Disertaciones
acerca del
Evangelio de Mateo
William Kelly
Obras Mayores Neotestamentarias
Todas las citas bíblicas
se encierran entre comillas
dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera revisada en
1960 (RV60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles
("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser
consultadas al final del escrito.
Mateo 12
Mateo 12 completa el retrato de la transición
iniciado en el capítulo 11 y muestra que, delante de Dios, la crisis había
llegado. El Señor podría seguir siendo objeto de un rechazo aún más profundo,
pero el espíritu que Le crucificó ya se había manifestado claramente. En el
centro de este capítulo tenemos la advertencia del pecado imperdonable, no sólo
contra el Mesías, sino contra el Espíritu Santo que da testimonio del Mesías; y
tenemos además el hecho de que Israel como nación sería culpable de ese pecado,
y por tanto, sería entregada al poder de Satanás más allá del ejemplo en toda la
triste historia de ellos. De modo que el mal por medio del cual Dios había
permitido que ellos fueran llevados cautivos a Babilonia fue poco en
comparación con la iniquidad de la que ahora eran, en espíritu, culpables, y en
la que estaban a punto de hundirse. Esto trae la crisis que concluye el anuncio
del reino a Israel; y el capítulo 13 introduce una cosa nueva: el reino de los
cielos a punto de comenzar en su forma misteriosa actual debido al rechazo del Mesías.
Yo debo proceder ahora a mostrar hasta qué
punto todos los incidentes de este capítulo están en armonía con el pensamiento
principal, — a saber, la ruptura entre Cristo e Israel. Por consiguiente, el
Espíritu Santo no se limita aquí al mero orden de tiempo en que ocurrieron los
acontecimientos. "En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de
reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a
comer". (Versículo 1). No debemos suponer que, "En aquel tiempo",
significa, «en aquel momento
exacto.»
Se trata de un término general que abarca acontecimientos relacionados, aunque
pudo haber meses entre ellos. No es como, "al instante", o, "en
seguida", o, «a la semana
siguiente», etcétera. Lo que
de hecho se verificó debemos
deducirlo de los otros Evangelios. En Marcos encontramos que la escena de los
sembrados tuvo lugar al principio del ministerio de nuestro Señor. Así, en el
capítulo 2, en el día de reposo que siguió al llamamiento de Leví y al discurso
acerca del ayuno, se nos dice que Él pasó "por los sembrados". Nosotros
tenemos aquí este incidente sacado completamente
de su conexión histórica. Marcos se atiene al
orden de los acontecimientos: pero Mateo se aparta de él para presentar el gran
cambio resultante del rechazo del Mesías por parte de Israel. La palabra de congoja
de nuestro Señor acerca de Corazín y Betsaida, y la bienaventuranza de los que Le
recibieron, no fueron pronunciadas antes, en absoluto. Aquí se las reúne porque
el objetivo del Espíritu Santo en Mateo es mostrar este cambio. Por lo tanto,
lo que demostraría el cambio es seleccionado y reservado para este lugar.
En resumen, el Espíritu Santo nos está presentando
un retrato histórico aparte de la mera fecha en que los acontecimientos ocurrieron;
y los acontecimientos y discursos que ilustran la gran transición están todos
agrupados. Los discípulos iban por los sembrados, y comenzaron a arrancar
espigas y a comer, conforme a la libertad que les permitía la ley. "Viéndolo
los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito
hacer en el día de reposo". Entonces nuestro Señor cita dos incidentes:
uno de ellos, un hecho constantemente recurrente entre los sacerdotes; el otro,
registrado acerca del rey más conspicuo de ellos, a saber, David; y ambos demuestran
el pecado y la ruina total de Israel. Cuál era el estado de cosas cuando David
se vio obligado a usar el pan de la proposición? ¿Acaso no fue porque el
verdadero rey era un hombre despreciado y perseguido, — porque el rey elegido
por los corazones de ellos estaba allí? Lo mismo ocurría ahora. El pecado de
Israel profanó el pan sagrado. Dios no aceptaría nada como santo de personas
que vivían en pecado. Ningún ceremonial vale una espiga de trigo si el corazón
no honra a Cristo. ¿Por qué los discípulos se vieron constreñidos a arrancar y
comer las espigas? ¿Por qué los seguidores del verdadero Rey se vieron constreñidos
a tener hambre?
