz; pero el hombre no encontró atractivo en Cristo para desearle, y el efecto fue odio -no
paz, sino una espada. Mientras más cercana la relación, más profundo es el agravio. La voluntad del hombre se manifiesta,
y se opone absolutamente a Dios. Ellos no soportarían que se les dijese que estaban bajo el juicio de Dios. Pero hay esta
peculiaridad en el carácter de la división que produce la entrada de la gracia. Aquel que es convertido de entre una familia
se vuelve generalmente, y enseguida, esclavo del resto. Incluso la naturaleza es subvertida, trastornada en tales casos. ¡Cuán
a menudo un marido o un padre pierde su autoridad de esta forma! Hay un fuego encendido antes de que Cristo venga de nuevo
en juicio para encenderlo. Él no vino a juzgar entonces, pero ellos, debido a su rechazo de Él, encendieron el fuego del juicio.
Consideren ahora
la parte del Señor. "De un bautismo tengo", etc. (versículos 50, etc.). ¿Qué pudo angustiar el corazón del Señor? El perfecto
amor infinito de Dios en Él estaba, por decirlo así, callado. Si Él hablaba a Sus discípulos de Su muerte, la única respuesta
que encontraba, incluso de Pedro era, "Señor, . . .; en ninguna manera esto te acontezca." (Mateo 16:22). ¡Cuán dolorosamente
fue Él así silenciado hacia sí mismo! Pero Él continuó en Su servicio de amor viviente a través del mundo, esperando el bautismo
de Su muerte; y el hecho de que Él fuese angustiado, mostró la plenitud y la fuerza de Su amor. No podía haber hasta entonces
una mayor revelación de corazón, ya que, ¿quién Le entendía? Los Judíos dijeron, "Este es un hombre comedor y bebedor de vino,
amigo de publicanos y de pecadores." (Lucas 7:34). Ellos estaban encerrados dentro de las paredes del Judaísmo; de tal manera
que, aunque allí estaba Uno con un río del que fluía la bendición, ellos no le recibirían. El amor divino estaba, podríamos
decir, reprimido y devuelto al corazón de Dios. Pero todo es llevado a cabo. "¡Cómo me angustio hasta que se cumpla!" (versículo
50). Él no está angustiado ahora. La barrera se rompió en Su muerte.
¿Cómo podían ellos,
como pecadores, tener comunión con Cristo? No podía haber comunión alguna. Cuando Él vino a cubrir la necesidad del hombre,
ellos Le odiaron y le rechazaron. Pero en la cruz Él ha quitado el pecado, y ahora la gracia puede fluir sin obstáculo o medida:
"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia." (Romanos 5:20 - Versión Moderna). El hombre no es transformado, pero Dios
puede actuar en Su propia forma por medio de la redención. El amor y la gloria de Cristo habían salido antes a la luz en una
medida, porque "no pudo esconderse." (Marcos 7:24). Pero, todo rebosó en la cruz; y mirando Su vida desde allí hacia atrás,
vemos qué infinito amor, y dolor, y sufrimiento, llenaron esa vida.
En los versículos
54-57, se le habla a la multitud en el principio de la responsabilidad personal -en primer lugar, en las señales evidentes
de Dios tratando con el mundo, y luego, de juicio moral de ellos acerca de lo que era correcto. La conclusión fue que Dios
caminaba con el pueblo Judío; y si ellos no estaban de acuerdo con Él, entonces harían que se convirtiese en un juez, y debían
sufrir las plenas consecuencias del castigo de sus iniquidades. Desde el punto de vista humano, el hombre sería lo suficientemente
prudente como para llegar a un avenimiento con su adversario, sabiendo que está en falta y anticipándose al juicio. Si ellos
no se sometían y se reconciliaban ahora con el Señor mientras caminaban, pronto serían enfrentados a Sus tratos judiciales
y estos no cesarían hasta que ellos hubiesen recibido de Su mano el doble por todos sus pecados.
J. N. Darby
Traducido del Inglés por: B.R.C.O.-
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