Además, "¿O no habéis leído en la ley,
cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo,
y son sin culpa?" (Versículo 5). Los sacerdotes hacían un trabajo muy
importante en aquel día. Ofrecían sacrificios en aquel entonces porque había
pecado; y el pecado del pueblo exige lo que, según la letra de la ley, le
parecería a un fariseo un quebrantamiento de ella. No importa lo que la ley
pueda exigir ordinariamente, si hay pecado por parte del pueblo de Dios, el
sacrificio no puede ser diferido. Así, ya sea que ustedes tomen el caso
particular del ungido del Señor en el día de Saúl, o el servicio sacerdotal constante
en el día de reposo, una cosa explicaba todo el desorden, ya fuera el desorden real
o aparente: Israel era un pueblo pecador. Ellos habían permitido que el
elegido del Señor fuera perseguido en los montes cuando él estuvo allí; y uno
mayor que David estaba aquí. Y también en cuanto a los sacerdotes y su trabajo.
Uno infinitamente mayor que el templo estaba allí, — el Mesías mismo: ¿y cuál
no era la indiferencia, es más, la enemistad de ellos hacia Él?
Otro día de reposo era necesario para
completar el boceto. Y el propio Jesús obra
ahora; y estas dos cosas son unidas aquí. "Pasando de allí, vino a la
sinagoga de ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y
preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de
reposo?". El Señor aceptó el desafío. "Él les dijo: ¿Qué hombre habrá
de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo,
no le eche mano, y la levante?" Por supuesto que ellos sacarían la pobre
oveja del pozo porque era su propia oveja. No tenían conciencia de hacer lo que
les beneficiaba por ser día de reposo. Y el Señor no los culpa sino que les insiste
con esta conclusión tan punzante, — "Pues ¿cuánto más vale un hombre que
una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo".
En una palabra, Él muestra mediante este segundo caso que Israel no sólo era un
pueblo culpable con respecto al verdadero Amado, sino que, si ellos conocieran
su propia condición, se reconocerían a sí mismos como el hombre con la mano
seca, en necesidad de Su gran poder. Él estaba allí en gracia para llevar a
cabo toda necesaria sanación. El Señor les insistió acerca de la pésima
condición de ellos. Toda la nación delante de Dios estaba moralmente tan seca
como la mano de aquel hombre físicamente; pero no estaba dispuesta, lamentablemente,
a ser sanada como él. "Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y
él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra". (Versículo 13).
¿Por qué está esto registrado aquí como habiendo ocurrido en el día de reposo,
— especialmente en conexión con el incidente de los sembrados? En el primer
caso el Señor demuestra la culpa de Israel en contraste con la santidad del día
de reposo; y en el segundo caso Él mismo se declara que está allí para obrar
restauración, incluso en el día de reposo. Se trata de un relato de suma
importancia porque el Señor está, por así decirlo, haciendo trizas la letra
externa del vínculo entre Él e Israel, del cual el día de reposo era una señal
especial.
Yo puedo comentar aquí que el primer día de
la semana (Mateo 28: 1) (que en nuestro calendario corresponde al día domingo),
difiere esencialmente del día de reposo, o día sábado; y en la Iglesia
primitiva se tuvo un cuidado escrupuloso de no confundir las dos cosas. El día
de reposo y el primer día de la semana son señales de verdades totalmente
distintas. El primero debió su origen a que Dios santificó Su reposo cuando la
creación hubo terminado; y era la señal de que cuando Dios finalizaría Sus
obras habría un reposo santo para el hombre. Luego el pecado entró y todo se
arruinó. Nosotros no oímos una palabra al respecto (al menos, directamente),
hasta que un pueblo es llamado de entre todos los demás para servir al Dios verdadero
como Su nación escogida. Nosotros hemos visto en el Antiguo Testamento así como
en el Nuevo, de qué manera ellos fracasaron completamente; y ahora la única
esperanza de tener un verdadero día de reposo es cuando Cristo mismo lo introducirá.
Cuando Adán pecó, la muerte pasó a todos, y el reposo de la creación se interrumpió.
Después (conforme al tipo de Cristo en el maná, con el día de reposo continuando),
vino la ley, la cual tomó el día de reposo, lo incorporó a los diez mandamientos
y a los estatutos de Israel, y no solamente hizo de él un día santificado, sino
un día de mandamiento, el cual se les impuso como los otros nueve mandamientos;
un día en el que todo israelita no sólo estaba obligado a abstenerse de
trabajar, sino a dar reposo a todo lo que era suyo. No se trató de un asunto
acerca de un pueblo espiritual. Todo Israel estaba obligado a ello y ellos compartían
su reposo junto con su ganado. Por otra parte, nunca se oyó acerca del primer
día de la semana hasta que Cristo resucitó de entre los muertos. De ahí surgió
un orden de cosas enteramente nuevo. Cristo, el principio, Cabeza de una nueva
creación, resucitó de entre los muertos el primer día de la semana. Así, aunque
el viejo mundo continúa, el pecado está aún en acción, y Satanás aún no ha sido
atado, Dios ha obrado salvación, la cual Él está dando a cada alma que cree. Estas
almas reconocen que Cristo resucitado es el Salvador de ellas y que,
consecuentemente, tienen una nueva vida en Él. Ellas son reunidas el primer día
de la semana para reconocer esto, y mucho más que esto. Ellas proclaman la
muerte del Señor hasta que Él venga. (véase Hechos 20: 7; 1ª Corintios 11: 26 –
VM). Nada puede ser más claro en la
Escritura si nuestro deseo es conocer y seguir la palabra de Dios. Ya no era una
cuestión acerca de si acaso las personas eran judías o gentiles. ¿Eran ellos cristianos?
¿Tenían ellos a Cristo como vida y Señor de ellos? Si ellos Le confesaban con
gratitud, el primer día de la semana era el día para ellos. Los cristianos que
habían sido judíos siguieron frecuentando la sinagoga en el día de reposo. Pero
esto sólo muestra más claramente que no se trató de un mero cambio de día. A
los santos romanos el apóstol les insiste en que el hombre que hacía caso del día,
para el Señor hacía caso, lo guardaba; y que el hombre que no hacía caso de
dicho día, para el Señor no hacía caso, no lo guardaba. ¿Se refería esto al
primer día de la semana? No, sino a los días y ayunos judíos. El apóstol nunca
trataría el primer día de la semana como un día opcional para ser guardado o no,
como un día optativo. Algunos de estos creyentes vieron que habían sido libertados
de la ley, y no hacían caso de las fiestas o ayunos judíos, no los guardaban.
Los gentiles, obviamente, no estaban bajo la ley en absoluto. Pero algunos, en
todo caso, de los creyentes judíos, todavía tenían conciencia acerca de las
antiguas fiestas, y de ellos habla el apóstol. El primer día de la semana nunca
fue ni será un día judío. Este día tiene su propio carácter estampado en él; y
los cristianos, aunque no están bajo la ley como los judíos con el día de
reposo, están sin embargo llamados por gracia a usarlo mucho más solemnemente
para el Señor, como aquello que los convoca a reunirse en el nombre de Jesús,
en separación de este mundo, conscientes de la redención y la justificación por
medio de Su muerte y resurrección. El primer día de la semana es un tipo de la
bendición que tiene el cristiano, aún por ser manifestada en la gloria. El
mundo siempre lo confunde, al igual que muchos cristianos, con el día de reposo.
Uno oye a veces a verdaderos creyentes, pero no instruidos, hablar del «sábado
cristiano, o día de reposo cristiano.»
Esto es, obviamente,
porque ellos no ven que han sido libertados de la ley, y no ven las
consecuencias que emanan del hecho de pertenecer ellos a Aquel que ha
resucitado de entre los muertos. El apóstol desarrolla estas verdades
bienaventuradas.
Nuestro Señor trata aquí meramente con los
judíos. A Sus discípulos no se les impidió arrancar espigas en el día de reposo,
como en otro de esos días en que Él realizó públicamente un milagro en
presencia de todos (dando así ocasión a los fariseos que buscaban a uno contra
Él). Es cierto que las obras eran de misericordia y bondad; pero no había
necesidad de ninguna de ellas si no hubiera habido un propósito. Él pudo haber
hablado sin hacer nada. Así ocurrió con el ciego en el Evangelio de Juan.
(véase Juan 9). Todo el lodo del mundo
no habría podido curarlo sino por el poder de nuestro Señor. Su palabra habría
sido suficiente; pero Él mismo hace algo, y hace que el hombre haga algo más en
el día de reposo. Se nos dice expresamente, "Y era día de reposo cuando
Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos". (Juan 9: 14). El
Señor estaba quebrantando el sello del pacto entre Jehová e Israel. El día de
reposo sellaba ese vínculo, y ahora aquel día era en Israel más que inútil a
los ojos de Dios porque el pueblo que pretendía guardar el día de reposo tan
cuidadosamente era el más acérrimo enemigo de Su Hijo. Era totalmente falso
someterle a Él al día de reposo. El Hijo del Hombre era "Señor del día de
reposo". Él asume ese terreno confiadamente como se nos dice aquí (Mateo
12; 8), y el día de reposo siguiente lleva a cabo este milagro. Los fariseos
sintieron que ello era un golpe de muerte para todo el sistema de ellos, y
reunidos, "tuvieron consejo contra Jesús para destruirle". Este fue
el primer cónclave con el propósito de darle muerte. Jesús, sabiéndolo, se apartó
de allí, "y le siguió mucha gente, y sanaba a todos", — un retrato de
lo que Él haría cuando Israel Le diera muerte. A partir de aquel momento, la
gran obra iba a ser entre los gentiles. El profeta Isaías es citado en relación
con este suceso para mostrar cuál era el carácter de nuestro Señor, y leemos,
"He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi
alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio. No
contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no
quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el
juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles". (Mateo 12: 18-21; Isaías
42: 1-4).
El Señor se alejaba de Israel; pero esto no
es todo. Hay un testimonio final antes de que Él pronuncie la sentencia sobre
Israel: "Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó,
de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba". Esta era la condición
en la que Israel estaba a punto de estar, sin vista ni voz para Jesús; ello es la
figura adecuada de la condición de la nación, el Mesías no visto y Su alabanza
no pronunciada en medio de ellos. Y aquí está lo solemne. Los pobres, los
ignorantes, toda la gente podía clamar: "¿No es éste el Hijo de David?"
(Mateo 12: 23 – VM). Pero los fariseos oyéndolo, decían, "Este no echa
fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús
los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es
asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si
Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues,
permanecerá su reino?", — Él condesciende a razonar con ellos. "Y si yo
echo fuera los demonios por
Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros
jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente
ha llegado a vosotros el reino de Dios. (Versículos 24-28). Pero ellos eran
mudos y ciegos. El hombre que se sometió a Jesús fue sanado; pero los fariseos se
confabulaban para matar al Hijo de David. El Señor les responde aún más. Les
dice que ahora había llegado el momento donde, "El que no está conmigo,
está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama". (Mateo 12:
30 – LBA). Todo dependía de estar y actuar con Él; y por consiguiente, nuestro
Señor añade: "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la
blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada". (Versículo 31). El motivo
de ello fue esto, a saber: no
sólo el Hijo del Hombre estaba obrando estos milagros, sino que el poder del
Espíritu Santo estaba también allí. Aunque Jesús se sometiera a la humillación,
Él no podía dejar de afirmar la gloria de Dios. El Espíritu Santo estaba produciendo
estos poderosos hechos, y la incredulidad que rechazaba el testimonio del
Espíritu cuando Jesús estaba allí, sería aún más fuerte en contra de dicho
testimonio tras Su partida. Ellos demostrarían ser como sus padres: "Vosotros
resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros".
(Hechos 7: 51). ¿Y cuál sería la consecuencia? Ellos serían culpables del
pecado imperdonable, de rechazar (no sólo a Jesús mismo, como hombre presentado
aquí, sino) el poder del Espíritu Santo, ya sea obrando en Él en aquel entonces,
o ahora por medio de Él y para Él.
Es el rechazo
final al testimonio que el Espíritu da de Cristo. Ello era cierto cuando el
Señor estaba aquí, pero es aún más completo ahora que Él está en el cielo.
Ellos rechazaron a Cristo en la tierra y después que subió al cielo, cuando por
el poder del Espíritu Santo Su solo nombre hizo que los muertos resucitaran, y
así demostró aún más Su gloria de lo que había hecho personalmente cuando Él
estuvo aquí abajo. Los que se resistieron a semejante testimonio como éste
estaban evidentemente perdidos en la incredulidad y burlándose de Dios en la
persona de Su Hijo. Por eso nuestro
Señor declara que esta blasfemia es algo que nada puede cubrir. No es la
ignorancia lo que rechaza así a Cristo. Un hombre puede estar sin luz; y cuando
ella llega, él puede, por medio de la gracia, ser capacitado para recibirle a
Él. Pero aquel que rechaza todo testimonio divino, y hace que el poder desplegado
del Espíritu Santo sea la ocasión de mostrar su desprecio contra Jesús, está
evidentemente perdido para siempre: él lleva el sello
inconfundible de la
perdición sobre su frente. Este era exactamente el pecado en que Israel estaba
cayendo rápidamente. El Espíritu Santo pudo ser enviado y realizar actos de
poder aún mayores que los que el propio Señor había hecho, pero ello no hizo
ningún cambio en el corazón de ellos. La incrédula raza blasfema de Israel no
sería perdonada ni en esta "época" ni en la venidera. Yo no insisto
acerca de la palabra «dispensación», —
la cual significa un cierto curso de tiempo, gobernado
por principios particulares; pero la idea es que ni en esta época (αἰών, aión) ni en la venidera, podría este
pecado ser
perdonado. Leemos, "A cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo
del Hombre, le será perdonado; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no
le será perdonado ni en esta época ni en la venidera". (Mateo 12: 32 –
RV1977). La época venidera es aquella en que los hijos de Israel van a estar bajo
el gobierno del Mesías; ya que en aquel momento, y desde el cautiverio Babilónico,
ellos han estado bajo el gobierno de los gentiles. Este pecado no debía ser
perdonado ni en aquel momento ni lo será entonces. En cuanto a toda otra iniquidad,
existía todavía la esperanza de que lo que no fuera perdonado ahora podría
serlo cuando viniera el Mesías. Por supuesto que hay un perdón ilimitado para
toda alma que Le recibe; pero ellos Le rechazaron y atribuyeron el poder del
Espíritu que actuaba en Su persona a Beelzebú; y esa blasfemia nunca sería
perdonada. Ese era el peligro creciente de Israel. Rechazando así al Mesías
ellos están condenados. Ello fue rechazar el testimonio del Espíritu Santo; y
una nueva obra de Dios debía ser entonces introducida.
Por eso el Señor declara que
ellos son una generación de víboras. "Por el fruto se conoce el árbol".
Se trataba de un árbol malo y Él no esperaba de él ningún fruto bueno. Él
añade, "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo
malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del
buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro
saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa (yo supongo que
ello quiere decir, todo lo que delata desprecio hacia Dios) que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras
serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12: 34-37).
En lo que Dios insiste es en el testimonio acerca de Jesús. Estas palabras
ociosas delatan el rechazo del corazón para con Jesús, y desprecian el
testimonio que el Espíritu Santo da de Él. "Por tus palabras serás
justificado, y por tus palabras serás condenado". Es con la boca que se
hace confesión para salvación (Romanos 10: 10); y las palabras que excluyen a
Jesús demuestran que el corazón prefiere su pecado a Él. Las palabras de la
boca evidencian el estado del corazón. Ellas son la expresión externa de los
sentimientos y muestran a un hombre en una forma así como su conducta lo hace en
otra. Si el corazón es malo, las palabras son malas, la conducta es mala: por
tanto, todo viene a juicio.
Después de esto los
fariseos piden una señal, y el Señor les da una muy significativa: pero, antes
de eso, Él pronuncia Su sentencia moral sobre la nación, leemos, "La
generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la
señal del profeta Jonás". (Versículo
39). ¿Cuál fue el rasgo especial de Jonás como profeta? ¿A quién
profetizó? Él fue enviado desde Israel a los gentiles; y, más que eso, antes de
que Jonás cumpliera con su mensaje correctamente, él debía pasar por la figura
de la muerte y la resurrección. Tan obstinado estuvo él en no ir a donde se le
ordenaba, que Jehová se encargó de que Jonás fuera arrojado desde la nave; y
entonces Él trató con él como con un muerto y llevó a cabo una gran obra en su
alma. Habiendo pasado Jonás por este tipo tan notable de muerte y resurrección,
él estuvo ahora preparado para el mensaje que Jehová le da. Esta es la señal
que el Señor expone ante los fariseos. Tal era el estado de la nación judía que
Él debía dejarlos e ir a los gentiles; y eso, también, después de la muerte y
resurrección en la realidad, cuando las esperanzas de Israel hubiesen perecido.
El Señor tiene reservada bendición para Israel en el futuro; pero por el
momento, todo está perdido para ellos. Ellos habían rechazado a su Señor. Dios
mismo iba a ocuparse ahora con los gentiles. Por eso los ejemplos utilizados
para confirmar esto son, en primer lugar, el caso de los hombres de Nínive, quienes
se arrepintieron ante la predicación de Jonás; "y he aquí más que Jonás en
este lugar". Luego, la reina del Sur, también una gentil, la cual no se
arrepintió simplemente a causa del pecado, sino que mostró una energía de fe, yo
puedo decir, digna de toda mención, sin siquiera un mensaje enviado a ella. Tales
fueron el ardor de su corazón y su deseo de sabiduría que, al oír hablar acerca
de Salomón, ella se apresuró a oírla de sus propios labios. ¡Qué reprensión
para Israel! "Y he aquí más que Salomón en este lugar"; y una
sabiduría tan superior a la de Salomón como la persona de Jesús era superior a
la de Salomón. Pero ellos eran una generación mala y adúltera. No sabían que su
Hacedor era el esposo de ellos; y Le despreciaron; y nuestro Señor añade,
"La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la
condenará". Pero ahora Él proclama cuál será la condición final de ellos.
El vínculo de Israel con Él se rompió; y por este desprecio blasfemo del
testimonio que el Espíritu da de Jesús como Hijo del Hombre ellos deben ser
juzgados.
Esto es lo que el Señor
muestra ahora. "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por
lugares secos, buscando reposo, y no lo halla". (Versículo 43). Todo estudiante
de las Escrituras
reconocerá que el espíritu inmundo significa idolatría, y su adoración
se relaciona con los demonios en vez de con Dios. ¿Debemos suponer que nuestro
Señor se aparta repentinamente de lo que Él había estado diciendo acerca de la
nación para tratar a meros individuos? Claramente se trata de Israel. Como
nación, Israel nunca cayó en la idolatría después del regreso de Babilonia como
lo había hecho antes. No es que ellos fueran mejores hombres; sino que el
espíritu inmundo de la idolatría ya no era la especial tentación de ellos. Si
no era según la forma antigua, había nuevas formas en las que el diablo los
tentaba a pecar. La casa había sido barrida y adornada. Así estaba cuando
nuestro Señor estuvo aquí abajo. Israel había dejado de lado sus hábitos
idolátricos; ellos iban a la sinagoga todos los días de reposo; y eran lo
suficientemente celosos como para recorrer mar y tierra para hacer un prosélito.
La casa estaba aparentemente limpia, y no había nada exteriormente que impactara
la vista si se la consideraba. Pero el espíritu inmundo va a volver. "Entonces
va, y toma consigo
otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer
estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá
a esta mala generación". El espíritu inmundo va a volver, con todo
el poder de Satanás, — "siete espíritus peores que él". ¡Peores que
la idolatría! La figura de un hombre es usada para ilustrar el estado de
Israel, tal como muestran claramente las palabras que siguen a continuación, a
saber, "Así también acontecerá a esta mala generación". Surge la
pregunta, ¿Y cuándo será eso? Es el postrer estado de ellos que aún está por
llegar. El estado vacío,
barrido y adornado que existía entonces puede estar todavía vigente.
Humanamente hablando, ellos pueden ser morales. Puede ser que ellos no
abandonen los libros de Moisés, sino que ellos adopten la posición de no adorar
a nadie más que al Dios verdadero. Esto continuará durante cierto tiempo, pero
no para siempre; porque sabemos por las Escrituras que Dios ha guardado esa
nación para propósitos especiales, primero en juicio y luego en misericordia. Él
los convertirá y hará de ellos una simiente santa de Abraham, ya que ellos son
la simiente lineal. Israel todavía tiene que mostrar los últimos resultados del
poder de Satanás sobre sus almas antes de que Dios convierta a un remanente y haga
de dicho remanente una nación fuerte y salvada.
Pero mientras tanto, ¿qué
iba Él a hacer? ¿Estaba Él pronunciando meramente juicio sobre Israel? Ni mucho
menos. Mientras Él
hablaba a la gente se acercó uno y le dijo: "He aquí tu madre y tus
hermanos están afuera, y te quieren hablar". (Versículo 47). El Señor aprovecha
inmediatamente esta
oportunidad para mostrar que Él ya no reconocía las meras relaciones según la
carne. Él tenía una relación especial con Israel, "de quienes… , según la
carne, vino Cristo". (Romanos 9: 5). Él ya no los reconoce. Ellos no Le
recibirían, y se convertirán en la vivienda para el diablo en todo su poder, —
el postrer estado de ellos será peor que el primero. «Pero», dice el Señor, «voy a tener una
cosa nueva ahora, — un pueblo según Mi
propio corazón.» Y así Él extiende Su mano hacia Sus discípulos, y dice:
"He aquí mi madre y mis hermanos". Sus únicos parientes verdaderos
eran aquellos que recibían la palabra de Dios y la hacían. "Todo aquel que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y
hermana, y madre", — Él renunciaba a toda conexión terrenal por el
momento. El único vínculo que Él reconoce ahora es la relación con un
Padre celestial, formada por medio de la palabra de Dios recibida en el alma.
Tenemos así en este capítulo
al Señor terminando con Israel en lo que respecta al testimonio. En el próximo
capítulo encontraremos lo que resulta dispensacionalmente de esas nuevas
relaciones que el Señor estaba a punto de desarrollar.
William Kelly
Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Marzo 2022
Otras
versiones de La Biblia usadas en esta traducción:
LBA =
La
Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997, 2000 por The Lockman
Foundation, Usada con permiso.
RV1977
=
Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).
VM =
Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada
por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).
Publicado originalmente en Inglés bajo
el título: "Lectures on the Gospel of
Matthew", by William
Kelly
Versión Inglesa |

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